'Puyi', el defensa que enardeció a la nación

Carles Puyol, durante la semifinal ante Alemania el pasado miércoles.

Carles Puyol, durante la semifinal ante Alemania el pasado miércoles.

Inocencio F. Arias

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U n columnista surafricano empezaba el miércoles su crónica: «Cristiano Ronaldova a ser padre. Gracias a Dios que por fin ha marcado un gol». El cruel comentario deDave Gusellitraduce el desencanto de muchos aficionados del continente africano al ver que sus ídolos (Ronaldo,Kaká,Rooney…) han estado desdibujados en el Mundial.

ConCarles Puyolocurre lo contrario. Su imagen crecía y él sí metió un gol, y qué gol. Ya se vertieron toneladas de tinta y de saliva en nuestros pagos narrando la trascendencia del tanto, pero se ha hablado menos de su factura. Fueper sebello de verdad, un ¡defensa! metiendo a su equipo en una final con un salto y un giro de la cabeza que firmarían nuestros históricos mejores cabeceadores:Zarra, oCésaro Zidane. Hasta a la Reina, que no debe entender mucho de fútbol, se le caía la baba. Su entusiasmo mostrado plásticamente a toda página en la prensa surafricana era parecido al reflejado por la familia real en la famosa final de los Juegos Olímpicos de Barcelona.

EL REVERENCIADO gol tendrá para alguno una lectura política. Para la mayoría es la estampa de un jugador de reconocida solvencia y pantalones que, además, es catalán. Para un puñado de victimistas que se enfundaron la camiseta alemana fue un mal trago. Un joven de La Pobla de Segur mete al equipo del «Estado» en una final.

Puyol,Casillas,Xavi, Iniesta,XabiAlonsocontinúan cimentando la reputación de España con la exhibición del miércoles. Los que estamos en Suráfrica encontramos pasmoso el despliegue de banderas y camisetas españolas en todo el país. PorqueTorres, ya se sabe que los guapitos y delanteros tienen un bono, juegue en la Liga inglesa muy transmitida aquí, porque los aficionados se hayan embelesado con el trenzado mágico deXavi,IniestayBusquets, porque los colores españoles son más atractivos…, el hecho es que nunca en la vida, y peino canas, he visto tal borrachera de enseñas españolas. Muchos miembros de la clase media local han adoptado a España, sobre todo al caer los bafana, bafana, y la familia ha peregrinado a los estadios como a una fiesta, con sus miembros empapelados con nuestros colores.

UNA CAJERA de un banco con los ojos en blanco me musita: «España va a ganar.Torres,very good». Concluido el partido, una pareja de la minoría hindú fotografía a sus retoños, todos de rojo y gualda, en la fachada abierta del majestuoso campo. Son gente amistosa, fácil de abordar. Pregunto sus preferencias a los chavales, el crío dice: «Number 8»(Xavi), la mocosa susurra: «Vila, Vila».

España esta de moda aquí, un país con 48 millones de habitantes y una considerable proyección en el continente. Nuestro gobierno debería, en esta estela, montar una campaña turística y de promoción de productos. Será más rentable que otras en frío. Alguna autonomía, como Catalunya, no debería echar en saco roto mi gratuita sugerencia. Cronistas locales, al alabar el enésimo feliz garabato deXaviyVilla,lo describen comomade in Barcelonay los políticos locales, al justificar los gastos monumentales impuestos por la FIFA, arguyen que el modelo es Barcelona. Los victimistas con remilgos encontrarán aberrante montar un proyecto arropado en la enseña española, pero si París bien valió una misa, la proyección exterior, de imagen y económica, bien vale apechugar con la bandera (es lo que estos momentos abre puertas, Spaino España, el rojo y el amarillo).

Mientras tanto sigamos apostando. Puyi da un cabezazo en el poste,Villahace dos goletes yXavi, al que me gustaría parecerme de mayor, es el mejor jugador del Mundial.