Entrevista

Gay Mercader: "Me daba tanto asco pujar por artistas que o me metía coca o no podía"

Entradas a 6.000 euros: ¿el futuro de los conciertos?

Inflación, cultura 'vip' y precios dinámicos disparan el precio de las entradas de los grandes conciertos

Gay Mercader, en la verja de acceso a su finca, en Girona

Gay Mercader, en la verja de acceso a su finca, en Girona / Ferran Sendra

Ramón Vendrell

Ramón Vendrell

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Gay Mercader (Barcelona, 1949) nunca ha subido a un escenario, pero se podría argumentar que es la mayor 'rock star' de España. Por linaje, por vivencias y por estilo de vida, tanto pasado como presente. Cuenta: "En 'Siete veces mujer', una de las pelis alimenticias que hacía mi tío, Vittorio de Sica, hizo salir a todo el mundo del plató para rodar una escena en la que Shirley MacLaine, con los pechos al aire, Vittorio Gassman y otro actor que no recuerdo quién era saltaban a la cama. A todo el mundo menos al niño. Y aquí estamos". Recibe el promotor de conciertos en su finca en lo alto de una montaña, en la provincia de Girona, para hablar sobre el fastuoso momento de la primera división de la música en directo. Al menos, es el plan inicial.

Nunca había habido tantos conciertos grandes y gigantes como en 2024, y de artistas de todas las edades. ¿A qué cree que se debe, ahora que ya no sirve la explicación del desatasco de giras inmediatamente posterior a la pandemia?

Yo pensaba que lo de Coldplay [cuatro noches en el Estadi Olímpic en 2023] era un caso único, pero se está repitiendo. Los cuatro conciertos de Karol G en el Bernabéu me dejaron patidifuso. Y dos de Taylor Swift también en el Bernabéu, dos de AC/DC en La Cartuja… Aquí hay dos temas. Por un lado están los clásicos. Mucha gente va por si acaso, porque piensa '¿habrá alguna vez más?', y también por el efecto Mona Lisa. En el Louvre hay mil cosas más interesantes que la Gioconda, pero todo el mundo va a ver la Gioconda detrás de tres cristales en los que se reflejan los flases de los japoneses que están haciendo fotos, como dice mi amigo Óscar Tusquets. Luego están los nuevos. Aunque no olvidemos los llenazos en estadios de Estopa, que no son ni nuevos ni clásicos. Bien, los nuevos. Un grupo como Imagine Dragons tiene por lo menos tres canciones con más de dos mil doscientos millones de reproducciones en Spotify, mientras que ‘Highway to hell’ de AC/DC está en unos mil quinientos millones. Mi generación crecía con los grupos, ‘single’, ‘single’, ‘single’, elepé… Y lo sabíamos todo de ellos porque había revistas y programas especializados. Ahora me parece que hay poco contacto entre artista y público, por muchas redes socials que haya, de modo que cuando esa persona se materializa sobre un escenario, hay que verla. Si a esto le sumas que no se gasta dinero en discos ni en películas porque para eso está el ‘streaming’… Hay ahí una pequeña cantidad de dinero que se puede destinar a los conciertos.

¿El llamado síndrome FOMO (‘fear of missing out’, temor a perderse algo) existe o es un cuento chino?

Es lo que pasó con Coldplay. Me llamaba gente que yo sabía perfectamente que no había ido a un concierto en su vida y que necesitaba ver a Coldplay. A Roberto [Grima, el promotor] le comenté que cuando me enteré de que montaba esos cuatro conciertos en el Olímpic pensé que estaba loco, pero que una vez puesta a rodar la bola de nieve habría llenado siete u ocho noches. Y me dijo que sí.

Gay Mercader, en la hierba de su finca

Gay Mercader, en la hierba de su finca / Ferran Sendra

¿Es una burbuja?

De momento te puedo decir que el año que viene pasará lo mismo. Quien busque una fecha en el Olímpic o el Wanda entre mayo y agosto lo tiene complicado. Conciertos confirmados hay pocos, pero fechas reservadas hay muchas y con porcentajes de probabilidad de que el concierto se haga que no bajan del 70%. En el Bernabéu no lo sé porque como los vecinos se han quejado y han puesto unas limitaciones horarias y de decibelios no he mirado. Yo estaba buscando dos estadios para un grupo y creo que me lo tendré que comer con patatas [Mercader rechaza decir de qué grupo se trata].

Es que en estos momentos los conciertos son meros productos de consumo

Ya es normal en España una amplia gama de entradas digamos ‘premium’. ¿Se asentarán también los precios dinámicos, hasta ahora solo ensayados?

Se acabarán aplicando. Es lo que pasa con los aviones y con los hoteles, lo sé aunque no viajo. Los precios irán en función de la demanda. Que John Landau, el mánager de Springsteen, justificara el precio de algunas entradas del artista en Estados Unidos no me sorprendió. Pero cuando Springsteen justificó que algunas entradas valieran 4.000 euros me quedé pasmado. Me pareció un poco peculiar por parte de alguien que se ha mantenido hasta ahora como chico del pueblo.

Desde un punto de vista capitalista es lógico que se busque el máximo rendimiento económico a un concierto. No obstante, ¿le causa algún conflicto que los conciertos se reduzcan a meros productos de consumo?

Es que en estos momentos son meros productos de consumo. Para mi generación la música representó una revolución cultural. Acompañada de la píldora anticonceptiva, el espíritu crítico que venía de los ‘beatniks’, el pelo largo, las drogas, etcétera, cambió la sociedad. Pero, ahora, nosotros hacemos ‘entertainment’. Polvo de estrellas. No es cultura. Ya no te hablo de las pulseritas, que me parecen propias de una clase de zumba directamente. Si quieres cultura, ve a una biblioteca o al Reina Sofía o al Prado. Cada vez que venían los Stones, Charlie [Watts, el batería, fallecido en 2021] iba al Prado. Yo me cabreé durante la pandemia porque los promotores en general reclamaban ayudas argumentando que eran un sector cultural, cuando yo creo que tendrían que haberlas reclamado como sector productivo del cual viven miles de familias. Y para esos miles de trabajadores, no para ellos.

Yo trabajo cuando quiero trabajar y solo con los artistas que quieren trabajar solo conmigo

¿Cómo se gestaron los dos conciertos de AC/DC en Sevilla? Así quizá entendamos cuál es su posición en la industria de la música en directo.

Yo trabajo cuando quiero trabajar y solo con los artistas que quieren trabajar solo conmigo. No entro en batallas. Eso fue lo que me agotó y me provocó un tic facial que me duró 12 años. Hasta que lo dejé. Me levantaba por la mañana y me metia tres rayas de coca que ya había dejado preparadas. Me daba tanto asco pujar que o me metía coca o no podía. Concretamente trabajo con AC/DC, Robert Smith [The Cure], Sting y Norah Jones, y ocasionalmente con Patti Smith e Iggy Pop. Ya ves cómo vivo. Yo trabajo a veces porque es mi vida. Llevo 53 años en esto, no tengo hijos y por lo tanto no tengo nietos a los que recoger en el colegio, y no sé hacer ganchillo. Puedo intentarlo, pero sé que fracasaré.

Gay Mercader, en su dormitorio

Gay Mercader, en su dormitorio. / Ferran Sendra

De manera que le llama AC/DC.

Y me dicen que las fechas que me tocan son a finales de mayo, con fútbol en todos los estadios. Por eso acabamos en La Cartuja. Yo no soy Live Nation, Live Nation es mi exequipo y me asocio con ellos porque hay una parte de esto que me aburre profundamente: la producción, las cuentas, la contabilidad… A mí lo único que me interesa es el artista y la estrategia para cuidarlo, que por algo solo me quiere a mí. Afortunadamente quien lleva las finanzas de Live Nation España [Paco Martínez] es mi socio y más que un amigo, es familia, y aceptó una idea que a priori parecía demencial. Llenamos dos estadios de La Cartuja en mayo con una entrada base de 150 euros. Nadie lo había hecho antes.

Pero AC/DC es un tiro seguro, ¿no?

AC/DC fue de puta madre en 2015 y volvió en 2016. Un día voy al Celler [de Can Roca], adonde voy comido, no a comer, voy porque son muy inteligentes, muy divertidos y muy incorrectos políticamente, y además cocinan muy bien. Llego a la cocina y le digo a Joan [Roca]: 'Mira, anoche perdía 750.000 euros, y hoy pierdo un millón y medio'. Me dice: 'Ostras, para, que me estás estresando'. Pasó que Brian Johnson enfermó, fue reemplazado por Axl Rose y la gente empezó a devolver entradas masivamente, unas 16.000. Hubo gente que decidió que Axl no era apropiado. Quien mejor sabe qué conviene a AC/DC es Angus, sin ninguna duda, porque ya no estaba Malcolm, pero el público decretó que no. Luego hubo quien se tiraba de los pelos por haber devuelto la entrada. Y este año en Sevilla saludo a Brian y me dice [bajito]: 'No puedo hablar, de hecho estoy cagado'. Nadie sabía si su voz aguantaría. Y no te lo pierdas: Angus se contagió de covid en Sevilla. Es como es y actuó en Ámsterdam, pero podría haber cancelado. No existe un tiro seguro.

El artista agradece tener al lado a alguien que lo trate de tú a tú y con el que pueda hablar de cualquier cosa, sea de música o de células madre

¿Por qué estos artistas solo quieren trabajar con usted?

Porque los conocí cuando eran músicos y no leyendas. Los únicos que ya eran muy famosos cuando los conocí son los Stones, y se llevaban las maletas. La última vez que vi a Robert [Smith] le di las gracias por ser tan leal conmigo y me dijo: ‘Sí, llevamos desde el 85’. Te piensas que está en otra galaxia y resulta que está en esta. Con AC/DC empezamos en el 81 en el pabellón del Real Madrid, que cabían 5.000 tíos. Con Iggy no llenábamos ni salas de 500 personas. Entonces es cuando se establece o no una relación epidérmica.

Es sorprendente que estos vínculos funcionen en este nivel.

Tambien hay que cuidarlos. Yo sé que a Miguel [Barceló] le gusta mucho Dylan, y cosa que sale de Dylan, cosa que compro, en tiendas, no en Amazon, y le mando. Todo. A Patti y a la mujer de Keith [Richards] les mando rosas cada Sant Jordi. A Keith, a Sting y a Iggy les mando un Vega Sicilia por Fin de Año, escogido por mi ‘hermano’ Josep Roca. Y hay que tener en cuenta que el artista está como un tigre en una jaula antes de salir al escenario, y agradece tener al lado a alguien que lo trate de tú a tú y con el que pueda hablar de cualquier cosa, sea de música o de células madre.  

El aplauso es adictivo. Y son músicos, no deportistas. El músico es músico hasta el final

Joe Biden tiene 81 años y ha tenido que renunciar a ser candidato a renovar la presidencia de Estados Unidos por problemas derivados de su edad. Bob Dylan, los Stones y Paul McCartney tiene la misma edad año arriba año abajo, y Van Morrison y Patti Smith están cerca. ¿Cuál es su motivación para seguir actuando?

El aplauso es adictivo. Hay una frase muy buena de Keith: ‘No lo hago por vosotros, lo hago por mí’. Cuando pisa el escenario flota dos palmos por encima. Y son músicos, no deportistas, aunque lo de Mick [Jagger] ya parece sobrenatural. El músico es músico hasta el final. Lo fueron Pau Casals, Andrés Segovia, John Lee Hooker y todos los ‘bluesmen’. Una cosa poco sabida es que a partir de los 75 años las compañías no aseguran a los artistas. A nosotros los civiles sí, pero no a los responsables de giras que facturan 200 o 300 millones de euros. Esto obliga a hacer contratos complicadísimos, y si se cancela un concierto hay un pollo de mil demonios. Yo acabo de cumplir 75 años y Springsteen no va a tardar. Quizá sea uno de los motivos por los que va a hacer tres años de gira consecutivos.

Señal en el camino de acceso a la propiedad de Gay Mercader

Señal en el camino de acceso a la propiedad de Gay Mercader / Ferran Sendra

¿Ha actuado alguna vez en un escenario, ni que fuera de niño?

No. Siempre he pensado que hay una belleza en formar parte de una banda por el diálogo que se establece entre los miembros. Un día, a los 60 años o así, pensé: ‘Quítate la espina’. Y llamé al despacho de Live Nation, donde están todas las guitarras que tengo firmadas, es un despacho enorme, y pedí que me subieran la guitarra de Bob Dylan. Me la subieron y cogí un profesor.

Perdón: ¿con una guitarra de Bob Dylan?

Sí, una acústica. Tengo guitarras de Neil Young, de los Stones, de AC/DC, de Jimmy Page, de The Cure, de Roxy Music… Un bajo de Sting, por supuesto.

Podría colgar alguna aquí.

Esto es mi casa, no un Hard Rock Cafe. En el despacho están muy bien. Paco, que es músico, las aprecia y encargó para ellas una especie de vitrina de metacrilato.

Llevo 34 años aquí. Yo inventé el teletrabajo

¿Aprendió a tocar la guitarra?

Yo soy muy resolutivo y a la segunda o tercera clase ya vi que no iba a ningún lado la cosa. Entonces hice un razonamiento simplista y pedí que me subieran el bajo de Sting. Pero con cuatro cuerdas tampoco, ni con dos habría aprendido. Ya me quedé tranquilo, lo había intentado. Imagínate que se me llega a dar bien. Me habría equivocado siendo promotor en vez de músico.

¿Ha ido a algún concierto este año por afición?

No. Fui al primero de AC/DC en Sevilla y al de Patti Smith en Barcelona, pero no por afición. He visto muchos. Solo los que yo he hecho son 3.500 o 3.600. Salir de aquí me cuesta horrores. Llevo 34 años aquí. Yo inventé el teletrabajo. Todos los contratos los he hecho desde el sofá en el que estamos sentados y con esto [coge el móvil], sin ‘conference calls’, sin ‘zooms’, sin mierdas. Solo salgo dos veces a la semana para ir a acupuntura, una vez cada 15 días para ir a la masajista, una vez cada 15 días para ir al osteópata y cada jueves para ir a terapia, como lo llama Marc, que es mi conductor. O sea, a ver a los hermanos Roca. Y para reuniones puntuales con mi socio y mi ayudante.

Una vez que hablábamos por teléfono detectó que me estaba encendiendo un cigarrillo, pese a que yo había alejado el teléfono. ¿Ha desarrolado una superpercepción al teléfono?

El teléfono es como un bisturí, es muy preciso. Si tú vas a ver a alguien pierdes mucho tiempo. Hay los prolegómenos de tal y cual, antes de entrar en materia has perdido la tira de tiempo. Y todo lo visual también te distrae. Con el teléfono solo oyes una voz. Yo hablo con Joan [Roca] y le digo: ‘T’estàs fent un café a l’office, no?’. Porque el sonido es distinto. Son muchos años. Si le digo a un tío, no sé, 300.000, noto si hay una pausa, si duda o no, recibo un ‘feedback’ inmediato. A nivel de negocios está muy bien el teléfono. Yo he cerrado negocios en un viaje de ascensor literalmente. Soy extremadamente escueto para hacer negocios.

Igual que cada vez hay más manifestaciones contra el turismo, las habrá contra el ruido de los conciertos

Los vecinos del Fòrum se quejan de los festivales y los del Bernabéu, de los conciertos. ¿Qué futuro le augura a la música en espacios en zonas densamente habitadas?

O cuentas con un apoyo en plan Ayuso, ‘porque yo lo digo y a tomar por culo’, o va a ser un problema. Igual que cada vez hay más manifestaciones contra el turismo, las habrá contra el ruido. Es normal. Yo cuando bajo a Barcelona flipo con el ruido y con el olor del aire.

Live Nation y su tiquetera asociada, Ticketmaster, están siendo investigadas en Estados Unidos por supuestas prácticas monopolísticas. ¿Cómo cree que acabará?

Les puede acabar pasando factura. No sé hasta cuándo podrán vadear las leyes antitrust. Pero tienen tanto poder que ya veremos. El mayor accionista de Live Nation es Liberty Media, corporación propietaria de la Fórmula 1, entre otras cosas.

¿Oasis en España? Queda por saber si los hermanos no se van a matar antes de acabar la gira anunciada

¿Ya están todos los promotores españoles colgados del teléfono tras anunciar Oasis que hará una gira por el Reino Unido e Irlanda en verano de 2025?

Creo que aún no están en esa fase. Entre tú y yo, queda saber si los hermanos no se van a matar antes de acabar esa gira.

¿Solo fue mánager de Loquillo?

No, antes lo había sido de Tequila, Iceberg y Burning. De Loquillo lo fui porque me persiguió, fue acoso y derribo. Él sabía que yo no le engañaría porque no necesitaba el dinero. Su anterior mánager, que también tenía a Héroes del Silencio, Gabinete Caligari y Alaska y Dinarama, les timó a todos. Loquillo sabía que a mí no me hacía falta timarle. En cuanto vi que salía adelante, ya lo dejé.

¿No le gustaba ser manager?

Nada. Tienes que hacer de padre, de madre, de alcahueta, de confidente, de paño de lágrimas… No, no. A mí me gusta que me traigan el espectáculo empaquetado; yo lo monto y ellos se van. 

Suscríbete para seguir leyendo