Indios de Barcelona

La misión gitanista de Cathy Claret: "Quieren la música gitana sin gitanos"

La artista impulsa en internet y en formato físico la muestra 'Museo del flamenco pop. Una revolución gitana'

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Cathy Claret, con unos 'singles' de su colección

Cathy Claret, con unos 'singles' de su colección / Irene Vilà

Ramón Vendrell

Ramón Vendrell

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'Ponerse como Las Grecas' es una expresión popular, aunque tampoco mucho, que significa colocarse de mala manera. La expresión reduce a un dúo formidable a un tramo de la vida de Tina Muñoz, una de las dos hermanas que lo integraban, diagnosticada con esquizofrenia paranoide para más información. Las Grecas eran gitanas. Carmela aún lo es. A Bob Pop le ha parecido buena idea titular 'Como Las Grecas. ¿Por qué nos emborrachamos así?' (2024) un ensayito autobiográfico sobre la priva. También le ha parecido buena idea a su editorial, Debate. A muchos gitanos les parece una idea pésima y una muestra más de antigitanismo. Inconsciente, si quieren, pero antigitanismo al fin y al cabo. La inconsciencia indica enraizamiento. Imaginen que el 'ingenio' popular, contra el que no se puede hacer nada, hubiera acuñado la expresión 'ponerse como Equis (aquí el nombre de un artista o grupo payo famoso, también por su mala vida, hay donde elegir)'. Es improbable que se publicara un libro titulado 'Como Equis. ¿Por qué nos emborrachamos así?'.

Cathy Claret nació en Vendargues, cerca de Montpellier, en la Camarga. En su infancia cambió un montón de veces de casa. "29 veces", dice. Eso implicó que cambiara un montón de veces de escuela. Su hermana y ella siempre eran "los bichos raros" y las sentaban "al fondo de la clase". "Los únicos que no nos tenían miedo y nos hablaban eran los gitanos y las gitanas", informa.

Claret se trasladó a Barcelona en la década de 1980 porque era "la gran ciudad más cercana". En la capital catalana encontró un piso de alquiler "superbarato", fue miembro fundador de la Bel Canto Orquestra y, a través de sus redes de amistad gitanas, pasó mucho tiempo en el barrio de Can Tunis. Sobre todo con seis amigas, sus "seis hermanas adoptivas".

Documentales que no se hicieron

En efecto, Can Tunis era lo que dio en llamarse un 'supermercado de la droga'. "Es lo que pasa en los guetos", dice la artista. Pero también era el lugar al que habían sido trasladados buena parte de los gitanos de las barracas del Somorrostro, cuna de la dinastía Amaya (la bailaora Carmen Amaya como mascarón de proa) y de La Singla, sin ir más lejos. "En Can Tunis había un arte increíble -señala Claret-, por eso iba tanto Camarón, y eso nadie lo quiso ver, cuando se podrían haber grabado allí los mejores documentales de flamenco de España".

Claret conoció a Camarón en Can Tunis, y muy bien conoció fuera de Can Tunis a Manzanita ("íbamos a hacer un dúo") y a Parrita. Grabó en el estudio sevillano de Jesús Bola con músicos de las Tres Mil Viviendas y su canción 'Bolloré' fue un éxito en la versión ('Bolleré') de su amigo Raimundo Amador. Durante la conversación recibe Claret una llamada de Carmela Muñoz, la mitad viva de Las Grecas. Podríamos seguir.

"No hablo de cosas que no conozco", dice Claret. La cantante inauguró en internet en 2023 el 'Museo del flamenco pop. Una revolución gitana'. A partir de su matriz virtual, la iniciativa ha tenido ya cuatro traslaciones físicas. La primera se estrenó el 8 de abril del año pasado, Día del Pueblo Gitano, en el Convent de Sant Agustí. La última acabó el viernes pasado en la Biblioteca del Bon Pastor. La muestra irá en octubre a La Mina y tiene tratos Claret para ver si viaja más adelante a Sevilla y Madrid. La simple exposición, mínimamente contextualizada, de portadas de elepés, 'singles' y casetes de músicos gitanos que fusionaron el flamenco con géneros modernos tumba de espaldas. La joya más rara del lote, opina la comisaria, es el primer álbum de La Susi ('Susana', 1976), de cuya muerte en 2020 es muy posible que no oyeran ustedes hablar.

Saqueo

"Hay un saqueo de esta música, invisibilizando su factor gitano -considera Claret-. Quieren lo gitano sin gitanos".

Claret rechaza dar nombres, pero es inevitable pensar en Rosalía. En 2018, a raíz de canciones y vídeos de 'El mal querer', algunos gitanos denunciaron apropiación cultural. La respuesta de expertos, industria musical y docentes fue monolítica y esas voces quedaron como aguafiestas, gente resentida que no entendía que la música no es de nadie, menos en estos tiempos globales. Cero intento de comprensión, cero debate, ni agua.

Estudio en La Mina

En vez de perder el tiempo haciéndose antipática en redes sociales, Claret empezó a trabajar en el 'Museo del flamenco pop'. Y grabó su último disco, 'Así soy yo' (2022), en el estudio casero del productor Che, en un séptimo piso de un edificio del paseo de José Monge Cruz 'Camarón', en La Mina, pidiendo silencio a los niños que correteaban por la casa. Con Che suelen grabar Big Lois, Päpä Manelo o Caleb, representantes barceloneses del trap gitano. "Hace 15 años ya se oía en las bodas gitanas la fusión de flamenco y ritmos urbanos", dice Claret. Por quien no se preocupen: el sello discográfico nipón Respect, donde ha publicado sus dos últimos elepés, la trata como a una reina. Su primer álbum, 'Cathy Claret' (1990), fue un bombazo en Japón. La artista y el país han recuperado la sintonía.

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