EL MUNDO POSCORONAVIRUS / 7

Generación covid

Son los más conectados, tecnológicos y ecologistas de la historia. Y tienen una predisposición innata para vivir en entornos inseguros. Así encaran los 'posmillennials' su futuro distópico

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Juan Fernández

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Entre 1995 y el 2005 nacieron en España 4 millones de chicos y chicas que hoy tienen entre 15 y 25 años. Por sus hábitos sociales y de consumo, muy particulares y diferentes a los de la generación anterior, los analistas sociales y los medios de comunicación los han agrupado bajo una colección de etiquetas que evocan un mismo retrato robot. A los centennialsposmillennials o miembros de la generación Z —formas distintas y admitidas de nombrar a los nacidos a partir de la segunda mitad de los años 90— se les reconoce por la corta edad, el apego que manifiestan a las redes sociales y a sus inseparables móviles, la preocupación por el medioambiente y otros rasgos identitarios de carácter generacional. 

Las marcas conocen sus gustos, los sociólogos han estudiado sus costumbres y los psicólogos tienen identificadas sus fortalezas y debilidades. Lo que ningún estudio predijo es que una pandemia vírica, desatada justo en el momento en el que se disponían a definir sus personalidades o a elegir carrera, iba a reunirlos bajo un mismo denominador. La crisis del 2020 los ha convertido en la generación covid.

Arancha, Jorge, Sara, Horacio y Andrea —los cinco jóvenes que han aceptado contar en este reportaje cómo encaran el futuro— no se conocen entre ellos y tienen perfiles y ambiciones muy diferentes, pero comparten una parecida actitud, entre cautelosa y confiada, ante la película distópica que les ha tocado vivir, y el convencimiento de que el mundo que va a emerger tras la pandemia va a demandar de ellos esfuerzos extra. 

Les espera una precariedad que se suma a la que les dejó en herencia la crisis del 2008

A los que tenían en mente buscar trabajo, les espera una precariedad que se suma a la que dejó en herencia la crisis del 2008. A los que se adentraban en el momento de mayor experimentación de sus cuerpos, les tocará bregar bajo estrictas normas de distanciamiento social. Si pasar de la pubertad a la adultez nunca fue fácil, el covid-19  se lo ha puesto aún más difícil. 

Sin embargo, conscientes de las sombras que se vislumbran en sus horizontes vitales, todos desprenden una confianza que contrasta con el pesimismo que transmiten otras generaciones. ¿Será la inconsciencia que da la edad o la sospecha de que la era poscovid va a coincidir con muchas de sus costumbres, inquietudes y aspiraciones?

"No temen al futuro. Han interiorizado que somos frágiles"

Almudena Moreno

— Profesora de sociología

 «Han crecido oyendo hablar de crisis y han interiorizado que somos frágiles y vulnerables. En un mundo como el que se avecina, que estará marcado por la incertidumbre, ellos ya traen esa lección aprendida. Por eso no temen al futuro», destaca Almudena Moreno, profesora de sociología de la Universidad de Valladolid y analista de la población juvenil. En su opinión, la predisposición innata de los 'centennials' para vivir en entornos inseguros les da una «ventaja adaptativa» frente a otras generaciones. 

Relaciones ‘online’

También traen incorporada de fábrica una forma de entender las relaciones personales que apunta a ser tendencia en los tiempos venideros, marcados por el distanciamiento social y el auge de la virtualidad. «Están acostumbrados a comunicarse por videollamada, se mantienen permanentemente conectados por las redes y viven la experiencia online con normalidad. Para ellos, pasar un sábado por la noche viendo series en su habitación mientras chatean con sus amigos es un gran plan», apunta Mireia Montaña, doctora en Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya y experta en usos de consumo de los más jóvenes. 

"Esta crisis planetaria parecería estar dándoles la razón"

Mireia Montaña

— Doctora en Comunicación

Los estudios sociológicos realizados sobre la población juvenil aportan un retrato que invita a confiar en la mejora de la especie humana. Los chicos y chicas que hoy navegan entre la adolescencia y las primeras fases de la edad adulta se muestran más austeros y menos consumistas que la generación anterior, tienen en mejor estima a la familia y manifiestan una mayor conciencia medioambiental. «Ellos ya habían interiorizado la revolución posmaterialista que venía pidiendo paso, y que ahora puede acelerarse debido a la pandemia», señala Moreno. «En cierto modo, esta crisis planetaria parecería estar dándoles la razón», añade Montaña. 

Asunto diferente es que la salida de la crisis vaya a tener en cuenta, o no, los valores que los jóvenes de hoy defienden. De momento, cuando se lancen a buscar trabajo se van a estrellar contra un ecosistema laboral que lleva más de una década dándoles la espalda. La reducción del desempleo que causó la gran recesión se nutrió, principalmente, de los sectores de población más veteranos, pero esa mejoría apenas alcanzó a los recién llegados al tajo. En diciembre del 2019, 12 años después del estallido de la burbuja inmobiliaria, el paro juvenil continuaba en el 32%, mientras en la Unión Europea es del 14%. Es decir: uno de cada tres españoles menores de 25 años que quería trabajar antes de que empezara la pandemia del coronavirus no podía. 

El país con mayor abandono escolar de Europa

«En cuestiones laborales, los jóvenes son siempre los últimos de la cola. Parecía que la recuperación les iba a llegar ya a ellos, pero este nuevo hundimiento de la economía ha acabado con esas expectativas. Una vez más, a los menores de 25 les va a tocar remontar desde una posición mucho más retrasada», señala Pau Miret-Gamundi, investigador del Centre d’Estudis Demogràfics (CED), quien destaca otro dato que puede añadir lastre al futuro de los 'centennials' españoles: «Seguimos siendo el país con mayor abandono escolar de Europa. En el 2007, un chico de 18 años que dejaba los estudios y se ponía a trabajar podía mantenerse y poner en marcha su vida personal. En el 2019 resultaba imposible. Después de esta pandemia, más aún», compara el sociólogo.

"Cuando pase la emergencia sanitaria, será la hora de los servicios sociales", pide una psicóloga

¿A los jóvenes de la generación covid les servirá de mucho ser los más conectados, concienciados, tecnológicos y ecologistas de la historia si cuando quieran ganarse la vida no encuentran la forma de hacerlo? A ese dilema, la doctora en Psicología Ona Palau añade una debilidad que ha detectado en esta nueva camada social: «Crecieron en un entorno de crisis, es cierto, pero en realidad han tenido fácil el acceso a todo lo que necesitaban. Nunca se vieron obligados esforzarse, por lo que no han desarrollado el espíritu de sacrificio que hay que poner en juego en los momentos difíciles», señala la psicóloga.

De la capacidad de resiliencia de los jóvenes dependerá su adaptación a las facetas más agrestes del mundo poscovid. Lo que ya parece claro es que esta nueva crisis volverá a tensionar la sociedad, como hizo la anterior. «Y como siempre ocurre con las crisis, se cebará primero y con más fuerza con los más débiles y acentuará las diferencias. De esta saldrán antes y mejor los chicos y chicas que viven en entornos sociales y familiares saludables. Los demás lo tendrán más complicado», advierte Mª Carmen Moreno, catedrática de Psicología Evolutiva y de la Universidad de Sevilla, quien lanza un llamamiento a los poderes públicos. «Cuando pase la emergencia sanitaria, será la hora de los servicios sociales. No podemos permitirnos que una generación entera quede abandonada». 


"A la larga, el covid nos hará innovar"

ARANCHA OLMEDA · 18 años · Estudios Internacionales · MADRID 

Hay profesionales de alto nivel que viven como una pesadilla tener que teletrabajar y reunirse por videoconferencia. Desde que empezó el confinamiento, Arancha Olmeda y un grupo de compañeros de la Universidad Carlos III, donde cursa Estudios Internacionales y Economía, se conectan a diario por Skype y trabajan en equipo como si respiraran el mismo aire. «Estamos acostumbrados a hablar por Instagram y a celebrar reuniones virtuales, ya lo hacíamos antes», dice. 

Los nuevos hábitos sociales y laborales que impondrá el coronavirus no son la mayor inquietud de esta joven declarada «ciudadana del mundo». «Me preocupa que esta crisis desate una ola de proteccionismo. Necesitamos más comercio y globalización y menos 'America first'», afirma. Su sueño es trabajar algún día en la Comisión Europea y espera que el covid no se lo impida. «Viene una crisis fuerte que en el corto plazo nos hará sufrir, pero a la larga será positiva, porque nos hará innovar», pronostica. 


"Me preocupa la cantidad de bulos que circulan"

SARA SANS · 19 años · Periodismo y Economía · BARCELONA

En el ecuador de la doble carrera de Periodismo y Economía que cursa en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Sara ya ha tomado conciencia de lo importante que es el oficio que ha elegido, un convencimiento que el covid le ha incrementado. «Me preocupa la cantidad de bulos que circulan. Los de mi edad hemos crecido con las redes y sabemos detectar las fake news, pero a otras generaciones las están engañando a diario. Hace falta periodismo serio y riguroso», dice. 

La economía es el otro gran asunto de interés para una joven que lleva oyendo hablar de crisis desde que era una cría. «La tengo metida en la cabeza. Antes, todos los mensajes eran: ‘Estudia mucho, aprende idiomas, y vete fuera en cuanto puedas’. Tras el coronavirus, con más motivo», señala. Su amor por la cultura coreana le llevó a estudiar la lengua del país asiático, donde espera vivir algún día. Corea, asegura, tiene mucho que enseñarnos. «Espero que esta crisis nos haga ver que nuestro futuro pasa por invertir en tecnología sanidad». 


"Me asusta que esta crisis traiga más xenofobia"

HORACIO GARCÍA  · 23 años · Ingeniería informática  · SEVILLA 

Hijo de artistas —su padre es el pintor Salustiano García; su madre, la escultora Ángela Lergo—, a Horacio (Valencina, Sevilla, 1997) le dio por los números y las máquinas. Pero en su caso hay una vocación humanista bajo su pasión cibernética. «Me interesa la comunicación entre las personas y la informática. Aspiro a crear modelos que faciliten nuestro entendimiento con los ordenadores», explica.

 Para lograrlo, este estudiante de 'software' de la Universidad de Sevilla daba por hecho que pasaría unos años adquiriendo experiencia en el extranjero, pero ahora ese plan lo ve amenazado. «Me asusta el miedo de la gente y pensar que esta crisis pueda traer más xenofobia. Trabajar en otros países será más complicado», señala. Que eso ocurra, o no, dependerá de la lectura que saquemos de lo vivido, y él se alinea con los optimistas. «De momento, el covid ya ha servido para ver cómo funcionan las fake news y ciertos delitos informáticos. Si aprendemos de esta experiencia, nos vacunará de problemas mayores», calcula. 


"Si el futuro era antes difícil, ahora lo será mucho más"

ANDREA CORREDERA · 21 años · Bellas Artes · SALAMANCA

A estas alturas, Andrea Corredera Rodríguez (Salamanca, 1998) no sabe cuánto ni cómo va a impactar en su vida la crisis del covid, pero tiene claro que «a partir de ahora, nada será igual». Desde Estocolmo, donde cursa tercero de Bellas Artes con una beca Erasmus, está viviendo la pandemia con una doble mirada. Allí el confinamiento es menos estricto, pero está en contacto con su familia y por ellos conoce el daño que el virus está causando en la salud y la economía del país. 

«He oído hablar de crisis desde hace una década. Si el futuro era antes difícil para una joven que se dedica al arte, ahora lo será mucho más. Sé que tendré que buscarme la vida fuera de España», reconoce. Cuando acabe la carrera le gustaría seguir investigando en procesos creativos, pero ahora su duda es saber si podrá vivir de lo que le apasiona. «En una crisis, el arte es necesario para entender lo que ocurre, pero es lo primero de lo que la gente prescinde. Ojalá esta vez sea diferente», declara. 


"Confío en que todo vuelva a la normalidad pronto"

JORGE VELOSO   · 18 años · Bachillerato  · LUGO

Lleva dos meses sin salir de casa, pero ahora mismo su mayor preocupación no se llama coronavirus sino EvAU. Acabar Bachillerato y preparar la prueba de acceso a la universidad sin pisar el instituto ni ver a sus compañeros no entraba en sus planes, pero ya se ha adaptado a las clases online y al confinamiento. Si obtiene buena nota en el examen, estudiará Derecho para entrar después en la academia de policía. Si no, empezará a formarse como agente el próximo curso, pero su destino profesional lo tiene claro: «Quiero ser poli de calle», afirma. 

En ese proyecto vital, cree que el covid dejará poca mella. Y en otros aspectos de la vida, tampoco espera tantos cambios como prevén algunas voces. «Este verano va a ser raro, guardaremos las distancias y la diversión tendrá que esperar, pero será pasajero. Confío en que todo vuelva a la normalidad pronto», señala. De momento, la pandemia le ha enseñado algo que no olvidará: «Ahora valoro más que antes estar con la gente que quiero».