Alimentación

La UE trabaja en una ecoetiqueta que indicará el impacto ambiental de cada alimento

Investigadores de todo el mundo se reúnen a partir de este domingo en Barcelona para avanzar en cómo identificar la huella de carbono de los productos

La crisis climática y la sequía forzarán transformaciones en el sector agroalimentario

Ejemplo de la clasificación de alimentos de Nutriscore, en la que se inspira la nueva etiqueta de impacto ambiental de los alimentos.

Ejemplo de la clasificación de alimentos de Nutriscore, en la que se inspira la nueva etiqueta de impacto ambiental de los alimentos. / EUROPA PRESS/PATRICIA MARTÍN| CIBEROBN

María Jesús Ibáñez

María Jesús Ibáñez

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¿Cuanto contamina un kilo de tomates desde que se planta la tomatera y se empieza a regar hasta que los frutos llegan a la mesa? Y el lomo de cerdo que nos corta la carnicera, ¿cómo ha afectado a la salud del planeta a lo largo de todo su proceso de producción y distribución? ¿Cuál es, en suma, la huella ecológica que deja cada alimento? Unos 450 científicos se sentarán, desde este domingo y hasta el próximo miércoles, para tratar de consensuar, entre otras cosas, cómo han de ser las etiquetas ambientales que informarán a los consumidores del impacto ecológico de lo que comemos. La idea de este distintivo ecológico no es nueva: la Unión Europea (UE) encargó que se empezara a desarrollar hace ya 10 años y algunos países, como Francia, o cadenas de supermercados, como Lidl, podrían estrenarlo dentro de poco.

Los avances en este proyecto se darán a conocer en el congreso internacional LCA Food 2024, en el que también se debatirá sobre otros aspectos clave como el desperdicio alimentario, las dietas saludables y sostenibles y el futuro de los sistemas alimentarios en un modelo que ya está cambiando por culpa de la crisis climática. Los participantes en este encuentro de Barcelona son todos ellos expertos de todo el mundo especializados en análisis del ciclo de vida (ACV en español y LCA en inglés, por Life Cycle Assessment). Su trabajo se basa, sobre todo, en el manejo de grandes bancos de datos, con los que tratan de cuantificar la huella ambiental de los alimentos a lo largo de toda la cadena, desde la preparación de la producción hasta que se convierten en residuos o son reutilizados.

"En la actualidad existen como 450 etiquetas ecológicas distintas, de las que más de un centenar corresponden a alimentos... Muchas están certificadas por organismos acreditados, pero también hay muchas otras que no tienen ninguna validación oficial", explica Ralph Rosenbaum, jefe del Programa Sostenibilidad en Biosistemas del Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA), que, junto a investigadores franceses, neerlandeses y alemanes, trabaja en el encargo de la UE para establecer cómo deberá ser esa etiqueta ambiental. Su propósito es poder presentar una propuesta armonizada en 2026, "para que, a partir de allí, se vaya consensuando como los Estados y las empresas". El plazo fijado por Bruselas termina a finales de 2027.

Un equipo del IRTA está desarrollando, junto a investigadores franceses, alemanes y neerlandeses, un distintivo que informará al consumidor del impacto ecológico de cada producto

Mientras tanto, indica Rosenbaum, hay quien ya ha ido adelantando trabajo por su cuenta y lo tiene todo listo para poner en marcha el nuevo etiquetado. "En Francia, por ejemplo, está previsto que el año proximo sea opcional y que luego, en 2026, sea ya obligatorio para todos los alimentos". En Bélgica, prosigue el investigador del IRTA, "ya existe una gran cadena de supermercados que tiene implantadas estas etiquetas. Están vinculadas a las tarjetas de fidelización de los clientes, de modo que aquellos que adquieren más productos de los denominados verdes, obtienen más puntos para sus siguientes compras". También los supermercados alemanes Lidl están barajando utilizar un distintivo ecológico para sus productos de marca blanca, tras haber detectado, a través de encuestas internas, que los consumidores están interesados en conocer la información ambiental de lo que comen.

Un distintivo al estilo del Nutriscore

"La idea es que sea una etiqueta simple, que el consumidor pueda comprender de un vistazo, rápidamente", detalla el científico. A diferencia de los etiquetados ecológicos más habituales en la actualidad, el futuro distintivo "presentará una graduación, de verde a rojo por ejemplo, al estilo de la etiqueta nutricional Nutriscore". Se trata, en definitiva, de no agobiar más al comprador, "que ya tiene ahora bastante lío con la cantidad de informaciones que contienen los envases de los alimentos".

El trabajo de Rosenbaum consiste, en estos momentos, en determinar cómo calcular cada uno de los estratos de ese ecoetiquetaje. "Estamos teniendo en cuenta los diferentes impactos que la producción alimentaria tiene en el cambio climático, desde el uso del agua que se necesita en cada uno de ellos, su afectación sobre la biodiversidad, cómo degrada los suelos... Son una veintena de indicadores los que se están cruzando", explica. "Nos encontraremos, por ejemplo, que todas las carnes estarán en lo más alto de la escala de impactos, pero dentro de esas carnes habrá también distintas gradaciones: no es lo mismo la ternera criada en pastos de montaña que la que se engorda en una macrogranja", agrega el experto. En todo caso, puntualiza, la existencia de este nuevo etiquetado no debería afectar en principio a los precios de los productos.

Tan importante como la implantación de la etiqueta ambiental, "que todavía necesitará unos años, pero que va a ser un paso inevitable", pronostica Rosenbaum, será la divulgación que se haga de ella entre los consumidores. "Lo primero será lograr el consenso de todas las partes interesadas, con las que ya se está trabajando; luego convendría realizar campañas de información para implicar también a los consumidores", subraya.

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