Comercio

Party Fiesta cierra definitivamente arrastrada por las deudas, los costes y la competencia

La cadena de disfraces y productos de decoración bajará la persiana de sus 33 tiendas y despedirá a unas 140 personas

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Una tienda Party Fiesta en el centro comercial Gran Via 2

Una tienda Party Fiesta en el centro comercial Gran Via 2 / El Periódico

Paula Clemente

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Todo parecía indicar que había luz al final del túnel, pero, finalmente, la cadena barcelonesa Party Fiesta bajará la persiana para siempre. La compañía estuvo al borde de la liquidación hace unos meses, pero un grupo de empresarios decidió comprarla y tratar de reflotar esta emblemática cadena de venta de disfraces y artículos de decoración. Sin embargo, a juzgar por como termina esta historia, el agujero debía ser mucho más severo de lo que calculaban. Los nuevos dueños han presentado un segundo concurso de acreedores y han solicitado al juez la liquidación de la compañía, según avanza La Vanguardia este miércoles y ha podido confirmar EL PERIÓDICO.

Esto significa bajar la persiana de una treintena de tiendas repartidas por todo el territorio y que unas 140 personas se queden sin trabajo. En las últimas semanas, la compañía habría intentado llegar a un acuerdo con la plantilla, pero la negociación ha terminado sin acuerdo, lo que significa tirar hacia adelante el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) con las condiciones básicas.

Según una fuente cerca al procedimiento, los motivos que han forzado el cierre han sido varios. El primero, y más importante, que Party Fiesta compite en el mercado de los bazares, así que hay que sumar mucho valor añadido a la propuesta para convencer a un público cada vez más inclinado a la comodidad y al ahorro. Lo mismo ocurre al intentar potenciar el canal 'online', donde la competencia es Amazon. Segundo, que una de las decisiones estratégicas de la cadena era estar situada en ubicaciones clave como calles principales y centros comerciales, pero eso hace que los costes inmobiliarios sean muy elevados. "Y los márgenes no son tan buenos como para permitírselos", añade esta fuente, que suma a este combo los costes laborales, en general, altos.

Ante esta situación, a Nipte 2000 (la sociedad que compró Party Fiesta SA) no le ha quedado otra que rendirse definitivamente y volver a solicitar la liquidación de la compañía. Sin embargo, en este caso no habrá vuelta atrás.

Sin opción de recompra

El abogado concursal que lleva el caso, Francesc Poch, del bufete Advecon, ha solicitado directamente la liquidación. Según cuenta a EL PERIÓDICO ha decidido hacerlo así, sobre todo, porque la venta de esta unidad productiva es tan reciente que sería complicar demasiado las cosas para todas las partes implicadas volver a empezar al proceso desde cero. Le disuade de hacerlo, también, que ya en el primer caso no hubo demasiados aspirantes a comprarlas, que la situación financiera es aún peor que antes (aunque entonces se arrastraban números rojos de unos 20 millones de euros y ahora apenas hay deuda) y que la imagen queda todavía más maltrecha.

"En una segunda ronda la marca queda muy mermada", explica este abogado. "La anterior vez era plausible, sí que había más margen, pero esta vez, muchos proveedores siguen siendo los mismos que tenía Party Fiesta SA, ponerlos otra vez en medio de un proceso concursal perjudicaría más su situación actual", concluye.

Ahora el reto es que todos aquellos pequeños empresarios que gestionan una tienda Party Fiesta en modo de franquicia puedan salir airosos de la operación y que la salida de los 140 trabajadores sea lo menos traumática posible.