La ronda española

Un esprint en el recuerdo de Estela Domínguez, atropellada por un camión

La Vuelta llegó a Íscar, la localidad de la ciclista fallecida en febrero e hija del excorredor Juan Carlos Domínguez a un día de la etapa con mayor desnivel de la carrera.

En busca del Movistar querido.

Alberto Dainese

Alberto Dainese / LA VUELTA

Sergi López-Egea

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Íscar, tierra castellana, páramos duros, era, desde siempre, la localidad de Juan Carlos Domínguez, un buen ciclista que llegó a vestir la ‘maglia rosa’ del Giro. Llevaba cinco años colaborando con la Vuelta, como hacen tantos excorredores, los que conducen principalmente los coches de los invitados, que disfrutan con las batallitas que les cuentan las viejas glorias.

Hace ya más de un año, Javier Guillén, director de la Vuelta, le propuso que diseñase una etapa, la antepenúltima, y que no fuera dura porque los ciclistas llegaban cansados después de tres días de batalla por las montañas del Cantábrico y antes de la traca final por la Sierra de Guadarrama, carreteras cargadas de repechos, de puertos, de dureza, donde una estrategia de un equipo rival podría hacer tumbar a un líder como Sepp Kuss sino tuviera la protección de las mejores estrellas del pelotón.

El videoanálisis de la Vuelta, por Sergi López-Egea

El videoanálisis de la Vuelta, por Sergi López-Egea. En la foto, Remco Evenepoel firmando la obra creada por el artista local @artesprada en la salida de la etapa de hoy. /

El 10 de febrero cambió la vida de Juan Carlos y su mujer e Íscar se llenó de tristeza. Eran los padres de Estela Domínguez, 18 años, promesa del ciclismo que apuntaba alto. Era la ilusión de Juan Carlos, que veía reflejada en su hija la pasión por este deporte que sigue amando con la dureza de haber perdido a Estela. Un camionero, en un despiste imperdonable, no la vio mientras entrenaba por Salamanca, en cuya universidad estudiaba. La mató en el acto. Destrozó a los padres e Íscar perdió la sonrisa.

Juan Carlos Domínguez no ha tenido coraje para acompañar este año a la Vuelta, que recompensó con el nombre de su hija la etapa reina de la edición femenina, en Lagos de Covadonga, donde venció Demi Vollering. Este viernes -su mujer aún no tiene fuerzas suficientes- Juan Carlos no quiso perderse la llegada a su localidad y hasta atendió a TVE como invitado de honor a la tertulia post etapa, para asegurar que mantenía la fe y la ilusión por el ciclismo mientras lucha para concienciar a los conductores de que sobre una bici va una vida, algo que algunos olvidan, y para impulsar carriles-bicis en las ciudades, algo, también, que algunos quitan.

En modo esprint

A Íscar entró la Vuelta en modo esprint y con caída a dos kilómetros de la meta, los velocistas y los lanzadores siempre se ponen nerviosos. Por eso, los que pelean por la general, a los que ni les va ni les viene la lucha por la victoria en una llegada masiva, se refugiaron detrás y sólo vieron a los ciclistas caídos sobre el asfalto, con el esprint lanzado y con el triunfo posterior del corredor italiano Alberto Dainese.

Con una etapa sin más historia que la habitual escapada consentida todos reservaron fuerzas para la cita en la Sierra de Guadarrama, donde Kuss, si salva el previsible lío de conjuntos rivales como el Bahrain de Mikel Landa o el UAE de Juan Ayuso, ya se verá ganador. ¿Y por qué ha de tener miedo? Por nada, mientras Jonas Vingegaard y Primoz Roglic lo protejan, velen por su integridad y sigan atemorizando a los contrincantes. Si los rivales se mueven, pues ellos también, hasta el punto de que nunca hay que descartar una nueva exhibición del Jumbo.

Este sábado el recorrido pone los pelos de punta, hasta el límite de ser la etapa de mayor desnivel positivo con 4.200 metros. Están programadas hasta 10 subidas; un día para destrozar la carrera siempre y cuando el Jumbo no participara en la Vuelta. “El llano no existe, se sube y se baja. Es un terreno complicado. No son puertos duros, pero no hay un metro de descanso. Si desde la salida hay ganas de pelea, todo se complicará mucho con 207 kilómetros y el cansancio acumulado. El que no tenga un día acertado se puede llevar un disgusto”, explica Eleuterio Anguita, exciclista madrileño que habitualmente entrenaba por estos territorios que conoce como la palma de su mano. Así que, a la batalla, a un solo día de las calles de Madrid.

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