Mi nombre es Yonas, Yonas Vingegoord

Los héroes de la leyenda del Tour.

Tourmalet por Sergi López Egea

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Sergi López-Egea

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A Miguel Induráin nunca le gustó que lo llamasen Miguelón. Odiaba ese sobrenombre, “que yo me llamo Miguel”, acostumbraba a decir. Tampoco le agradaba, en los inicios, que lo denominaran Mikel: él era Miguel y se acabó el debate.

Ahora que vivimos en una época en la que los héroes del Tour están alejados de los territorios que dominaron el ciclismo del siglo XX, franceses, españoles e italianos principalmente, llegan los fantásticos de países como Eslovenia (Tadej Pogacar) o Dinamarca (Jonas Vingegaard) y aquí aparece el problema de cómo pronunciar correctamente los nombres.

Vingegaard no vive alejado del mundo real. Los ciclistas, a diferencia de otros deportistas que se encierran en su burbuja, están pendientes de detalles como el que, al parecer, estaba preocupando al corredor danés. No es lo mismo como se pronuncia su nombre en su país como en otras partes del mundo y, claro está, en España o en Francia -solo hay que escuchar en estos dos casos la pronunciación de los narradores de ciclismo- a Vingegaard lo llaman Vingegaard, tal como suena arrastrando un poco la a porque hay dos en su apellido.

La reivindicación

Pues bien, el viernes, al acabar la etapa y como jersey amarillo, tuvo que acudir a la entrevista de la televisión pública francesa que es la que tiene los derechos de retransmisión del Tour y cuyas imágenes sirve al mundo entero. Le preguntaron cómo se pronuncia correctamente su nombre y lentamente, casi deletreando, dijo que Jonas era Yonas y Vingegaard se debía decir Vingegoord; es decir, que la a se convierte en o, porque así se dice en danés.

Con Tadej Pogacar sucede algo parecido. Si se tradujera su nombre al castellano sería Tadeo, pero la jota en esloveno se transforma en y griega mientras que Pocagar, así en plan bruto, habría que escribirlo como Pogachar, lo mismo que su compatriota, ausente del Tour, Primoz Roglic debe pronunciarse más o menos como Primos Roglich. Es complicado, pero ellos quieren que se digan sus nombres de forma correcta, tal cual lo hacen sus amigos, familiares y hasta sus hinchas locales.

De Hindley a John Wayne

Lo de Jai Hindley, que ha ganado un Giro y fue jersey amarillo del Tour el pasado miércoles, ya resulta más complicado porque su nombre suena como un saludo de amargo recuerdo, aunque el chaval, evidentemente, no tiene culpa alguna y, de hecho, los nombres anglosajones ya los tenemos más de la mano.

Y eso que nuestros abuelos, en unos tiempos en los que no existían ninguno de los entretenimientos actuales, distraían viendo los Western o películas del Oeste como ellos las llamaban. Tenían su actor predilecto, que era John Wayne,  pero siempre lo llamaban Yon Baine, tal como suena, aunque se escribiera y pronunciara de forma diferente, por lo que será complicado que, a partir de ahora, llamemos a Vingegaard como lo hacen en Dinamarca y como a él le gusta.

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