La ronda francesa
Cavendish confirma su resurrección en el Tour
El veterano velocista británico suma su segunda victoria en este Tour, la 32ª desde que debutó en la carrera.
Jornada de calma en el pelotón con los favoritos, como Pogacar, reservando fuerzas en los Alpes que llegan el sábado.
Sergi López-Egea
Periodista
Periodista especializado en ciclismo desde 1990. Ha seguido regularmente el Tour como enviado especial desde 1991 al igual que la Vuelta, varias ediciones del Giro, la Volta y Mundiales de la especialidad. Autor de los libros 'Locos por el Tour' (con Carlos Arribas y Gabriel Pernau, RBA), 'Cumbres de leyenda' (con Carlos Arribas, RBA y reedición en Cultura Ciclista), 'Cuentos del Tour', 'Cuentos del pelotón', 'Cuentos del equipo Cofidis' y 'El Tourmalet', todos ellos de Cultura Ciclista.
A kilómetro y medio de la meta de Châteauroux, junto al estadio de fútbol, se encuentra la casa natal del actor Gérard Depardieu, el vecino más famoso, un veterano en las tablas de la interpretación como lo son en el arte del pedaleo Mark Cavendish, Alejandro Valverde, Vincenzo Nibali y Philippe Gilbert. Todos ellos llegaron en 2008 a esta ciudad de la Loira en la primera victoria del velocista británico (a dos triunfos ahora de Eddy Merckx en el Tour) que ha resucitado como dominador de las llegadas masivas de la ronda francesa, un reencuentro con la historia del ciclismo.
Valverde se abraza a Cavendish: 77 años suma la pareja. 'Cav' está que se sale sin lamentar la decisión de aplazar su jubilación ciclista. 'El Bala', que seguirá corriendo el año que viene, anda más incómodo. Se vacunó pocos días antes de partir a Bretaña y el pinchazo le sentó fatal: primero fiebre y ahora corriendo con la sensación que desde entonces ha perdido parte de la chispa que lo inspiraba.
A ellos dos no los retira ni Tadej Pogacar, algo así como un hermano pequeño y casi un hijo en cuestiones de edad. 22 años tiene el gran aspirante a la victoria, que camino de la tierra de Depardieu rueda tranquilo, que el día llama a no caer y a recuperar fuerzas pensando en los Alpes que asoman el sábado. Y es que da rabia estamparse de bruces como le ocurre al italiano Jacopo Guarniere, justo en el momento en el que tenía que actuar, a dos kilómetros de la meta, para lanzar a su velocista Arnaud Démare, cuarto en la llegada y sin fortuna en el llano donde quería destacar.
La ayuda de Alaphilippe
Cavendish está dispuesto a aniquilar al resto de velocistas y su equipo, el Deceunink , a coleccionar triunfos de etapa. De seis etapas han ganado la mitad en lo que parece un frente común. A nadie se le caen los anillos, ni a Julian Alaphilippe. El campeón del mundo es el primero que le prepara el esprint a su compañero británico, que hasta tiene suerte de que los gregarios de Mathieu van der Poel en el Alpecin se líen y choquen entre ellos mientras Cavendish se abre camino hacia la victoria, hacia la historia, hacia las hazañas de un Tour que lo contempla como uno de los más grandes velocistas que han corrido en estos parajes desde que se inventó la carrera en 1903. 32 triunfos de etapa, un hito. Con fuerza arranca vestido de verde, va superando a rivales, suena el estruendo en la meta, y cuando ya se ve vencedor, Cavendish hasta tiene tiempo de celebrar la victoria. Si continúa así, si llega a París, el récord de Merckx corre peligro, aunque, la verdad, y salvo sorpresas, no habrá otro esprint en días.
Los niños y los bidones
Empezó sin arrugarse ante los grandes, los locos de las llegadas, Alessandro Petacchi, Eric Zabel y Óscar Freire, y ahora comparte pelotón con 'niños' como Pogacar.
Como niños felices son los que ahora se sitúan junto a los padres en las nuevas zonas donde por cuestiones ecológicas los ciclistas tiran los bidones, trofeos para coleccionar con las siglas de todos los equipos. Se acabó aquella imagen de arrojar los botellines en cualquier lugar para que tardasen años en pudrirse junto a la naturaleza. Este jueves, a seis kilómetros de la meta, se encontraba la isla cargada con los mejores tesoros que lanzaban los corredores. Y quien se salte la norma se arriesga hasta que lo expulsen de carrera. La primera vez una advertencia acompañada de multa y a la segunda, a la calle.
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