Charla en la Barcelona Wine Week
Ya no bebemos vino como antes: ¿el postureo ha llegado para quedarse?
El crítico de vinos Santi Rivas afirma que muchos bebedores quieren proyectar una imagen falsa a través de las copas que toman
![El experto en vinos Santi Rivas.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/80d8ac35-a86d-400f-a8a8-72427444e164_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
El experto en vinos Santi Rivas. / Abel Valdenebro
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Ferran Imedio
Periodista. Redactor del canal Cata Mayor
Periodista barcelonés apasionado por su trabajo que lleva casi tres décadas escribiendo en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, donde ha pasado por las secciones de El Día por Delante, Sociedad, Gran Barcelona, Deportes, Exit e Icult. Ha sido coordinador de las páginas de Motor, responsable de Gente y de las páginas de gastronomía Gourmet's.
La Barcelona Wine Week no solo es un escaparate de vinos en el que las bodegas muestran sus últimas elaboraciones y los compradores venidos de todo el mundo (desde representantes de grupos de restauración, cadenas hoteleras...) compran lo que más les interesa.
Más allá de su carácter comercial, también es un foro donde, durante tres días, se habla de todo lo que rodea al vino. Un buen lugar para escuchar qué se cuece en el sector, desde los problemas con el cambio climático hasta la digitalización del negocio, pasando por las tendencias de consumo.
Y es en este último campo en el que vale la pena escuchar a Santi Rivas, autor del superventas 'Deja todo o deja el vino' (Muddy Water's Books), crítico de vinos, campeón de España de Catas a Ciegas por Equipos 2018 y líder de Colectivo Decantado. En su charla de este martes, el experto comentará y catará con los asistentes 13 vinos, los mismos que capítulos tiene su libro superventas, que ya va por la cuarta edición. Con estos tragos mostrará el camino o caminos que están siguiendo los gustos de los bebedores.
Una original y efectiva manera de explicar por dónde van los tiros de las modas. Según él, hay una principal: el consumidor "consciente", el que toma el vino de manera "intelectual" porque ya tiene ciertos conocimientos, "quiere proyectar una imagen que cree que tiene -y que es falsa- a través de las copas que toma", sobre todo en las redes sociales, gran escaparate de la sociedad del espectáculo en la que estamos inmersos. Dicho en otras palabras: hay un postureo creciente.
"El vino siempre había sido una representación de estatus o reconocimiento y ahora lo es de un estilo de vida, de una ideología hasta el punto que te puedo decir qué vota el que bebe vinos naturales, el que bebe vinos de Ribera del Duero, el que solo bebe vinos catalanes...". ¿De izquierdas, de derechas, nacionalistas, respectivamente?, le preguntamos. Sonríe Rivas, una forma de aprobación tácita a nuestra pregunta. "Y este tipo de consumidor estético, ideológico, comenzó a aparecer hace tres o cuatro años", calcula.
Este "cambio de paradigma en el consumo de vinos" ha comenzado a arrastrar a los elaboradores, que quieren gustar al público aunque haya situaciones tan paradójicas como el hecho de que haya bodegas que venden millones de botellas que nadie publica en las redes porque nadie las valora mientras que hay otras que solo hacen 5.000 y en cambio acumulan 50.000 impresiones".
Rivas, que cata unas 500 referencias al mes, identifica tendencias claras como que ahora "hoy en día se prefieren tintos más delgados y se buscan blancos con más crianza, más entidad, más jerarquía". "Eso hace que haya vinos de este tipo que hace cinco años costaban 15 euros y que ahora son casi inencontrables y aparecen en las cartas de restaurantes internacionales a 700 dólares, o que cuestan 40 si tienes cupos de la bodega y 2.000 si no los tienes".
"Xenofobia ampelográfica" y "determinismo latitudinal"
Hablando de precios, los aficionados "necesitan flipárselo" con lo que pagan. Es decir, que "no consideran que algo de 15 euros sea realmente bueno y necesitan pagar cierto precio, que valgan 30, 40, 50 euros". "Pero no son gilipollas no pagarán 1.000 por una botella".
También habla de prejuicios. Y en términos entre divertidos y rimbombantes. Por ejemplo la "xenofobia ampelográfica" (la ampelografia es el estudio de las variades de vid) y el "determinismo latitudinal". La primera se refiere a quienes no beben vinos elaborados con variedades foráneas. "Por ejemplo, rechazarían un vino de Toledo hecho con cabernet sauvignon", explica. Y eso hace que cada vez sean más las bodegas que apuestan por las variedades autóctonas. Pero ahí va su reflexión: "¿un cabernet de una viña de 80 años no es autóctona?".
El "determinismo latitudinal" es el consumo que convierte un buen vino de una zona en un éxito mientras ningunea otros buenos vinos de otras áreas. "Por ejemplo, no es lo mismo hacer vinos en la sierra de Gredos, porque nos ha dado por ahí de manera totalmente aleatoria, que en Arlanza, donde no te hace caso nadie". Vamos, que no hay una razón objetiva para elegir una elaboración de una zona u otra, tan solo caer en gracia.
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