Momento sagrado
Comandas cantadas, botellas de vino de 27 litros y mus hasta las ocho de la tarde: cómo disfrutar de la mejor sobremesa de España
De la Riva ofrece en Madrid un homenaje a la lentitud con menús para degustar sin prisas y espacio suficiente para echar la partida hasta que el cuerpo aguante
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Pepe Morán en la puerta de De la Riva con sus botellas de vino de 27 litros
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Natalia Vaquero
Periodista
Cuando los restaurantes tienden cada vez de forma más apremiante a limitar el tiempo de estancia de los comensales, Pepe Morán ofrece un homenaje a la lentitud en su local madrileño De la Riva con menús para degustar sin prisas regados con frascas de vino y espacio suficiente para echar la partida hasta que el cuerpo aguante. Una sobremesa de las de antes para disfrutar de la compañía de amigos y familiares que acaba de recibir el premio 'Sobremesas excelentes" de los Host Awards de Schweppes en el Basque Culinary Center de San Sebastián.
En este restaurante madrileño, en la calle de Cochabamba 13, al lado del Santiago Bernabéu, abierto en 1932 por el chófer de Antonio Maura, la sobremesa es un momento sagrado que puede durar horas.
Se trata de una experiencia única que combina la bondad de la comida casera, del vino, con botellas de 27 litros que se sirven en frascas, y del fomento de una conversación relajada y enriquecedora que en muchas ocasiones sirve hasta para cerrar importantes negocios.
"No abrimos por la noche, así que no hay prisas", explica Pepe Morán, orgulloso de un público que llena su restaurante cada día.
Entre sus clientes más selectos, el rey Juan Carlos I antes de su exilio voluntario en Abu Dabi. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, empresarios y directivos del Real Madrid son otros de los asiduos a este local en el que una comanda cantada sustituye a la aséptica carta. Primero, los primeros platos y solo después de comer estos, se entonan los 'segundos'.
A partir de las dos de la tarde el vino de las botellas de primatos de 27 litros llenan las frascas de boca ancha. Es el momento en que empiezan a llegar los comensales que eligen primero entre las patatas guisadas con costilla de ibérico, lentejas caseras, alubias pintas, verduritas con garbancitos pedrosillao, rabas o bocartes.
"Estos primeros platos suelen ser para compartir", precisa Pepe Morán, quien después de este festín inicial canta los 'segundos': congrio en salsa verde al estilo de Aranda, pecho de ternera al horno y todo tipo de casquería fresca y frita en sartén con aceite de oliva virgen.
A las tres de la tarde, Morán y su equipo ponen a todo volumen el 'Que viva España' de Manolo Escobar mientras el anfitrión saca a bailar a alguna de las mujeres que disfrutan de la comida.
"Normalmente a la gente le encanta pero es cierto que hay quien le molesta la canción y después me llena las redes sociales de críticas", reconoce resignado pero sin preocupación alguna.
La cocina está abierta hasta las seis de la tarde en medio del bullicio de la sala donde ya la gente está echando la partida. "Juegan al mus, al dominó o al póker y se toman diferentes combinados hasta las siete u ocho de la tarde, cuando cerramos hasta el día siguiente", explica este hostelero que adquirió De la Riva hace 23 años.
El restaurante fue fundado en 1932 por Paulino de la Riva, chófer del político español Antonio Maura, presidente del Consejo de Ministros de España con Alfonso XIII en cinco ocasiones. En la cocina de entonces, siempre al mando Obdulia, la esposa de De la Riva y cocinera del político. "Era una casa de comidas barata", señala el flamante premiado.
En 2000 fue cuando Pepe Morán adquirió el local decidido a mantener ese espíritu popular de De la Riva que ha animado la sobremesa de los madrileños durante décadas.
"Ha sido un honor entregar este premio a Pepe Morán", celebra Irantzu Basterretxea, estratega de comunicación de Schweppes, "porque esta marca siempre ha estado presente en las sobremesas, en esos momentos de desconexión en los que nos juntamos con los nuestros, charlamos tranquilamente y, por qué no, disfrutamos de un buen gin tonic", concluye.
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