Cata Menor
Alcohol, adicciones y hostelería, por Pau Arenós
Al abstemio se le acosa, se le acompleja, se le invita a brindar, aunque sea un culito
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David Seijas en The Barcelona edition / Pau Arenós
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Pau Arenós
Coordinador del canal Cata Mayor
Periodista y escritor, con 18 libros publicados, entre ellos, novelas y cuentos, y media docena de premios, como el Nacional de Gastronomía. Ha estado al cargo de las revistas 'Dominical' y 'On Barcelona' y ha dirigido series de vídeorecetas y 'vídeopodcast'. El último libro es 'Las pequeñas alegrías'.
En descargo, podría ser: alcohol, adicciones y periodismo. O alcohol, adicciones y administración pública.
El alcohol como charco en el que toda la sociedad mete los pies.
El consumo responsable, bla-bla-bla. Sí, de acuerdo. Bebo vino. Creo que no tengo un problema. O tal vez sí.
Esta reflexión tiene como precedente el artículo que escribí sobre David Seijas, que fue jefe de sumillería de El Bulli y codirige una empresa de búsqueda y comercialización de vinos, Gallina de Piel.
El de David es un caso singular porque ha conseguido, con ayuda de una terapeuta, un sistema propio para continuar en el mundo del vino, catar y no beber.
Más allá de la metodología, me interesan las frases que dan contexto, como cuando dice que beber “está bien visto”.
No se censura el bocadillo de desayuno con cerveza ni el carajillo posterior, no se censura el pedete divertido, no se censura el gintónic de media tarde, no se censura el maridaje sin fin, no se censura el botellón, no se censura el desparrame coctelero.
En cambio, al abstemio se le acosa, se le acompleja, se le invita a brindar, aunque sea un culito. Recibe más consideración de raro el abstemio que el bebedor.
Me gusta el vino y comprendo, ¡cómo no!, la dimensión cultural. Pero, admitámoslo, algo va mal. En la hostelería, y alrededores, donde me encuentro, el consumo de alcohol, por la facilidad de acceso, es amplio, habitual, preocupante.
Conozco un montón de personas con el hígado graso (no solo por la bebida, claro), enfermedad silenciosa que avanza. Al acecho, otras patologías.
“Siempre quise pasarlo bien”, dice David. Yo también. El alcohol es divertido hasta que deja de serlo.
¿Solución? Reducir el consumo. Quien pueda. Quien no, que lo abandone porque, claramente, sí tiene un problema. No hay aquí una pretensión moralizadora, ni castrante, sino poner sobre la mesa, con o sin mantel, una situación visible que se pretende invisibilizar.
El alcohol genera capitales, millones, y buenos impuestos.
¿Alcohol, adicciones y hostelería? Alcohol, adicciones y sociedad.
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