Opinión | Cata Menor
Coordinador del canal Cata Mayor
Pau Arenós
Coordinador del canal Cata Mayor
Periodista y escritor, con 18 libros publicados, entre ellos, novelas y cuentos, y media docena de premios, como el Nacional de Gastronomía. Ha estado al cargo de las revistas 'Dominical' y 'On Barcelona' y ha dirigido series de vídeorecetas y 'vídeopodcast'. El último libro es 'Las pequeñas alegrías'.
¿Por qué no hay restaurantes de pasta a la catalana?
Consumidores de pastas con estilo propio, nuestra oferta es inexistente en el mundo y eso que la 'fideuà' o el 'rossejat' son platos únicos
La pasta –el resultado de mezclar harina con agua– es un invento extraordinario que se valora poco por su impactante ordinariez.
Existe en la mayoría de culturas, es barata y resistente, pecio para náufragos en el fondo del armario. Seca, se transporta y almacena con facilidad y solo necesita de un medio líquido para ser regenerada.
Fondo de armario, sí, el equivalente a una camiseta blanca y a unos vaqueros. Fondo de armario son también las conservas y las legumbres. La próxima vez que mires una lata o un paquete de macarrones piensa en el ingenio humano y en salvavidas.
¿Por qué percibimos las pastas elaboradas a la italiana desde la elegancia y las chinas, desde la abundancia? Es una forma sutil –o no tanto– de racismo.
[Aquí, la historia del plato de ‘bucatinis’ con sardinas que venció a la Mafia siciliana]
En el imaginario colectivo, Italia como país de artesanos y diseñadores y China, de multicopistas. Si pensamos en Japón, de nuevo la delicadeza y el estilo y eso que sus masas son una copia/adaptación de las chinas.
La 'gyoza' gana, en prestigio y difusión internacional, al 'jiaozi'. Incluso el chino de la esquina lo vende en su carta bajo el nombre japonés para sortear conflictos.
Sigamos con la caricatura, que no es más que un charco en el que se refleja la realidad. El 'ristorante', espacio íntimo, tal vez con velas; el chino, enormidades bajo fluorescentes.
[Aquí, el restaurante Algrano… y aquí, el Bar Lombo]
Y nosotros, ¿en qué lugar estamos? Consumidores de pastas con estilo propio, nuestra oferta es inexistente en el mundo y eso que la 'fideuà' es un plato único, singular, propio, algo distinto en el universo pastafari.
En la crónica sobre Can Marlau, frente a unos fideos melosos con gambas cocinados por Ferran Soler, pregunto por qué no existe un restaurante donde la pasta local (la manera como se hacen por aquí los fideos o los canelones o los macarrones o los 'galets') sea el eje, mientras que a nadie le parece una temeridad abrir un establecimiento a la italiana. Es más: ¡es que no paran de desenredar lugares donde comer unos espaguetis a la carbonara!
Insisto: pensar lo nuestro con los argumentos de venta de los otros, de los chinos, de los japoneses, de los italianos.
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