Así es trabajar en el exterior de un rascacielos como la Torre Glòries de Barcelona: “No puede salir cualquier persona"

Los grandes rascacielos requieren un mantenimiento a la altura de su complejidad, que pasa desapercibido por los vecinos y visitantes aunque sean construcciones icónicas. Un rodaje fotográfico el pasado junio en el mirador de la Torre Glòries permitió a EL PERIÓDICO ver de cerca los cuidados que recibe uno de los edificios más altos y conocidos de Barcelona.

Las labores diarias que requiere, como limpieza, reparaciones, reposiciones y otros ajustes, no son tarea fácil para el equipo encargado del mantenimiento del rascacielos. A la dificultad de comprobar que todo funcione correctamente en las 38 plantas que contiene, se le suma el protocolo a seguir en los trabajos que se realizan en el exterior, no aptos para personas con vértigo. Colgarse a 144 metros de altura forma parte de la rutina diaria de estos especialistas.

Carlos Costa, gestor de Mantenimiento de la Torre Glòries, explica a EL PERIÓDICO cuáles son los retos a los que se enfrenta su equipo, compuesto por entre 10 y 15 personas, para cumplir con los estándares de limpieza y conservación de este emblemático edificio. Además de alojar múltiples empresas, desde hace pocos meses forma parte de la liga de las mejores torres mirador del mundo, la World Federation of Great Towers.

En temporada alta (invierno), 2.500 personas trabajan en el rascacielos. Eso representa 2.500 posibles clientes para Costa y su equipo, ya que su trabajo es responder a las demandas e incidencias generales que surgen en la torre diariamente. Reparar “cerraduras que no se abren, unidades de climatización que no funcionan” y encargarse del “mantenimiento del restaurante, del gimnasio y del mirador del edificio”, explica Costa, son solo algunas de las tareas que realiza su equipo a lo largo del día.

“No puede salir cualquier persona"

Si gestionar las necesidades del interior de la Torre Glòries ya es un trabajo “con una exigencia bastante alta”, mantener su colorida piel exterior está a otro nivel, sobre todo porque para hacerlo hay que colgarse a gran altura. Personal con diferentes cursos especiales trabajan suspendidos en el exterior, equipados con un arnés reglamentario y un casco: “No puede salir cualquier persona. Hay un protocolo a seguir; por ejemplo, siempre tienen que salir dos personas y se debe avisar al centro de control, a los compañeros de seguridad porque todo el mundo tiene que saber que hay alguien trabajando en el exterior”.

Para mayor seguridad, en todas las plantas hay líneas de vida, que son cables metálicos anclados a una superficie que resistiría el peso del trabajador en caso de caída y la “doble piel”, que es la pasarela de paso entre las dos fachadas del edificio. “Nunca hemos tenido ningún susto”, declara Costa.

No obstante, los escaladores temerarios que trepan por grandes rascacielos de todo el mundo sin ninguna protección --los llamados 'Spiderman', que arriesgan su vida para presumir de sus hazañas en las redes sociales-- sí que proporcionan, regularmente, más de un susto. “Es muy peligroso. Últimamente está siendo una práctica muy recurrente. Cada tres meses tenemos un ‘Spiderman’ en la torre y tienen que venir los bomberos y los Mossos, subir hasta la planta 30 y sacarlos”, lamenta Costa, quien, junto al resto de trabajadores de la Torre Glòries, condena esta práctica.

En relación con la limpieza exterior del edificio, detalla que "hay 52.000 lamas de vidrio que deben limpiarse durante el año". Además, que la cúpula sea un mirador exige limpiar los cristales de esta planta a diario para que no entorpezcan la visión: “El personal tiene que colgarse cada día para que todo esté impecable, ya que es un lugar abierto al público”. Desde hace dos años, la planta 30 del rascacielos acoge el mirador Torre Glòries, con vistas de 360 grados de la ciudad. Como dato curioso, es el único espacio de la torre en el que se han quitado algunas lamas para facilitar la visión panorámica.

La reparación y la revisión de las luminarias del exterior de la torre es otro trabajo de máxima exigencia que también se realiza en suspensión: “A lo largo del año hay incidencias en los circuitos y hay que repararlas”, explica Costa. En cada planta del edificio hay alrededor de 24 luminarias que, al encenderse, convierten la torre en la única de Barcelona que se puede iluminar de forma dinámica.

Por otra parte, en jornadas especiales -días internacionales, festividades, campañas...-- el juego de luces puede dibujar formas, figuras y mensajes escritos. En estos casos, el equipo de mantenimiento preparar la maqueta con el patrón de luces y la programa.

De todos los eventos para los que se ha iluminado la Torre Glòries, Costa rememora las campanadas de Fin de Año de 2020. Fue el escenario elegido para dar la bienvenida a 2021, televisada y con pirotecnia descentralizada que disuadiera aglomeraciones. Las restricciones propias de la época post-COVID llevaron a que la celebración estuviera marcada por condiciones muy exigentes. Según Costa, el aviso para iniciar los preparativos llegó con poca antelación y solo tuvieron dos días para preparar la torre: “Ahora lo tratamos como una anécdota, pero en su momento fue una presión añadida bastante grande”.