En Torre Baró

Un enredo burocrático complica la eliminación de una plaga de escarabajos expandida a un bloque de Barcelona

El Ayuntamiento, Adif y Renfe discrepan sobre quién debe erradicar el foco detectado en una arboleda junto a una estación de Rodalies y extendido a un edificio de protección oficial

Un robo tras otro en el cableado eléctrico de un barrio de Barcelona: “Estamos hartos”

Los olmos afectados por la plaga de galeruca, a la derecha de la estación de Torre Baró, en Barcelona.

Los olmos afectados por la plaga de galeruca, a la derecha de la estación de Torre Baró, en Barcelona. / JORDI COTRINA

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

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Parece obra de un incendio. La desolación se ha abatido sobre la pequeña olmeda pegada a la valla que separa las vías del tren del nudo de carreteras de entrada a Barcelona. Los troncos se han ennegrecido, las ramas se abren agrietadas y las hojas que no han caído marchitas están carcomidas, como si un roedor la hubiese mordisqueado. Los árboles mustios plantados entre la estación de Rodalies de Torre Baró y la C-17 contrastan con el resto de vegetación que envuelve la parada. 

El pésimo aspecto de la arboleda no es fruto del fuego, sino de una plaga de galeruca del olmo, un tipo de escarabajo que se ha cebado con los ejemplares y se ha extendido al menos a un bloque de viviendas de protección oficial. Aunque queda fuera de la zona de vías, el terreno donde los insectos han anidado es titularidad de Adif. No obstante, el gestor ferroviario, Renfe y el Ayuntamiento no coinciden en apuntar a quién le corresponde fumigar y niegan en todo caso ser los competentes para hacerlo. La discrepancia ante la invasión de coleópteros asombra a los afectados. 

Ángela Barriuso, vecina del barrio, muestra una fotografía de la olmeda, tomada la primavera pasada. Por entonces, lucía lozana, nada que ver con la apariencia enfermiza en que ha decaído. “Empezamos a tener bichos hace cosa de un mes. Pensé que solo pasaba en mi casa, pero los vecinos empezaron a preguntar de repente qué era eso que se enganchaba a las lámparas”, explica.

Ventanas cerradas

A algunos residentes no les queda otra que enclaustrarse y soportar el calor para que la vivienda no se llene de insectos por la noche, cuando proliferan atraídos por la iluminación. “Cerramos las ventanas, pero nos asfixiamos”, comenta Inma Martínez. “En la cocina, vienen a la luz de la encimera. Si no te das cuenta, caen en la sartén y te los comes. Me los he encontrado detrás de la tele, encima de los armarios, muertos…”, enumera.

José Manuel Bullón observa los olmos afectados por la plaga de galeruca, en Barcelona.

José Manuel Bullón observa los olmos afectados por la plaga de galeruca, en Barcelona. / JORDI COTRINA

José Manuel Bullón señala un par de escarabajos que rondan el borde del ventanal de su domicilio. También se ha colado alguno en el ascensor. “Ahora no tenemos tantos porque estamos con las ventanas cerradas, pero ha habido alguna noche en que he encendido la tele y la pantalla estaba repleta de insectos”, asegura. “Otro día, al salir de la ducha, abrí la ventana para que se fuera la humedad y se llenó de bichos -relata-. Me encerré y eché insecticida. Salí medio ahogado. Luego conté 60 bichos muertos”.  

Tras varias reclamaciones de los vecinos del edificio al Ayuntamiento y al Parque Natural de Collserola, un equipo de Parques y Jardines localizó los árboles infestados por la galeruca del olmo junto a la estación. Concluyó que de ahí surge la plaga que se ha expandido a los domicilios. En todo caso, el consistorio avisó a los vecinos el pasado martes que sus operarios “no pueden intervenir”, dado que “el espacio en que se ubican los árboles afectados es propiedad de Refes Ferroviarias”. “Hemos comunicado la incidencia a Adif”, informaba el mismo mensaje.

Cruce de respuestas

A preguntas de EL PERIÓDICO, el Ayuntamiento esgrime que “la única alternativa ahora mismo es hacer un tratamiento fitosanitario”. “En este caso, es competencia del ente gestor, Adif”, atribuye.

El consistorio alega que “los técnicos de Parques y Jardines no pueden actuar en un espacio ferroviario porque no son terrenos municipales”. También aduce posibles riesgos por las labores a practicar "cerca de las vías”, por lo que ha instado al gestor de la infraestructura ferroviaria a acometer “las actuaciones necesarias con las medidas de seguridad requeridas”. Un cercado metálico y el andén se interponen entre los olmos y la vía férrea.  

Por su parte, Adif niega que le incumba la tarea y la carga a Renfe. Apela a los acuerdos entre ambos entes públicos para sostener que Renfe debe resolverlo, como cualquier otro arreglo en el cuidado de las estaciones. 

La compañía ferroviaria reconoce que así lo rige el convenio con Adif, pero añade un matiz. “Somos responsables de todas las tareas de mantenimiento de estaciones de Rodalies dentro de la estación. En este caso, no hay ningún árbol dentro de la estación, sino que está fuera de las vallas”, distingue Renfe. “No es nuestro, lo que está fuera del vallado no es de Renfe”, recalca la empresa. Sin nadie que la asuma por ahora, la solución del problema queda encallada. 

Vecinos irritados

El cruce contradictorio de respuestas irrita a los vecinos. “Sentimos impotencia. Sea de quien sea, el Ayuntamiento tiene que responder”, piensa Barriuso. “El Ayuntamiento tiene que dar aviso a los responsables y, si no reaccionan, intervenir cobrando el coste y sancionarlos”, plantea Bullón. 

Detalle de unas hojas raídas de un olmo atacado por la plaga de galeruca, en Barcelona.

Detalle de unas hojas raídas de un olmo atacado por la plaga de galeruca, en Barcelona. / JORDI COTRINA

Además, llueve sobre mojado en el edificio, dependiente del Instituto Municipal de Vivienda de Barcelona. En el inmueble han proliferado las quejas por el mal funcionamiento de las instalaciones. “Parece que se rían de nosotros, pero el recibo de 30 euros de la escalera lo pasan cada mes”, reprocha Martínez.  

Entre la arboleda maltrecha y el inmueble damnificado distan cerca de 300 metros de distancia. “Hay diversos pies de olmo que están muy afectados y la plaga, en situaciones favorables, se puede desplazar muchos metros a su alrededor”, ilustra el Ayuntamiento. En ese sentido, los técnicos municipales sostienen que la probabilidad de que los insectos procedan del entorno de la parada de cercanías “es alta”.

El Ayuntamiento afirma que los daños que la galeruca causa “son exclusivamente en el árbol”, como la defoliación, el debilitamiento y, “en casos extremos”, la muerte de los ejemplares. “No existen riesgos de salud para las personas, más allá de las molestias que la presencia de los insectos pueda ocasionar”, agrega. “No hacen nada, pero es desagradable y muy asqueroso”, atestigua Martínez.

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