Final inesperado

Un 'correfoc ' furtivo y reivindicativo cierra la fiesta mayor de Gràcia pese a la prohibición

Gràcia corona el tributo de Mozart al cine de Miyazaki como la calle mejor decorada de las fiestas de 2024

Un 'diable' quema una carretilla entre los manifestantes.

Un 'diable' quema una carretilla entre los manifestantes. / ZOWY VOETEN

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Ha despedido Gràcia su fiesta mayor más coja, con una ausencia casi absoluta de cultura popular en la calle por el enconado enfrentamiento que mantienen las ‘colles de diables’ desde hace un año y medio. La única incógnita por despejar era, ¿y el próximo año qué?, y otra más inmediata. A través de sus grupos de ‘whatsapp’, por redes sociales y con carteles pegados en las esquinas estaba convocado tras el atardeceder, hora habitual de los ‘correfocs’, un encuentro furtivo de ‘diables’ en la confluencia de la Travessera de Gràcia y la calle de Torrent de l’Olla. Aunque de baja intensidad, ha habido fuego. Queda ahora pendiente, pues, el otro interrogante. ¿Y el año que viene, qué?

A la cita se convocaba a los manifestantes, si es que así se les puede llamar, para vinieran pertrechados con la ropa adecuada para este tipo de fiesta, más, si era posible, con silbatos. Más de un centenar de personas han llenado ese cruce, quizá incluso más. Al principio, con notable sentido del humor, los ‘diables’, de varias ‘colles, pero no de la Vella de Gràcia, enemistada con todos, han encendido bengalas infantiles en la punta de sus cetros y han tirado petardos infantiles. Parte del público bailaba a su alrededor como si aquello fuera el infierno. El clásico pitido de la pirotecnia salía esta vez de los silbatos de árbitro. Al cabo de una rato, sin embargo, la llamada de la pólvora ha sido irresistible y se han encendido, siempre de una en una varias carretillas, la base esencial de todo buen ‘correfoc’.

No ha sido una manifestación de corear consignas ni de manifiestos. Esto ya sucedió en el ecuador de la fiesta mayor. Ha sido, más bien, un desahogo y una manera de cargar las pilas cara al septiembre de negociaciones que está a la vuelta de la esquina. Entre los asistentes, de ‘colles’ incluso de otros puntos de la ciudad, la opinión recabada era que tal vez con caras nuevas, ahora que han dimitido generosamente los miembros de la última junta, se podrá resolver el conflicto, un enfrentamiento que parece más antiguo de lo que se supone, tanto que en realidad nadie sabe cuál fue la chispa inicial.