Import & Export (III)

Barcelona y Londres: pago 'contactless' envidiable en el metro frente a ir de 'shopping' entre coches

La capital catalana ha estrenado un exitoso bus náutico en el Port Vell que podría inspirarse en el modelo turco para crecer

Capítulo I - Barcelona y Berlín: el abono de piscinas que podríamos copiar versus cómo combatir violencias machistas

Capítulo II - Barcelona y Estambul: el transporte público marítimo que podríamos copiar versus urbanismo asfixiante

Metro de Londres

Metro de Londres / HUSSEIN HIMMATI

Lucas Font

Lucas Font

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Las ciudades globales comparten muchos retos y preocupaciones. Barcelona se ha inspirado en numerosas ocasiones en las soluciones ideadas por otras urbes y también ha servido de modelo para consistorios que buscaban buenas prácticas. EL PERIÓDICO radiografía este verano políticas públicas y experiencias locales que podrían alimentar los próximos años este flujo de importación y exportación, de la mano de la red de corresponsales y periodistas de esta redacción.

Tras las primeras entregas sobre Berlín y sobre Estambul, le toca el turno a Londres por su movilidad en metro y a pie.

IMPORT

Londres ha experimentado una rápida transformación en los últimos años en muchos aspectos, también a nivel urbanístico y tecnológico. Se ha convertido en un ejemplo de la adaptación que las grandes ciudades deben llevar a cabo para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. La ciudad ha desarrollado iniciativas encaminadas hacia este objetivo, entre ellas el uso de la tecnología para mejorar el acceso al sistema de transporte público y el pago de los billetes de metro, adaptándolo a los tiempos actuales. En otras materias, sin embargo, la capital británica todavía tiene margen de mejora, con la posibilidad de poner en marcha iniciativas que ya se están implementando en otras ciudades.

De hecho, la capital británica es una de las ciudades con el transporte público más caro del mundo. El precio de un billete sencillo de metro suele estar entre las 2,70 libras (3,20 euros) y las 5,60 libras (6,60 euros), en función de la distancia recorrida y de la hora del día, mientras que las combinaciones con otros transportes como el autobús, el metro ligero o el tren pueden encarecer todavía más el trayecto. La empresa encargada de gestionar el servicio, Transport for London (TfL), ofrece tarjetas semanales y mensuales –con un precio mínimo de 50 euros y 195 euros, respectivamente– que abaratan el coste de los trayectos en caso de que se utilice el transporte público con frecuencia.

Mind The Gap, la popular señal de los andenes del metro de Londres

Mind The Gap, la popular señal de los andenes del metro de Londres / Giorgio Rossi / 123RF

Uno de los métodos más utilizados en el transporte público londinense es la Oyster Card, una tarjeta reutilizable en la que pueden cargarse distintos tipos de billetes, entre ellos el billete semanal o el mensual. Esta tarjeta también permite introducir saldo directamente, sin comprar ninguno de los billetes disponibles, en un sistema conocido como ‘pay as you go’ (paga al momento) y que es el más utilizado por las personas que no se mueven en transporte público a diario.

El uso de la Oyster Card con el modelo ‘pay as you go’, sin embargo, es cada vez menos habitual debido a la instalación de lectores ‘contactless’ en los tornos del metro y de las estaciones de tren, así como en los autobuses, que permiten a los usuarios pagar directamente con la tarjeta de crédito o débito sin necesidad de comprar un soporte recargable. Los lectores ‘contactless’ detectan la estación en la que un usuario ha iniciado su trayecto y la estación en la que lo ha terminado, cobrando el importe correspondiente directamente de la cuenta bancaria.

Instantánea del Metro de Londres un día cualquiera.

Instantánea del Metro de Londres un día cualquiera. / Miquel Parera en Unsplash.

Este sistema solo funciona por ahora con el modelo “pay as you go”, mientras que los billetes semanales y mensuales se siguen recargando en la tarjeta física. A pesar de ello, la posibilidad de cargar distintos billetes en la Oyster Card supone una mayor comodidad para los usuarios, ya que pueden usar la misma tarjeta sin necesidad de renovarla periódicamente. La experiencia londinense sin duda le vendría bien a la T-Mobilitat barcelonesa, que aún está ultimando trámites para operar en móviles iPhone y que no desencallará antes de 2027 su ambiciosa tarifa por distancia recorrida. Sin esta reforma, la tarjeta recargable no pude usar saldo directamente y tiene que ceñirse a los billetes preestablecidos.

EXPORT

Las mejoras en la forma de pago del transporte público, adaptadas a las nuevas tecnologías, contrastan con la demora en los proyectos de peatonalización de la ciudad. Unos proyectos que ya están funcionando en ciudades como Barcelona, que tiene una larga trayectoria en este campo. La reciente --y debatida-- creación de ‘superilles’ en el Eixample entronca con pacificaciones en los años 80 y 90, que también generaron resistencia y se consolidaron ampliamente, como la del Portal de l'Àngel, el eje comercial por antonomasia de Ciutat Vella.

Peatones circulando en el Portal de l'Àngel, en Barcelona.

Peatones circulando en el Portal de l'Àngel, en Barcelona. / JORDI OTIX

En Londres cuesta ir de 'shopping' a pie y sin tráfico alrededor: las medidas anunciadas se está implementando de forma más descafeinada. El alcalde de la ciudad, el laborista Sadiq Khan, incluyó en su programa electoral en 2016 la peatonalización de Oxford Street, la calle comercial más transitada de Europa y una de las arterias más emblemáticas de la capital británica. Pero sus planes se han visto frenados por el distrito de Westminster, al que pertenece la avenida, que ha optado por una reforma menos ambiciosa.

“Me temo que la realidad es que no están a favor de que toda la calle sea peatonal. Sigo intentando utilizar mis encantos para convencerles de que es lo correcto”, aseguró Khan hace unos meses en un debate en la Asamblea de Londres. El distrito ha reducido el presupuesto para la renovación de Oxford Street de los 178 millones de euros a poco más de 100 millones, y ha limitado la peatonalización a algunas zonas adyacentes, especialmente las más frecuentadas por turistas y los espacios cercanos a las estaciones de metro más concurridas.

Tráfico en Oxford Street, la arteria comercial de Londres

Tráfico en Oxford Street, la arteria comercial de Londres / Flick'r / MallSecrets.co.uk

A pesar de que los proyectos avanzan despacio, otras zonas emblemáticas de la ciudad también se están planteando modificaciones en los próximos meses. El distrito de Camden ha abierto a principios de este mes un proceso de consulta para peatonalizar un tramo de Camden High Street, una de las calles más concurridas por los turistas. La medida ha sido propuesta para minimizar el riesgo de accidentes entre vehículos y peatones, especialmente en las horas más concurridas del día, cuando se acumulan hasta 40.000 personas en esta calle. 

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