A menos de un día del pregón

El conflicto interno de las fiestas de Gràcia se encona y amenaza con contagiar a la Mercè

Barcelona suspende el 'Correfoc' de las fiestas de Gràcia 2024 por una grave desavenencia entre 'colles'

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'Correfoc' de las Fiestas de Gràcia 2023

'Correfoc' de las Fiestas de Gràcia 2023 / Manu Mitru

Carles Cols

Carles Cols

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Una incertidumbre insondable se cierne sobre la fiesta mayor de Gràcia a menos de 24 horas del pregón que pondrá en marcha el reloj de esta mayúscula celebración que este año cumple, poca broma, 207 años. Un incendio latente desde enero 2023 entre las ‘colles de diables’ del barrio amenaza con dejar la fiesta coja, pero no solo de los siempre embriagadores pasacalles de bestias y fuego, o sea, del ‘correfoc’ y sus distintas variantes, sino incluso de otras expresiones de la cultura popular con gran arraigo, como los ‘bastoners’ y los ‘trabucaires’. No es este, por enconado, un conflicto fácil de entender, pero algunas de las fuentes consultadas, de momento con la boca pequeña, eso sí, avisan de que el modo en el que el Ayuntamiento de Barcelona ha encarado esta crisis puede ser contraproducente hasta el punto de repercutir, en septiembre, en la Mercè.

A vuelapluma y por no aburrir, el lejano origen del conflicto radica en discrepancias operativas que mantiene la Colla Vella de Diables de Gràcia con la dirección de la Coordinadora de Colles de Cultura de Gràcia. Son esos ‘demonios’, es verdad, los decanos del barrio, nacidos como agrupación en 1981, pero también es cierto que las otras dos compañías luciferinas, la Diabòlica y la Malèfica, son igualmente ancianas. La primera de ambas, de hecho, es una escisión de la Vella de 1982.

Desde enero de 2013 y hasta hoy, sin que el ruido haya ido más allá de los límites territoriales del barrio, ha habido mediadores especialistas en lidiar con conflictos, burofaxes amenazantes, ultimátums, periodos de reflexión, encendidas asambleas y plantes rotundos, como el ejecutado por la Vella el pasado enero, que decidió abandonar la coordinadora sin que quedaran muy claras las consecuencias de esa decisión, sobre todo si se tiene en cuenta que la pólvora la pagan literalmente las arcas municipales. Todo eso, lo dicho, ha sido un incendio sin apenas repercusión en los medios de comunicación.

El Correfoc de la Mercè de 2023.

El Correfoc de la Mercè de 2023. / Manu Mitru

El conflicto de 2023

El único indicio de que algo mayúsculo se estaba gestando lo supieron ver solo los espectadores más perspicaces durante las fiestas de Gràcia de 2023. Entonces, por su cuenta y riesgo, la Colla Vella de Diables encendió su pirotecnia por la calle Gran de Gràcia pese a la disconformidad de la coordinadora y, en respuesta a esa afrenta las otras compañías les cerraron el paso en el acceso a la plaza de la Vila.

Aquel suceso, por decirlo de algún modo, ha sido una brasa incandescente bajo la ceniza durante todo un año. Cuando el lunes de esta semana, es decir, a 48 horas del pregón, el ayuntamiento quiso resolver el conflicto, el comunicado que hizo público, firmado por todos los grupos políticos con representación en el pleno del distrito (PSC, Junts, ERC y PP), más bien hizo las veces de fuelle de chimenea, barrió la ceniza y avivó la llama.

Una vecina de Joan Blanques trabaja en la decoración de su calle.

Una vecina de Joan Blanques trabaja en la decoración de su calle. / JORDI OTIX

En esencia, esa acuerdo anunciaba que no se concederían los permisos municipales que necesitan las ‘colles’ para actuar en la calle. Parecía que se refería solo a los pasacalles con presencia de fuego. En conversaciones posteriores entre los distintos actores del conflicto se fue más allá y se puntualizó que no se autorizaría ninguna celebración de la coordinadora si en ella no se contemplaba la presencia de la Colla Vella de Diables. Como su presencia es transversal, eso convertiría el pograma en gruyere. Está en el aire el baile de l'Àliga, la Cercavila de Sant Roc, la 'tabalada' del domingo en la plaza del Nord...

Hay que conocer Gràcia, un territorio con una vida asociativa envidiable, y que en el caso de la cultura popular conlleva que, quien más quien menos, sea miembro de más de un colectivo. A vista del órdago municipal, el enojo ha sido notable. Como dice un miembro de una ‘colla de diables’, en momentos de conflicto y luchas cainitas, nada lima más las diferencias que juntar fuerzas para echarle un puso a las autoridades municipales.

Tanto es así que, en los corrillos y en los grupos de ‘WhatsApp’ o donde sea, se han descongelado estos días otras polémicas. “Acuérdate de lo que le pasó a la Colla de Diables de Sant Andreu”, dicen, que en la fiesta mayor de ese barrio también se las tuvo con el concejal del distrito y la cosa acabó mal. Es por eso que, según cuáles sean las fuentes a las que se recurre para sacar algo en claro de este zipizape, no se descarta que ese enojo se traslade a la venidera fiesta mayor de Barcelona, donde el Correfoc es un pilar de la celebración y donde (eso añaden) las ingratitudes del actual formato son también muchas.

A la hora de escribir estas líneas, las incógnitas son muchas. ¿Será plácido el pregón, dentro de lo que cabe? ¿Arderá la pólvora sin permiso de las autoridades? Nadie se atreve a hacer pronósticos. El único consenso es que la situación a la que se ha llegado es una pena. La Fundació Festa Major, el otro pilar del barrio en esta fechas, lamenta la situación a la que se ha llegado y confía en que, como sea, se encuentre una puerta de salida. En 1885 no hubo fiesta en Gràcia por una epidemia de cólera. En 1896, tampoco, porque los jóvenes del barrio estaban a su pesar librando una guerra en Cuba. En 1909, cómo no, tras la Setmana Tràgica no fue oportuno tampoco decorar las calles y poner música. En 1939 hubo fiesta, pero protagonizada por encamisados azules de brazo en alto. La historia de esta celebración ha tenido eso, paréntesis y periodos de altibajos, pero en la mayor parte de las ocasiones ha sido fácil explicar la causa de lo uno o de lo otro. Este año puede que la fiesta sea coja y que en los anuarios no quede bien reflejada la razón. Fácil de contar no es.