Reforma pendiente

La 'maldición' de la avenida del Tibidabo de Barcelona: reurbanización aplazada, un parque abandonado y sin Tramvia Blau

La calle sufre una tercera postergación del plan que debe permitir recuperar el 'tram', pero también arrastra otras carencias

Barcelona abandona a los pies del Tibidabo un parque novecentista que se cerró hace tres años

22 de enero de 2028: crónica del último viaje del Tramvia Blau

Las vías del Tramvia Blau, este lunes, intactas desde la última circulación del menudo ferrocarril, el 28 de enero de 2018

Las vías del Tramvia Blau, este lunes, intactas desde la última circulación del menudo ferrocarril, el 28 de enero de 2018 / Jordi Otix

Carlos Márquez Daniel

Carlos Márquez Daniel

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Barcelona tiene en la avenida del Tibidabo una de sus mayores contradicciones de los últimos tiempos. Sucesivos gobiernos han defendido la necesidad de mimar el patrimonio, potenciar las zonas verdes, descentralizar el turismo y cuidar las tradiciones y los símbolos más arraigados. Pero aquí, todos esos buenos deseos se han perdido como lágrimas en la lluvia. O si más no, se han visto postergados una y otra vez. Y no, no es solo que el Tramvia Blau lleve más de seis años sin circular. Es la reforma prometida de la calle cuyo proyecto se ha vuelto a retrasar, el mal maridaje del edificio de la Rotonda, el parque novecentista que lleva más de tres años cerrado y en muy mal estado o la calle de Manuel Arnús, una de las entradas naturales a la carretera de las Aigües, sin aceras ni iluminación nocturna.

Qué duda cabe de que Barcelona tiene urgencias mucho más apremiantes. El problema del acceso a la vivienda, el transporte público de ámbito metropolitano, las infraestructuras pendientes, la convivencia en determinados barrios entre el turismo y los residentes, la reindustrialización... Sería incluso temerario afirmar que la vida de los vecinos de la parte alta de Sant Gervasi-Bonanova ha perdido calidad por culpa de estas carencias.

Un lugar diferente

Pero si en los detalles está la diferencia, la avenida del Tibidabo es diferente. Y única; por su arquitectura, por su historia y por la época que representa: la culminación del tránsito de la antigua ciudad de murallas hacia la primera gran Barcelona. Pero vayamos por partes. De mar a montaña.

La plaza del Doctor Andreu, fin de trayecto del Tramvia Blau y parada inferior del funicular del Tibidabo

La plaza del Doctor Andreu, fin de trayecto del Tramvia Blau y parada inferior del funicular del Tibidabo / Jordi Otix

En la plaza de Kennedy, esquina paseo de Sant Gervasi, el paseante se encuentra desde 1906 con una de las fincas más reconocibles de la avenida, el edificio conocido como la Rotonda, obra de Adolf Ruiz Casamitjana, que fue hotel y hospital hasta convertirse, tras décadas de abandono, en un contenedor de oficinas. Tras años de pleitos, un juez ordenó en 2018 derribar la parte moderna, pincelada por el arquitecto Alfredo Arribas. Pero ahora, el ayuntamiento ha dado con la tecla legal para 'salvar' el 95% de los añadidos contemporáneos.

La farándula

La Rotonda, tras medio siglo de tinieblas, volvía a reabrir a finales de 2016 con un par de restaurante y un gran colmado en los bajos, amén de la histórica farmacia que jamás cerró, ni durante las obras. Se recuperaba el binomio que formaba con el Tramvia Blau, que tiene la parada a las puertas del que fuera Hotel Metropolitan (luego La Rotonda), donde en los 50 y 60 se alojaron personajes como Rock Hudson, Alfredo Kraus (cuando actuaba en el Liceu) o Lex Barker y su joven esposa, Tita Cervera, cuya familia no vivía lejos. El vínculo se rompió cuando el menudo ferrocarril dejó de circular el 28 de enero de 2018.

El edificio de la Rotonda. Hotel, clínica y, ahora, edificio de oficinas

El edificio de la Rotonda. Hotel, clínica y, ahora, edificio de oficinas / Jordi Otix

El anuncio se hizo con 10 días de antelación, con la seguridad como pretexto para tan drástica decisión. "No volverá antes de dos años", aseguraba Mercedes Vidal, entonces concejala de Movilidad y presidenta de TMB. El área de Ecología Urbana del consistorio ya dibujó en 2018 un primer boceto del futuro proyecto, que acumula un rosario de aplazamientos después de que la empresa que ganó el concurso se fuera a la quiebra. El despacho profesional que heredó el trabajo ha ido pidiendo prórrogas. La última vencía este mes de julio, pero ya se ha aprobado una nueva fecha de entrega: el 21 de noviembre.

Por una vez, unanimidad

La comisión de Movilidad y Urbanismo de la semana pasada aprobó una proposición del PP para que el proyecto esté listo antes de que termine el año. Sucedió lo casi nunca visto en el ayuntamiento: aprobación por unanimidad, desde Barcelona en Comú hasta VOX, que cuando refiere al tema habla del "tranvía azul". Los conservadores pedían de arranque desvincular la obra urbanística de la ferroviaria, pero son obras indisolubles a las que hay que añadir la reforma de la cochera de los tranvías y la modernización del material móvil (los vehículos). Así que el texto se negoció y todo quedó en esa declaración de intenciones de tenerlo todo dibujado antes de 2025. Coste: unos 19 millones de euros.

La parada del Tramvia Blau, con el cartel que informa de que el servicio está interumpido "por obras de mejora"

La parada del Tramvia Blau, con el cartel que informa de que el servicio está interumpido "por obras de mejora" / Jordi Otix

En su turno de respuesta, la actual teniente de alcalde de Movilidad y presidenta de TMB, Laia Bonet, recordó a la oposición que sufragarla reforma y la recuperación del Tramvia Blau requerirá de un pacto presupuestario. No es un comentario baladí si se tiene en cuenta la minoría con la que gobierna Jaume Collboni, que ha tenido que aprobar las cuentas de 2024 por la vía de la cuestión de confianza, esto es, poniendo su cargo a merced de un posible pacto que le desbancara.

El Gaudí de los parques

Si el Tramvia Blau funcionara, en la segunda curva de ascenso se encontraría con el parque de la Font del Racó, una joya novecentista obra de Nicolau Rubió i Tudurí, el Gaudí de la naturaleza barcelonesa que acumula tres años y medio de abandono desde que el consistorio anunciara, el 21 de enero de 2021 su "cierre de manera temporal". Esta arboleda diseñada en 1926 sufrió serios daños con las tormentas Gloria y Filomena, y buena parte de su perímetro está cerrado al público.

Cartel que prohíbe la entrada a buena parte del parque de la Font del Racó

Cartel que prohíbe la entrada a buena parte del parque de la Font del Racó / Jordi Otix

Solo se puede acceder a la fuente (grafiteada). El plan municipal es intervenir en el segundo trimestre de 2025. Pero no solo está cerrado un parque: esta zona verde también es un atajo para salvar la larga curva de la avenida del Tibidabo, donde hay tramos en los que la acera apenas supera el metro de ancho.

La calle de Manuel Arnús, donde la ciudad, a 300 metros de la carretera de las Aigües, desaparece para el peatón

La calle de Manuel Arnús, donde la ciudad, a 300 metros de la carretera de las Aigües, desaparece para el peatón / Jordi Otix

Sigan subiendo. Superen la plaza de Salvador Andreu, donde sí hubo dinero (unos 19 millones) para modernizar el funicular, y vayan por la calle de Manuel Arnús. A escasos 300 metros del 'pla dels Maduixers', uno de los accesos más concurridos de la carretera de las Aigües, la acera desaparece y ya no hay farolas, con lo que los peatones tienen que ir por la calzada -y de noche, a oscuras- para llegar a uno de los paseos más bonitos del mundo. Barcelona se desvanece de golpe. Y atrás queda la avenida del Tibidabo.

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