Encuesta del RACC

Los conductores rechazan el peaje urbano pero el 40% admiten que les haría cambiar de hábitos

Entre los dicen que entrarían más tarde o más temprano en coche o moto, los que pasarían al transporte público y la bici y los que compartirían vehículo, el complicado momento matinal quedaría francamente diseminado

Entrar en Barcelona en transporte público supone solo 10 minutos más que hacerlo en coche

La movilidad en la gran Barcelona: más gente andando, menos coche y cierto ralentí en el uso del transporte público

Coches, motos y furgonetas, en la Ronda de Dalt

Coches, motos y furgonetas, en la Ronda de Dalt / El Periódico

Carlos Márquez Daniel

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Los conductores de Barcelona y su primera corona metropolitana de 18 municipios comparten un rechazo sin fisuras ante la idea de instalar un peaje urbano en los accesos de la capital catalana. Pero en esa negativa, según se desprende de un informe del RACC presentado este jueves, se esconde buena parte de la solución a muchos de los problemas de la hora punta matinal. En el caso de que se implementara la medida, el 21,1% aseguran que cambiarían su horario de desplazamiento, el 11,4% pasarían al transporte público y el 6,7% compartirían vehículo. Incluso un 1,1% saltarían a la bicicleta. También es cierto que el 31,4% seguirían usando el coche y la moto como han hecho siempre, pero que tanta gente se avenga a esponjar la complicada franja de la mañana es toda una revelación sobre los efectos que este paraguas ambiental de pago podría tener en el despertar de Barcelona.

La imagen habitual de la calle de Aragó

La imagen habitual de la calle de Aragó / Joan Mateu Parra

El informe del RACC se basa en el análisis de 2.030 encuestas realizadas meses atrás a usuarios habituales de coche o motocicleta. El 60,8% de los entrevistados residían en Barcelona y el resto, el algún municipio del entorno inmediato, un perímetro que delimitan Montgat, Gavà y Montcada. Representan al 20% de los desplazamientos de la ciudad (tanto internos como de conexión) que se siguen haciendo en vehículo privado. El resto van a pie (42,1%), transporte público (34,2%) o bici y patinete (3,8%). O sea, una ciudad que en un 80% se mueve de manera sostenible, cosa que no pueden decir muchas grandes metrópolis modernas. O como mínimo, del sur de Europa.

¿Sin alternativa?

Es estudio, como suele pasar con los trabajos que realiza esta entidad, tiene volquetes de titulares. El elegido por el propio RACC hace referencia a que el 56% de los usuarios de coche de la primera corona dicen no tener alternativa en transporte público para entrar o salir de Barcelona. Curiosamente, el propio automóvil club presentaba otro informe en febrero en el que se señalaba que entrar en la capital catalana en transporte público supone solo 10 minutos más que hacerlo en coche, aunque los viajeros del bus, Ferrocarrils y Rodalies reclamaban más frecuencia de paso y más facilidades para llegar a la parada.

Patinetes, bicicletas, coches, motos y autobuses circulan por el paseo Sant Joan de Barcelona.

Patinetes, bicicletas, coches, motos y autobuses circulan por el paseo Sant Joan de Barcelona. / Jordi Otix

En este caso, más de la mitad de los encuestados aseguran no tener otra opción que conducir. Desde la primera corona, es decir, desde municipios como Badalona, Cornellà, Esplugues, Sant Adrià, Santa Coloma o L'Hospitalet, que tienen paradas de metro. O localidades como Sant Feliu o Sant Joan Despí, que disponen de tranvía. El resto, lugares como Gavà, Castelldefels, Montcada, El Prat, Montgat o Viladecans, tienen estación de Rodalies. Y todas en conjunto cuentan con bus urbano e interurbano, e incluso la bicicleta compartida metropolitana, el AMBici.

Cambio cultural

Aunque en todos los casos, es justo admitirlo, puede que haya incidencias o cortes por obras y el servicio no sea todo lo fiable que uno quisiera. Pero la oferta, como mínimo está. Otra cosa es que vaya de puerta a puerta, como puede ser el caso de la moto o el coche. "A la gente le cuesta mucho cambiar la cultura asociada a la movilidad", ha concedido el presidente del RACC, Josep Mateu. Haya o no alternativa, coger el coche o la moto es tan lícito como subirse a un vagón, aunque las restricciones para los primeros, bajo la premisa ambiental, van en aumento.

Bicicletas del servicio metropolitano AMBici

Bicicletas del servicio metropolitano AMBici / El Periódico

En cuanto a la opinión sobre el peaje urbano en sí, la nota media de los entrevistados es de un 19 sobre 10. Hay un 8,1% que puntúan entre 8 y 10, un 14,7% que le dan entre 5 y 7 y un mayoritario 78,1% que no pasan del 4. Más del 60%, sin embargo, le dieron directamente un cero. Cristian Bardají, director del área de Movilidad del RACC, ha argumentado que un cambio en los horarios podría solucionar la hora punta, pero no el problema de las emisiones. Es decir, "se resuelve solo parte del problema".

Tareas pendientes

Sobre si es oportuno instalarlo, ha señalado que antes hacen falta muchas otras medidas vinculadas a la musculación de la red metropolitana del transporte público. La lista es de sobra conocida: terminar la L9 de metro, conectar Ferrocarrils desde Espanya hasta Gràcia, terminar el plan de Rodalies, conectar el tranvía por la Diagonal y construir de una vez las estaciones de autobús interurbano pendientes. Amén de finiquitar de una vez la estación de la Sagrera, modernizar la de Sants, dar bola a la moto compartida metropolitana y, en unos años, impulsar un verdadero Bicing metropolitano que incluya Barcelona. "Se tiene que hacer mucho para llegar al peaje urbano", ha rematado el presidente del RACC.