Bronceado exprés

La eclosión del biquini en los parques desafía la normativa en Barcelona

La nueva sociología de la ciudad normaliza tomar el sol en céspedes urbanos, práctica habitual en muchos países sin playa

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Alba Zaplana

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La playa ha perdido el monopolio del bronceado en Barcelona. Los parques urbanos se han convertido en el segundo mayor solarium de la capital catalana y ya no es nada difícil encontrar personas de diversas edades y perfiles que toman el sol cómodamente tumbados sobre un césped. Incluso en biquini o bañador, una estampa exótica hace una década. Esta práctica emergente, que no por lo general genera conflictos, contraviene sin embargo la normativa municipal.

Teóricamente está prohibido en Barcelona “ir desnudo o desnuda por los espacios públicos", fuera de piscinas, playas y paseos marítimos. La sanción puede llegar hasta los 500 euros. Pero la realidad a pie de calle desborda claramente la lógica de la regulación vigente. EL PERIÓDICO ha podido comprobar esta semana de julio el arraigo de este uso en varias zonas verdes del centro de la ciudad.

Sin una hora punta nítida ni epicentros claros, la observación sobre el terreno dibuja una cierta preferencia por los mediodías, tardes y fines de semana, así como los barrios más densos y llenos de oficinas. Un escenario consolidado es la Clariana del parque de las Glòries, donde casi cada tarde pueden contarse una decena de personas tomando el sol sobre la hierba, diseminadas y con variedad de atuendos.

Expats y turistas normalizan tomar el sol en parques urbanos, incluso en bikini o bañador en Barcelona

Expats y turistas normalizan tomar el sol en parques urbanos, incluso en bikini o bañador en Barcelona / Irene Vilà

El ‘moreno césped’ no es, hoy por hoy, una actividad de día entero ni ocio en grupo, como puede serlo la playa dominguera. Es más bien un paréntesis relajado en la jornada laboral o entre dos actividades de ocio. Una o dos horas, no más. Preferentemente en solitario o con poca compañía. En definitiva, aprovechar un hueco en la agenda para escaparse a tomar el sol cerca de casa o del trabajo. Escaso sesgo de edad y de género -pero cuerpos femeninos mucho más normativos que en el litoral- dificultan un retrato robot. Sobresale, eso sí, una heterogenea procedencia internacional. No solo turistas: el 'barcelonés tipo' ha cambiado mucho en las últimas dos décadas y hoy son nacidos en la ciudad menos de un tercio de los adultos jóvenes que residen en ella.

"Aquí me puedo relajar más que en la playa"

En la Clariana de Glòries, con un perfil de usuarios bastante familiar, conviven sin muchas incidencias picnics, cumpleaños, deporte y actividades de ocio de todo tipo. Mayoritariamente bajo el sol, aunque también hay zonas de sombra, bajo los árboles. Durante las primeras horas de la mañana no se suelen ver bañadores, pero sí algún que otro torso masculino al descubierto. Para ellos, es más fácil la exposición porque, entre otras cosas, no necesitan sí o sí tener a mano el bañador. Bermudas, pantalón corto deportivo o shorts tejanos ejercen de bañadores de secano.

Expats y turistas normalizan tomar el sol en parques urbanos, incluso en bikini o bañador en Barcelona

Bronceado de césped en la Clariana de Glòries, una tarde de esta semana / Irene Vilà

Los primeros vestidos de baño propiamente dichos se suelen avistar a partir del mediodía. A las 13:30h, Andra C., de Dinamarca es la primera en tumbarse bajo el sol. Estirada en una toalla, Andra cuenta que ha venido a Barcelona de vacaciones durante dos semanas. Ya estuvo en la ciudad el año pasado. Comenta que en ese viaje ya vio a mujeres tomando el sol en biquini en la Clariana de Glòries y que por eso, este año al regresar a Barcelona, se ha animado a hacerlo también. “Aquí estoy tranquila. La playa está llena y hay gente que vende cosas. Aquí me puedo relajar más”, argumenta.

Los beneficios de la luz solar, siempre que se utilice la protección adecuada, son múltiples: vitamina D para fortalecer los huesos, aumento de la serotonina, estimulación de las defensasWhitney Armstrong (33 años), de Florida, es consciente de todos ellos y ha convertido los baños de sol en una parte indispensable de su rutina diaria. Como exhabitante de uno de los estados más soleados de Estados Unidos, Armstrong escogió hace siete años irse a vivir a una ciudad con condiciones solares similares. Aunque prefiere ir a tomar el sol en la arena, recientemente ha empezado a frecuentar el parque porque “en la playa hace mucho calor y el agua está sucia”. No se acostumbra del todo a estirarse en biquini en un espacio en el que todavía es poco frecuente hacerlo: confiesa sentirse “un poco incómoda” porque el lugar “es muy abierto”. No obstante, aclara, seguirá viniendo porque vive cerca y, aunque le guste más el mar, prefiere estar en un sitio en el que no haya “música ni gente vendiendo cervezas”. Respecto al veto a la actividad que está realizando, Armstrong confiesa que no sabía que estaba prohibido, pues siempre ve a gente haciéndolo. “Tiene sentido porque es un parque, pero no encuentro que sea ofensivo estar en biquini”, juzga.

Una joven toma el sol en biquini en el césped en la Clariana de Glòries.

Una joven toma el sol en biquini en el césped en la Clariana de Glòries. / Irene Vila

Inés Fallet (26), de nacionalidad francesa, tampoco siente que incomode a nadie por ir en bañador. Lleva dos meses en la ciudad y comenzó a venir a la Clariana porque su novio le enseñó el lugar. A veces vienen juntos a tomar el sol “porque en la playa hay demasiada gente”. Fallet confiesa que ver a otras chicas en biquini en el mismo lugar le da la suficiente confianza para hacerlo ella también.

La Ciutadella, parque global

El parque de la Ciutadella es otra de las zonas más frecuentadas por los que prefieren tomar el sol fuera de las playas y las piscinas. Como en Glòries, la mayoría de usuarios que realizan esta práctica son los denominados expats. Izegbe Ayana es una californiana que vive y trabaja como “nómada digital” y lleva en Barcelona tres semanas. Desde su llegada a la ciudad, ya ha ido al Ciutadella cuatro veces a tomar el sol en biquini. “Me gusta venir antes de ir a trabajar”, explica la estadounidense, cuya oficina es su propia casa o cualquier cafetería con WIFI. “Vengo a este parque porque vivo a 4 minutos”, responde. Izegbe, como muchos otros testimonios recabados, escoge realizar esta práctica en parques por la proximidad.

Expats y turistas normalizan tomar el sol en parques urbanos, incluso en bikini o bañador en Barcelona

Una mujer toma el sol en biquini en el parque de la Estació del Nord / Irene Vilà

Coincide Kristin Esquivel, de Islandia, que ha venido a Barcelona durante tres semanas para estudiar en una escuela de idiomas. Es la tercera vez que viene a la Ciutadella a tomar el sol, actividad poco común en su tierra adoptiva, aunque de hecho Esquivel nació en Colombia. “Me gusta mucho venir aquí porque está cerca de mi casa. Así, cuando quiero, puedo ir al baño”, comenta riéndose. “Me gusta mucho el ambiente y me siento muy cómoda”, añade.

"Si se fuera estricto, la gente se sublevaría"

Curiosamente, las dos únicas personas de nacionalidad española que ha encontrado este diario cultivando el bronceado de césped son hombres. Ambos han optado por pantalones en vez de bañador. Santi Blanco (39), un informático madrileño, cuenta que desde hace un par de años va a la Clariana de Glòries porque vive al lado. El parque y la playa le gustan por igual, pero escoge la primera opción porque solo acude cuando tiene “ratos libres”.

Expats y turistas normalizan tomar el sol en parques urbanos, incluso en bikini o bañador en Barcelona

Expats y turistas normalizan tomar el sol en parques urbanos, incluso en bikini o bañador en Barcelona / Irene Vilà

A unos metros de distancia, se encuentra Carlos R. (51), con el torso desnudo y bermudas beige. También es de Madrid, casualmente, pero lleva 20 años viviendo en Barcelona. A la pregunta de si realizaba esta práctica en su ciudad natal, asegura que allí lo hacía "sin quitarse la camiseta rollo hooligan”. En otras palabras, tomaba el sol vestido. En Barcelona se desacomplejó al ver que los otros lo hacían. También es vecino de Glòries y su estricto trabajo le deja pocos márgenes: “Aunque me gusta más la playa, quitando los robos, solo tengo una hora libre. Por eso vengo aquí”. La prohibición de la actividad que está realizando, como a los demás, le pilla por sorpresa: “Si la aplicaran estrictamente, la gente se sublevaría. A nadie le gustaría que le prohibieran esta posibilidad”.

El bañador azul eléctrico de estampado chillón que lleva Lucas García (29) no solo llama la atención por su color, sino porque es el único hombre que lleva uno. Procedente de Chile, este estudiante de medicina china lleva 11 meses en Barcelona y viene al parque “a tomar la sombra” y no el sol, como hace la inmensa mayoría. Busca estar “solo y tranquilo” mientras lee algo y escucha música. “Es más íntimo”, sostiene.

La conclusión unánime es que la tranquilidad y la proximidad son los factores tractor del bronceado de parque. Los debuts por imitación, los atardeces tardíos del verano y la tentación de un chute rápido de vitamina D extienden a diario el nuevo hábito ciudadano y dejan en entredicho la prohibición en vigor.