Fenómeno urbano

Barcelona impuso solo 11 multas en 2023 por ir desnudo o en bañador fuera de playas o piscinas

La regulación a través de la ordenanza cívica se produjo tras la irrupción del torsonudismo en plena calle hace 15 años

La eclosión del biquini en los parques desafía a la normativa en Barcelona

Ola de calor y personas sin camiseta en Barcelona ¿Pueden multarlas?

El Supremo tumba la norma que prohíbe ir "casi desnudo" por Barcelona

Una joven toma el sol en biquini en el césped de la Clariana de Glòries.

Una joven toma el sol en biquini en el césped de la Clariana de Glòries. / Irene Vila

Patricia Castán

Patricia Castán

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El primer año en que Barcelona contó con una prohibición expresa de ir desnudo o en bañador en espacios públicos que no fuesen zonas de baño, en 2011, el ayuntamiento impuso casi un centenar de sanciones. Era un momento en que proliferaba el llamado torsonudismo en plena calle, polémica que no iba de moral, sino de estética, higiene, respeto e imagen de la ciudad. Doce años después, el saldo de multas de 2023 se ha quedado en solo 11, lo que demuestra que el fenómeno fue remitiendo con las campañas que advertían de su prohibición, pero también que el consistorio prioriza la advertencia antes que la sanción --como marca la normativa--, y esto suele bastar. No obstante la entrada en escena de los bañadores en los parques públicos da un nuevo giro al debate sobre si hay que permitir que se tome el sol en los céspedes o bien matizar la regulación a través de la nueva ordenanza de convivencia en preparación.

El ayuntamiento no detalla el concepto específico de las multas del año pasado, si fueron por nudismo en plena calle, por andar en bañador por la Rambla, o sobre un parterre de la Ciutadella, dado que solo se recoge la vulneración del artículo 74 de la actual ordenanza. De hecho, este apartado en concreto de la ordenanza se introdujo tras una gran polémica iniciada en 2009 con la irrupción del torsonudismo en las calles de la Barceloneta, la Rambla o hasta el paseo de Gràcia, lo que derivó en una petición por parte de comerciantes y hoteleros de regular el seminudismo que tan 'mal efecto' producía. Era un momento de crisis económica, ofertas y viajeros 'low cost', que hizo que el centro de Barcelona pareciera un pueblo de playa.

Primero se intentó con una campaña pedagógica en 2010 que tuvo escaso resultado, y en 2011 se logró introducir la prohibición en la ordenanza de convivencia, tras un acuerdo in extremis que se materializó entre el saliente alcalde socialista Hereu y su relevo Xavier Trias de CiU, con el rechazo del resto de partidos de izquierda. Normativa en mano, el primer año se saldó con un centenar de multas, a un ritmo que se mantuvo los siguientes veranos. Pero que trajo un primer contratiempo por vía judicial. Los naturistas lo habían llevado a los tribunales y el Supremo ratificó una sentencia que tumbaba el veto barcelonés en su redactado original. Así, se daba la razón al consistorio en lo referente a no tolerar el nudismo en la calle, pero se consideraban contrarias al principio de legalidad expresiones ambiguas como "casi desnudo" o "similar al bañador".

Desnudo o en ropa de baño

El ayuntamiento tuvo que reformular el artículo, que persigue la protección del derecho de las personas que utilizan el espacio público a "no sufrir molestias como consecuencia de la falta de respeto a las pautas mínimas generalmente admitidas en relación a la forma de vestir de las personas que están o transitan por el espacio público". Las "normas de conducta" aluden ahora a la prohibición de ir desnudo en espacios públicos salvo "autorizaciones para lugares públicos concretos", y a "transitar o estar en espacios públicos en bañador", más allá de piscinas, playas o sitios donde sea "normal estar con esa prenda". Este aspecto también podría discutirse ahora, en plena eclosión de los parques como solariums, en una ciudad con una población cada vez más cosmopolita y unas playas que algunos no tienen a pie de casa.

El veto "no es de aplicación en paseos marítimos ni calles ni vías inmediatamente contiguas a las playas o resto del litoral". Y esta precisión también genera interpretaciones diversas que frenan las sanciones, que como infracción leve van de 120 a 500 euros. Desde la asociación de vecinos de la Barceloneta apuntan que el torsonudismo masculino o el ir en biquini por la calle por parte de las mujeres es común en un barrio con mucha oferta de alojamiento turístico. Si el viajero está a tres o cuatro calles de la playa se desplaza medio desnudo, apuntan. No guardan las formas hasta llegar al paseo Marítim. Lo máximo que ven los vecinos es cómo algún agente cívico les indica que se cubran más. Así lo determina la normativa, que apunta a la advertencia como primer paso. Pero más allá, los casos son mínimos en el centro de la ciudad, opina Amics de la Rambla. El sentido común o el recato se imponen, en general, a las olas de calor.

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