Las obras de la Rambla destapan un portal de la muralla medieval de Barcelona

Las obras de reforma de la Rambla permiten exponer y estudiar los restos de la muralla medieval de Barcelona, enterrados alrededor del paseo. Esta semana los arqueólogos que acompañan la intervención urbanística han destapado otro tramo de la fortificación con el plus añadido de hallar una de las antiguas puertas de acceso, en la actual plaza del Teatre. 

Se trata de la antigua puerta de Trentaclaus o de los olleros, puesto que está junto a la calle Escudellers, donde se concentraba este gremio que fabricaba ollas de cerámica. Las excavaciones aún no han acabado y pueden ofrecer más sorpresas, avanza este jueves el Servicio de Arqueología de Barcelona. Se realizan por fases para poder respetar el paso de personas y vehículos y el arbolado existente. 

Los técnicos ya tenían en el punto de mira esta plazoleta, bajo la que ya había aparecido en 1997 otro tramo de muralla. Afloró a raíz de la construcción del aparcamiento público subterráneo que hay en este punto. El vestigio medieval quedó integrado, con una estética y un cuidado que hoy serían muy discutibles, en una rampa de acceso para coches. A los pies del monumento a Colón se localizó en 1999 la Torre de les Puces, una estructura poligonal para vigilar el puerto y que remataba el extremo mar de la muralla de la Rambla. No ha quedado visible.

Además en el tramo superior de la Rambla, zona mucho menos habitual de hallazgos, ha aflorado otro trozo de muralla. De escasa longitud y poco visible, pero de unos nada desdeñables tres metros de altura. Portal y muros aportan "información valiosa" sobre la evolución histórica de Barcelona y enriquecen el patrimonio local, celebra el consistorio. De propina, han aparecido también un conjunto de monedas del siglo XIX, que los técnicos han enseñado también este jueves durante una visita a los restos.

Toda esta línea de protección en la Rambla, también conocida como muralla de Jaume I, se construyó entre los siglos XIII y XIV al quedar obsoleto el perímetro de la Barcino romana por el crecimiento de la ciudad. Según la información histórica y arqueológica, en 1285, durante una confrontación con Francia, el rey Pere II -hijo de Jaume I- ordenó blindar Barcelona con muros de tapia y torres de madera, excepto la parte de mar. Finalizado el conflicto, el Consell de Cent asumió la consolidación de la estructura, que se convirtió en la primera gran obra pública a cargo de esta institución. El entramado defensivo incluyó portales ya existentes como Boqueria, Portaferrissa o Jonqueres y zonas hoy de gran dinamismo, como plaza Catalunya, plaza Urquinaona, paseo de Sant Joan, Arc de Triomf y el parque de la Ciutadella.

Como avanzó EL PERIÓDICO hace casi dos años, junto antes del inicio de la reforma de la Rambla, el ámbito de estas obras coincide plenamente con la 'cola' de la muralla barcelonesa y permiten explorar detalles de su construcción hasta ahora desconocidos por las numerosas intervenciones, cambios y conflictos que ha vivido Ciutat Vella a lo largo de los siglos. Los planos disponibles y los lienzos de piedra conservados en el trazado hacían prever potenciales hallazgos arqueológicos, especialmente en el tramo inferior del paseo.