La transformación del centro

Otra tienda para turistas relevará a la librería con solera que cierra en el Gòtic de Barcelona

El titular de Stock Llibres, que deja el local este sábado, ha tratado de preservar la actividad pero los altos gastos lo dificultan

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Penúltimo día de apertura de Stocks Llibres, en la calle de Comtal, llena de turistas este viernes.

Penúltimo día de apertura de Stocks Llibres, en la calle de Comtal, llena de turistas este viernes. / Manu Mitru

Patricia Castán

Patricia Castán

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Hasta el último minuto, Francesc Castell ha luchado para que el Gòtic no perdiese otra librería. Para que la calle de Comtal no se quedase sin otra seña de identidad comercial. Pero el próximo sábado, el hombre que levantó y sostuvo durante 35 años Stocks Llibres, a base de volúmenes de ocasión y también para coleccionistas, se despedirá borrando todo rastro literario del local que ocupó en la carismática calle desde 1989. Un nuevo inquilino abrirá en breve un negocio enfocado al público turista, que es el único que ahora recorre esta calle con hambre de compras. La normativa no permite la apertura de más tiendas de suvenires, pero sin caer en ese epígrafe las alternativas dirigidas al viajero de paso no han hecho más que crecer en la calle que enlaza Portal de l'Àngel con la Via Laietana en los últimos años.

Francesc Castell, el librero que se despide este sábado de su tienda en el Gòtic.

Francesc Castell, el librero que se despide este sábado de su tienda en el Gòtic. / Manu Mitru

El local tiene una ubicación suculenta para un emprendedor, pero su alquiler es muy alto, como lo son cada vez más los suministros y gastos que comporta un negocio. Así que sus 75 metros cuadrados no han podido ser absorbidos por otro librero, como habría querido Castell, para respetar la oferta cultural que él abanderó. "No salían los números", asume este hombre, que el sábado bajará la persiana con la misma "discreción" con que la levantó en su día como arrendatario. No habrá fiestas porque la ocasión no lo merece y ha tenido meses para despedirse de los clientes históricos, anunciando descuentos del 20% y otras ofertas.

Aunque ha sacado mucho estoc, el género que queda sin vender irá a parar a un almacen para venta online y en ferias, como la del libro de ocasión de paseo de Gràcia, del 20 de septiembre al 6 de octubre próximos, cuenta a este diario. Y es que como autónomo que es, debe cotizar unos pocos años más antes de poder jubilarse.

Unos clientes miran los libros de ocasión de la tienda.

Unos clientes miran los libros de ocasión de la tienda. / Manu Mitru

Los último meses han sido amargos por el adiós y el estrés del traspaso. Esta vía le procurará algo de liquidez para emprender una nueva etapa, por lo que para él era importante encontrar un nuevo inquilino antes de entregar las llaves al propietario, próximamente. Con un tíquet medio de dos a diez euros por los libros de segunda mano, relata, era difícil salir adelante. Y aunque ha "luchado mucho" por encontrar a un relevo que "siguiera con los libros no ha sido posible".

Otro público, otros negocios

"La gente que pasa por aquí no es la misma que cuando empecé o hace 10 años", desgrana. El turista que toma el Gòtic a diario no ha venido a a la ciudad a comprar libros. Ni producto de proximidad, como revela la actual alineación comercial de la calle de Comtal, llena de artículos de capricho, recuerdos, regalos y cafeterías.

Castell prefiere no concretar datos del nuevo inquilino que ultima y la actividad exacta con la que ocupará el local, aunque admite que será un comercio enfocado esencialmente al turista de paso que toma el centro de la ciudad. No con artesanía, que ya abunda en la zona, puntualiza. Pero lo cierto es que el establecimiento ha tenido "menos novios de los esperados", por el precio del alquiler y los costes que conllevará su reforma. No oculta que los interesados han sido sobre todo extranjeros con la vista puesta en la oferta turística y con alto presupuesto.

Tal y como ya recogía este diario en 2022, el cierre de tiendas de barrio ha sido constante en esta vía: de la herboristería a la bacaladería histórica, pasando por la charcutería, la óptica de siempre o la célebre Montserratina. Todas han desaparecido. Y cada uno de los recambios ha supuesto otra tienda más enfocada al turista. En algunos casos, pese a la regulación de Ciutat Vella, la venta de suvenires es flagrante.

Ambiente comercial en la turística calle de Comtal, este viernes.

Ambiente comercial en la turística calle de Comtal, este viernes. / Manu Mitru

La normativa no permite nuevos negocios de recuerdos y este tipo de productos ya solo pueden ocupar un máximo del 20% de la mercancía exhibida bajo otras licencias (ropa, complementos, bisutería, artesanía...). Pero en la práctica el epígrafe textil suele ser un pretexto para camisetas destinadas al viajero, y esa artesanía jamás sería adquirida por un vecino.

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