Muere Joan Termes, el soñador del transporte público y los derechos de las personas con discapacidad

El pasado fin de semana se le pudo ver como voluntario en la exposición de autobuses clásicos instalada en la avenida de Maria Cristina. Vigoroso, con ganas de charlar, apasionado como siempre por los viejos vehículos de la Fundación TMB, apoyado en su bastón. Joan Termes era un sabio del transporte público, quizás su lado más público, pero también era un vecino implicado en su Sant Andreu de nacimiento y, sobre todo, en su Horta de adopción, donde crió a dos hijos con discapacidad (tuvo otros dos) por los que se desvivió. Su corazón ha dicho basta y ha fallecido este martes en Barcelona a la edad de 83 años.

Cuando Joan Termes hablaba, el resto de interlocutores esperaba a que terminara. No por desdén, sino porque daba gusto escucharle. Con esa memoria envidiable, y con un sentido común difícil de rebatir, se había ganado el respeto de todos, incluidos los políticos ante los que no se arrugaba en absoluto. A muchos les sorprendía que un octogenario luchara por la consecución del Museo del Transporte de Barcelona, que sigue sin ser una realidad porque no hay manera de dar con una ubicación a pesar de que Renfe, FGC o TMB le han dado su apoyo.

Un pequeño Indiana Jones

Este proyecto nació hace más de seis décadas, cuando las empresas públicas empezaron a guardar vehículos antiguos que quedaban en desuso. No muchos años antes de que a estas compañías de transporte les picara el gusanillo del patrimonio, Joan vivió en Sant Andreu una infancia al estilo Indiana Jones: solía colarse en las obras urbanas para ver de cerca un túnel, unas vías, lo que fuera. Y ahí estaba hasta que alguien venía y le echaba. "Lo que hacían los jubilados yo lo hacía de pequeño", explicaba en este diario, en una deliciosa entrevista publicada en 2019.

Manuel Marina, miembro de la coordinadora que defiende el Museo del Transporte, lamenta a este diario la perdida de "una autoridad en el conocimiento de la historia del transporte público". "Estaba tan convencido de que vería el nacimiento del museo, que jamás bromeó sobre el hecho de que no lo vería en vida", añade.

Patrimonio intangible

Escribió tres libros, dos sobre la llegada del metro a Horta y Sant Andreu y otro sobre la atropellada historia de los tranvías en la capital catalana, con esa interrupción entre 1971 y 2004 (estreno del Trambesòs), con la salvedad del hoy malogrado Tramvia Blau. Curioso, una persona que velaba por el patrimonio de Barcelona que, sin saberlo, también formaba parte de la riqueza intangible de la ciudad.

Joan Termes recibió en 2005 la Medalla de Honor de Barcelona por su implicación en la asociación de vecinos de Horta. Fue el impulsor de la vocalía de Discapacitados de la entidad vecinal, desde donde luchó para que estos barrios de montaña dispusieran de más y mejores equipamientos asistenciales y sociales. Denunció también la existencia de barreras arquitectónicas en comercios y también en el transporte público. Formó parte de la junta directiva de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona y se implicó en el Instituto Municipal de Personas con Discapacidad del Ayuntamiento de Barcelona.

Los homenajes

El jueves tenía previsto moderar un acto en la biblioteca Horta-Can Mariner. El título: El barrio de Horta y su pasado 'andreuenc'. Ya no podrá ser, pero será sin duda una estupenda ocasión, amén de su funeral, para rendirle el primero de muchos homenajes. Hasta que algún día, en el futuro Museo del Transporte de Barcelona, una sala, o el auditorio, lleve su nombre.

Terminamos este obituario con una pincelada de la entrevista que Mauricio Bernal le hizo a Joan Temes en febrero de 2019:

-Cuénteme una anécdota. Una curiosa.

-Claro. Hablando de Horta, no sé si sabe que el último tramo del metro, entre Vilapicina y Horta, coincidía con el cauce de la riera. Eso suponía un reto añadido, y para hacer ese tramo trajeron a mineros de Asturias. Por eso no hubo ninguna víctima.

Genio y figura. Descanse en paz.