En Sants-Montjuïc

Lucha vecinal por salvar de la tala un jardín conquistado al franquismo en Barcelona

Vecinos de La Bordeta se movilizan para evitar que la construcción de un bloque frente a Can Batlló arrase una zona ajardinada conseguida por una reivindicación en plena dictadura

Los árboles emergen como reivindicación vecinal en Barcelona

Carlos, vecino de La Bordeta, riega el jardín de la calle Mossèn Amadeu Oller, en Barcelona.

Carlos, vecino de La Bordeta, riega el jardín de la calle Mossèn Amadeu Oller, en Barcelona. / LAURA GUERRERO

Jordi Ribalaygue

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Tat y Ricard recuerdan haberse hartado a jugar hasta ganarse algún que otro rasguño en un jardincillo plantado cuando la humareda de las naves de Can Batlló enturbiaba todavía el barrio de La Bordeta, en Barcelona. Trasteaban allí en tiempos de la dictadura, cuando ambos eran menores, hijos de familias de trabajadores. “Allá estaban las paralelas, aquí los columpios, allí la media luna…”, va señalando Ricard sobre el parquecito, que sigue aliviando a quienes viven al borde del tráfico de la Gran Via. El recodo, que simboliza una hazaña a pequeña escala frente al franquismo, aguarda fecha para ser arrasado por la construcción de un bloque de pisos

Una decena de árboles -algunos en la calle desde hace más de seis décadas-, unas jardineras y un puñado de bancos cubren 300 metros cuadrados desde 1961 en la calle Mossèn Amadeu Oller, verdeando un trecho en que la acera se ensancha. Aunque ninguna placa lo ensalce, es fruto que pervive de una conquista popular en tiempos de ‘ordeno y mando’. “Esto lo consiguieron los vecinos, como mis padres, que reclamaron que nos hicieran el parque, porque aquí todo el día era ruido y humo de la fábrica. Era para tener un poco de verde porque todo era gris… Forma parte de nuestra historia”, siente Tat. 

Los balcones de este rincón de la ciudad están repletos de banderolas que piden que el reducto vegetal sea indultado. “A esas viviendas vinieron obreros en plena dictadura. Se plantearon arreglar los barrios y presionaron al ayuntamiento franquista para que adecuase este espacio, que era putrefacto”, rememora Pau Domingo, miembro de la Plataforma Mossèn Amadeu Oller. 

Una mujer sentada en un banco del jardín de Mossèn Amadeu Oller, junto a Can Batlló, en Barcelona.

Una mujer sentada en un banco del jardín de Mossèn Amadeu Oller, junto a Can Batlló, en Barcelona. / LAURA GUERRERO

“Fue un precedente en las luchas de Sants por la Espanya Industrial, las Cotxeres, Can Batlló… -enumera Domingo- No es el único hecho, pero sí uno de los primeros gérmenes de las asociaciones de vecinos cuando aún no estaban legalizadas. Estamos cargados de razones históricas para pedir que se salve, pero también funcionales, porque el jardín tiene su razón de ser: esta es una vía muy transitada, es la puerta de Sants desde la Gran Via, y pasaremos de ser una calle de 16 metros a otra de 12 si se consolida la pérdida”.

Tala por 40 viviendas

La tala se justifica por la construcción de un edificio de cuatro plantas y 40 viviendas que la cooperativa Empriu promueve justo donde el jardincillo se emplaza. El Ayuntamiento le concedió el derecho de superficie el pasado verano. Este viernes está convocada una manifestación contra la destrucción del pequeño parque.

Empriu explica que está cerca de conseguir la licencia de obras, que prevé que empiecen en septiembre. La cooperativa cree que "no hay tiempo para cambiar el planeamiento", como se requeriría para proteger el jardín. Subraya que el proyecto se ciñe a un calendario exigente, que le obliga a concluir la edificación antes de junio de 2026 para ingresar una subvención comprometida de los fondos Next Generation. La promotora señala que alzará domicilios en régimen de protección oficial y con alquiler asequible, de "alrededor de unos 500 euros", por debajo de los precios mileuristas a los que los arrendamientos trepan en la ciudad.  

El vecindario teme que, si se levanta el inmueble y la acera se estrecha, la calle sea “angosta, hostil, más oscura y más ruidosa”, tal como Domingo la pinta. “La zona verde es una peculiaridad frente a unos niveles de calidad del aire no excesivamente buenos. Cuando todo el mundo apuesta por espacios verdes y abrir aceras, dar un paso atrás gigante es inadmisible”, opone.

Empriu replica que se ganarán 1.600 metros cuadrados de zona verde a un lado y otro del bloque. Los vecinos movilizados alegan que la vegetación no quedará en primera línea de la calle. A modo de compensación, Empriu sugirió suprimir plazas de aparcamiento y ampliar la acera, pero la plataforma lo desechó.

Domingo afirma que el proceso participativo para concretar la edificación del bloque no tuvo en cuenta a los residentes de Mossèn Amadeu Oller. Sostiene que los vecinos no supieron que el edificio se alzará sobre el jardín hasta hace poco más de un año, cuando la planificación para remodelar el entorno de Can Batlló llevaba años en danza. La cooperativa esgrime que la reforma en conjunto supondrá "una mejora" para la zona: "Se ganará un parque de 47.000 metros cuadrados, precisamente gracias a lucha de hace décadas para recuperar Can Batlló".

Banderolas contra la destrucción del jardín de Mossèn Amadeu Oller en un bloque de la misma calle, en Barcelona.

Banderolas contra la destrucción del jardín de Mossèn Amadeu Oller en un bloque de la misma calle, en Barcelona. / LAURA

La plataforma plantea dos propuestas al distrito de Sants-Montjuïc ante la disputa. Una es “de consenso”, define Domingo, y consiste en que el futuro edificio retroceda cuatro metros, para ubicarlo dentro de una parcela desierta en Can Batlló. La otra configura la reclamación de “máximos” de los vecinos: se trata de juntar el bloque proyectado sobre el parque y otro en la calle Constitució para unirlos en una sola torre de 10 plantas en la esquina de Mossèn Amadeu Oller con Gran Via. Estiman que, a cambio, la zona verde crecerá hasta 600 metros cuadrados y será una puerta de acceso al reformado complejo industrial

“La solución debe pasar por que el jardín no se toque”, postula Domingo. Pronostica que el vecindario será “firme” en la exigencia. 

“Será un embudo”

Carlos llegó hace seis años al barrio. Se ha unido al movimiento que pide conservar el parque. “Somos muchos y estamos muy enfadados -dice-. En vez de irse, ¡el ruido y la contaminación se quedarán! Y es una mala pasada para la gente mayor. Mucha viene a estos bancos. Tendrá que dar toda una vuelta para entrar en Can Batlló cuando pongan todos los árboles que dicen que plantarán”.

Luzmeli suele bajar con su pequeño al jardincillo. Entre los dos han hecho una pancarta contra la tala. “No hay derecho a que nos quiten los árboles, mi hijo se puso muy triste al saberlo… Nos protegen y, en una ciudad que está contaminada, nos dan sombra y son patrimonio”, recalca.

Miembros de la plataforma Mossèn Amadeu Oller, opuestos a la destrucción del jardín de la calle, en Barcelona.

Miembros de la plataforma Mossèn Amadeu Oller, opuestos a la destrucción del jardín de la calle, en Barcelona. / LAURA GUERRERO

“Es un espacio que da amplitud a la calle, da aire y vistas desde los balcones”, aprecia Tat. “Y ahora se convertirá en un embudo”, remacha Ricard. Empriu destaca que su edificio medirá tres metros menos de lo que la norma permite, para mitigar el impacto sobre los domicilios de enfrente. En cualquier caso, los vecinos prometer estar “en pie de guerra” hasta conseguir que se absuelva al parque que sus abuelos y sus padres les legaron.

El Ayuntamiento sondea si puede "hacer cambios" al plan

Consultada sobre el pulso tendido en el simbólico jardín, el Ayuntamiento de Barcelona responde que trabaja para "ver cuáles son las posibilidades de hacer cambios" al plan para levantar un bloque en un tramo de calle de La Bordeta. "En el momento en que las tengamos, las pondremos en común con el vecindario y la cooperativa de vivienda promotora del proyecto para buscar soluciones", contesta.

El distrito de Sants-Montjuïc afirma que ha mantenido "diversas reuniones con los vecinos que reivindican el espacio y también con los miembros de la cooperativa". Añade que los encuentros siguen convocándose.

La superficie donde se erigirá el edificio se cede a Empriu por 99 años. El consistorio indica que es una sociedad sin ánimo de lucro y que, "como contraprestación al derecho de superficie", abonará "un canon de 1,43 euros por metro cuadrado construido". Añade que "el valor del derecho de superficie se calcula en unos 717.000 euros".

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