Objeto de masificación turística

Rabell (PSC) descarta por el momento el pago para acceder a los búnkers del Carmel de Barcelona

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Última puesta de sol desde los bunkers del Carmel

Última puesta de sol desde los bunkers del Carmel / JORDI OTIX

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El concejal del barcelonés distrito de Horta-Guinardó, Lluís Rabell (PSC), ha descartado este viernes en rueda de prensa la propuesta que lanzó él mismo hace unas semanas de regular el acceso a los búnkers del Carmel en el turó de la Rovira con una entrada, al estilo Parc Güell. "No prevemos esta opción", ha afirmado Rabell.

Rabell ha asegurado que el consistorio quiere que este espacio hostigado por las masificaciones turísticas siga siendo accesible a los vecinos, de modo que la fórmula del Parc Güell “no está sobre la mesa”. En ese sentido, el edil se ha mostrado partidario de cambiar los flujos de turistas que lo visitan "cambiando el relato" para que "no sea un mirador con encuentros festivos sino un lugar de actividad cultural".

Al igual que su predecesora en el cargo, Rosa Alarcón (PSC), Rabell apuesta por transformar el discurso de los operadores turísticos para que promocionen este espacio reivindicando su espacio museístico y arqueológico.

Sobre el cierre con una valla del acceso a la ubicación, la exconcejala Alarcón afirmó en mayo que "mantendremos el dispositivo policial hasta octubre y, entonces, evaluaremos. A medio plazo, tendremos el control de la valla y, a más largo plazo, debemos cambiar el tipo de visitante que viene para que, en vez de venir a hacer fiesta, acuda a visitas culturales y de recuperación de la memoria histórica".

Desconfianza en la valla

Pese a la nueva valla de los búnkers, buena parte del tejido asociativo del Carmel desconfía de que el muro disuada a los viajeros. “Ya se ha demostrado que el vallado no funciona. Cuando han desalojado, la gente se ha quedado alrededor, detrás de la valla y en lugares con pendiente. Se han solucionado las fiestas, pero siguen bebiendo y comiendo, y así la montaña se ensucia”, advirtió a este diario Armand Navarro, integrante del Consell Veïnal del Turó de la Rovira.

Decenas de residentes del Carmel secundan cada viernes las marchas en que se clama contra el turismo. Culminan la ruta coronando el Turó de la Rovira, retomando los búnkers por unos instantes. Antes de descender, suelen allí leer sus reivindicaciones a favor de contraer la oleada turística, también en inglésfrancés y otros idiomas para hacerse entender ante los visitantes. 

Entre los manifestantes, se palpa la inquietud de que la valla no haga más que dispersar a los jóvenes viajeros por otros rincones del barrio que se ciernen sobre la ciudad. Ya ocurre en el puente de la calle Mülhberg, uno de los lugares de reencuentro de los chavales para seguir la juerga tras ser expulsados de las baterías.

Los vecinos temen que se diseminen aún más por otros puntos que ahora no pisan, como el turó del Carmel y el Coll de la Creueta, las otras dos cimas que configuran este tramo escarpado que se asoma sobre Barcelona.