Flora de clima cálido

Los árboles ‘antisequía’ que Barcelona planta para afrontar el cambio climático

MORTANDAD | La sequía ya ha matado a 500 árboles en Barcelona en lo que va de año

PALMERAS | La sustitución de las 540 palmeras taladas en Barcelona, a la espera de que la sequía afloje

PROTESTAS | Los árboles emergen como reivindicación vecinal en Barcelona

'Tipuanas' en Barcelona, con sus características flores anaranjadas dispersas por el suelo.

'Tipuanas' en Barcelona, con sus características flores anaranjadas dispersas por el suelo. / JOAN CORTADELLAS

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La persistente falta de lluvia se ceba con el arbolado de Barcelona. Se acumulan los ejemplos: el Ayuntamiento estima que unos 500 árboles han muerto a causa de la sequía; la sospecha de que el estrés hídrico por falta de agua tumbase la palmera que aplastó a una joven en agosto ha contribuido a condenar a 540 datileras a la tala, y la plaga del escarabajo ‘Tomicus’, azuzada por el calor y la escasez de precipitaciones, obligará a cortar unos 1.200 árboles infectados, pinos sobre todo. Los efectos asociados al cambio climático se reflejan en la vegetación de la urbe y fuerzan a buscar reemplazo a las especies que dan síntomas de debilidad ante el tiempo extremadamente caluroso y seco.

La sustitución de árboles a causa del calentamiento global no es una estrategia nueva en la ciudad, aunque la ausencia de lluvia que amenaza a la flora urbana y las recientes caídas de ejemplares han avivado el interés por el estado del arbolado. El Instituto de Parques y Jardines de Barcelona explica que el Ayuntamiento selecciona nuevas especies “desde 2012”, concreta el jefe del área de gestión del arbolado, Joan Guitart. Busca así diversificar la gama de ejemplares y, ante todo, sembrar árboles “mucho más adaptados al cambio climático”, manifiesta el directivo.

Guitart recalca tres especies que se han trasladado a la capital en los últimos años, naturales de Sudamérica, propias de climas cálidos y “muy atractivas a nivel visual”, alaba. Una de ellas es la ‘Tipuana tipu’, también conocida como palo rosa o tipa blanca. Procede del noreste de Argentina y Bolivia, según el Atlas de la Biodiversidad de Barcelona, y no pasa desapercibida: son los árboles que, a finales de la primavera, desprenden una “alfombra de flores amarillas, visibles en muchos sitios de la ciudad, lo que también da un punto de embellecimiento” a las calles, destaca Guitart.

“Es muy resistente a la sequía. En cuanto a fracturas, no ha habido demasiadas hasta el día de hoy. De momento, el balance es positivo”, evalúa el responsable de Parques y Jardines. Otra especie por la que Barcelona está apostando es la jacaranda, originaria del norte de Argentina, Uruguay, Paraguay y el sur de Bolivia. 

Ante la evolución adversa del clima, también se está expandiendo el lapacho morado. Es autóctono de Brasil, el este de Bolivia, el norte de Argentina y Paraguay. De sus ramas, brotan flores rosas y moradas entre finales del invierno y primavera. En este caso, Guitart precisa que “se están plantando desde hace unos 10 años como mucho”, con lo que los ejemplares “aún no son de gran magnitud para ver cómo se están comportando”. 

Condicionados por los viveros

En cualquier caso, el jefe de Parques y Jardines avala el arraigo de las tres especies en la capital. Para extender ejemplares resistentes al calentamiento global, Barcelona depende del surtido de los viveros especializados en árboles de clima cálido. “No siempre tenemos disponibilidad ni variabilidad de especies para introducir en la ciudad”, reconoció Guitart en el congreso nacional de la Asociación Española de Arboricultura, celebrado esta semana en Barcelona.

Los 500 árboles muertos que la urbe acumula este año por efecto de la sequía se alzaban en la calle. Guitart infiere que, del conjunto inusual de bajas, sobresalen “los almeces, los plátanos y las sóforas”. En cambio, los jardineros municipales constatan que las encinas soportan mejor la pertinaz privación de aguaceros que rieguen la ciudad. “No están tan afectadas, aunque no tenemos tantas”, aclara Guitart.

Suscríbete para seguir leyendo