Las alianzas en la capital catalana

Barcelona en Comú reclama abordar ya su entrada en el gobierno de Collboni

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Colboni diada

Colboni diada / Jordi Borràs / ACN

Toni Sust

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“Hay conversaciones; negociaciones, no; hay conversaciones informales”. Con esta frase ha subrayado este lunes el portavoz del grupo municipal de Barcelona en Comú, Jordi Martí, que por ahora no hay contactos concretos con el alcalde, Jaume Collboni, ni con su partido, el PSC, que dirige la ciudad en solitario con 10 concejales. Es decir, contactos para que los dos partidos alcancen un pacto para que los de Ada Colau entren, según la previsión ya sin ella en el grupo, en el gobierno de la ciudad.

“El gobierno opta por la gestualidad, pero para seguir transformando, para mejorar el combate de la emergencia climática, es necesario un gobierno potente que acorde una hoja de ruta para los próximos cuatro años, que acuerde un presupuesto, y el primer presupuesto marca el volumen de inversión que se puede hacer en estos cuatro años. Hay que salir de esta provisionalidad, que no conviene a la ciudad”, ha declarado Martí a Betevé al acudir a hacer la ofrenda floral a la estatua de Rafael Casanova.

Barcelona en Comú pide así acelerar el camino hacia una alianza. A Collboni no le iría mal un socio, porque gobernar con 10 ediles resulta complicado, como se vio en 2015. Pero toca esperar que Junts y el PSOE diriman el diálogo que debe acabar en pacto de investidura o repetición de elecciones.

Sánchez y Puigdemont

Después del desenlace de las municipales de 2023, inesperado, como en 2019, y que igual que entonces dejó al ganador, el candidato de Junts, Xavier Trias, sin alcaldía, se dio por hecho que Collboni llamaría a su gobierno a los Comuns, esta vez como socio menor. También se especuló que ERC podría sumarse a un tripartito. Ambas hipótesis partían de que Colau y Ernest Maragall seguirían en el consistorio en el momento de que se cerrara esa alianza.

Todo se dejó para después de las elecciones generales del 23 de julio, porque los pactos antes de las urnas amenazan con causar problemas, pero lo que no se esperaba entonces es que Junts contaría con el ‘supercomodín’ de ser decisivo para la gobernabilidad de España. Aunque el propio Trias ha juzgado poco probable que al final triunfe la sociovergencia y que Junts sea el nuevo socio de Collboni, ha pospuesto su salida del consistorio, que anunció para este trimestre si no era alcalde.

Cambio de alcalde

No faltó quien tras el 23-J especuló con que Trias acabara accediendo al cargo a la vista de que la persona que atesora el poder último de decisión en Junts, Carles Puigdemont, tiene en su mano reclamar los platos que más le gusten de la carta a cambio de asegurar que Pedro Sánchez mantiene la presidencia.

Aunque este cambio no parece estar sobre la mesa, la reclamación de Barcelona en Comú de concretar ya su entrada en el gobierno se enfrenta, inevitablemente, a la necesidad de esperar a que Sánchez y Puigdemont cierren o no un acuerdo, y si lo hacen, en qué términos.

Mientras Bcomú pide negociar ya, ERC lleva días tomándoselo con calma. Elisenda Alamany advirtió el pasado 1 de septiembre que los republicanos forman parte de la oposición y que no había habido conversaciones que indicaran que eso fuera a cambiar.

Los antecedentes

Después de una primera alianza temporal en el mandato 2015-2019 que se cerró abruptamente con la expulsión del PSC por parte de Colau por su apoyo al artículo 155, Comuns y socialistas gobernaron juntos la capital catalana en el mandato 2019-2023, siendo Barcelona en Comú el socio principal, con los 10 ediles de Colau frente a los ocho que tenía Collboni. El acuerdo se cerró sin problemas tras el inesperado desenlace de aquellas municipales de 2019: el ganador, ERC, se quedó sin alcaldía después de que Manuel Valls diera sus votos a Colau para impedir que un independentista, Ernest Maragall, fuera alcalde.

La convivencia fue buena, esencialmente porque de entrada los dos partidos acordaron convivir con sus discrepancias, que no son menores: el PSC defendió ampliar el aeropuerto, algo que Barcelona en Comú rechaza frontalmente. Los socios también colisionaron por los ejes verdes, ahora cuestionados judicialmente. Tiene su ironía que tengan que ser los socialistas, que tanto evidenciaron que no ven claro el proyecto, quienes deban recurrir ahora contra la sentencia que tumba el proyecto estrella de Colau.