Monocultivo turístico

Guerra al descontrol de los suvenires: Ciutat Vella ordena cerrar temporalmente una veintena de negocios

Alerta por el monocultivo comercial turístico en Ciutat Vella

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Barcelona comunica las primeras 18 órdenes de cese a tiendas de suvenires

Tiendas turísticas en la calle de Ferran.

Tiendas turísticas en la calle de Ferran. / Georgina Roig

Patricia Castán

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La resurrección comercial de Ciutat Vella ha sido un largo parto, pero el resultado se aleja mucho de lo que habrían querido algunos ejes comerciales, especialmente en el barrio Gòtic: menos enseñas locales y un desembarco acelerado de tiendas enfocadas con más o menos disimulo al turismo, con una oferta repetida hasta la saciedad. Pero la versión más evidente, la de de los suvenires de siempre que pese a la prohibición de nuevas licencias han tomado muchos escaparates, va a sufrir un revés inesperado en las próximas semanas. Visto que algunos empresarios infractores pagan las sanciones sin pestañear, el distrito de la mano del área de Urbanismo ha decidido dictar órdenes de cese temporal de la actividad. Casi una veintena de comercios ya han recibido la notificación y se encuentran en periodo de posibles alegaciones.

Unos turistas miran los artículos de una tienda de suvenires del Gòtic.

Unos turistas miran los artículos de una tienda de suvenires del Gòtic. / Georgina Roig

Las nuevas aperturas específicas de tiendas de suvenires están vetadas en las zonas saturadas de esta oferta desde 2008, y la normativa municipal incluso se endureció en 2018 ampliando su radio. Pero el hecho de que tiendas bajo otras especialidades (como textil o artesanía) sí puedan encajar un 20% de artículos para los visitantes se ha acabado convirtiendo en un coladero. Es difícil estimar dónde empieza y acaba lo considerado como turístico, y aún más cuantificarlo.

El distrito lanza la medida contra los locales y no sus titulares, para evitar la picaresca y garantizar que el negocio infractor se ve interrumpido

En algunos casos las infracciones son tan evidentes que el consistorio sanciona a los operadores con multas por ofrecer demasiados artículos para el turista sin autorización a tal efecto. Otros expedientes se abren porque aún teniendo licencia (anterior a la limitación) no se cumplen las reglas del juego y se invade el acceso a la tienda o hasta la misma calle con género expuesto.

Nueva estrategia

Pero al distrito de Ciutat Vella le preocupa especialmente que muchos nuevos comercios abiertos tras la pandemia se escuden en epígrafes diversos para acabar vendiendo camisetas de 'I love Barcelona', calzoncillos con frases picants en inglés, castañuelas o ceniceros gaudinianos. En marzo, como avanzó este diario, se habían contabilizado 90 negocios con posibles infracciones, que en muchos casos se corrigieron tras advertencias, y en 18 más graves acabaron con expedientes sancionadores. Ahora, el concejal en funciones del distrito, Jordi Rabassa, explica que el ayuntamiento ha optado con determinación por cambiar de estrategia.

"Para algunos pagar una multa de 3.000 o 6.000 no es un problema", relata. La multa resulta poco disuasoria teniendo en cuenta los altísimos alquileres de calles como Ferran o Jaume I, donde la reapertura de persianas pasa sobre todo por el enfoque turístico.

"Igual que hemos hecho con discotecas o terrazas, vemos que es más efectivo el cierre temporal de la actividad", explica el edil. Para optar por este mecanismo se han amparado, junto con el área municipal de Ecología y Urbanismo, en el marco regulador de la ley catalana 18/2020 de facilitación de la actividad económica. El ayuntamiento ha considerado que al menos en esos 18 casos se puede ejecutar un cese de la actividad por un periodo de hasta seis meses, detalla Rabassa. Así lo ha hecho saber a todos ellos. Con el detalle importante de que la medida afecta al local y no al titular, de modo que se evitan trampas como falsos traspasos o cambios súbitos de operador

Los afectados están en periodo de alegaciones, pero el concejal cree que con ese amparo legal los cierres se harán efectivos en próximas semanas y podrán seguirles más casos. Abren así una nueva herramienta para tratar de frenar el avance de una oferta que desprestigia al comercio del centro de Barcelona. Pero no es la única vía por explorar para intentar frenar la pérdida de comercio con identidad.

El actual aspecto de la que fuese la farmacia de La Estrella, en la calle de Ferran

El actual aspecto de la que fuese la farmacia de La Estrella, en la calle de Ferran / Georgina Roig

La asociación Barna Centre, que engloba a las calles del Gòtic, desde el Portal de l'Àngel, lleva meses advirtiendo de la deriva de la oferta y pidiendo medidas para revalorizar el comercio de la zona. Rabassa, que recientemente se ha reunido con ellos para exponer esa nueva vía de presión municipal, asume que además de castigar, hay que afrontar otras vías. La más drástica, y que están estudiando jurídicamente, dado que choca con los principios reguladores de la UE, se encamina a "revocar licencias" de quienes incumplen sistemáticamente normativas locales. Insiste así en las intenciones ya anunciadas por Ada Colau en este sentido durante la campaña electoral.

Pero considera aún más importante estimular la apertura de los establecimientos de barrio que necesitan algunas calles o que podrían mejorar cualitativamente la oferta comercial. A falta de conocer el desenlace de pactos para formar el nuevo equipo de gobierno, Rabassa plantea ser más proactivo en la llegada de operadores.

Oportunidades perdidas

Desde la asociación de comerciantes, su presidenta, Teresa Llordes, lamenta que se hayan "perdido muchas oportunidades para recuperar el centro y la diversificación comercial en Ciutat Vella". No entiende que se tarde "años en reaccionar ante una cuestión alarmante tanto para vecinos como para comercios, que ya es un problema de ciudad".

A juicio de Barna Centre, la proliferación de suvenires "está ya tan extendida qué difícilmente generará el cambio necesario en el paisaje comercial". No obstante, esperan "sí sirva para ordenarlo un poco". Al aplicarse sobre los locales, confían en que "tal vez incluso pueda implicar a los propietarios para que tengan algo más de consideración sobre el tipo de negocio al qué alquilan los espacios". Y no dudan en que se trata de un primer paso, pero "hay que acompañarlo de más acciones".

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