Mercado descontrolado

La Boqueria reclama una regulación específica para domesticar su éxito turístico

La Boqueria se rinde: el gran 'comedor' turístico devora al comercio tradicional

Juanito, el 'Pinotxo' de la Boqueria, ya tiene figura de cera

Pollería del mercado de la Boqueria.

Pollería del mercado de la Boqueria. / Zowy Voeten

Patricia Castán

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En el mercado de la Boqueria de Barcelona ya hay más bocas masticando a destajo que cestos de la compra. Ejemplifica la tendencia, acelerada desde el final de la pandemia y tras la sequía de público, de que la demanda dicta la oferta, especialmente en un mercado a pie de Rambla y tomado por los turistas que lo reconocen como icono local. Ante la imposibilidad de luchar contra su céntrica ubicación y sus excesivas paradas para abastecer solo a población del Gòtic y el Raval, la Associació de Comerciants de la Boqueria reclama una urgente reordenación de la actividad que canalice su éxito y dignifique el formato.

El colectivo, que desde el año pasado preside Jordi Mas, ya presentó su propio plan estratégico al ayuntamiento, que ha hecho caso omiso, se quejan. La acelerada transformación (ya sin el mínimo rubor) hacia un gran comedor turístico, como relató este diario el pasado sábado, lleva a los operadores a clamar por una normativa propia que les permita domesticar el modelo con el fin de preservar un difícil equilibrio que permita sobrevivir al producto fresco.

La Boquería

Comida para consumir al momento en un puesto de la Boqueria. / Zowy Voeten

La actual junta del mercado no mira al pasado, no hace ascos del turismo que --dicen-- permite mantener las dimensiones del recinto, y no reclama restricciones para la actividad de sus operadores, que a día de hoy en su mayoría no cumplen una normativa genérica que se ha quedado "obsoleta". Mas insiste en que "los hábitos de consumo han cambiado", la gente ya no espera de un mercado lo mismo que hace 30 ni siquiera que hace 10 años, tercia. "El modelo se ha de transformar", afirma, convencido de que en su actual formato se esta yendo de las manos al ayuntamiento. "Guste o no, mucho de lo que pasa es por imposibilidad de hacerlo de otra manera ante la normativa actual", opina. "Hay un vacío legal y estamos en parálisis", advierte.

Alude así a la paulatina evolución de la Boqueria hacia los productos elaborados o preparados para comprar y consumir aprovechando el alud de viajeros. Una tendencia que hace años abarca de los zumos y la fruta cortada a las paellas, pasando por fritos, empanadas, pasteles y cuánto uno quiera probar. Tras el parón de actividad en el mercado durante la crisis sanitaria (sin turistas y con una afluencia de compradores del resto de la ciudad menguante e insuficiente para sostener los 170 negocios) la degustación ha retomado la hiperactividad a costa de enfocar solo al negocio a ella. Una docena de puestos se han traspasado y los nuevos dueños se han focalizado más al 'take away'. Los puestos 100% de producto fresco son ya anecdóticos.

Con o sin barras de degustación

En este escenario, el gerente del Instituto Municipal de Mercados, Màxim López, explicaba a este diario que la normativa que regula qué se puede ofrecer en cada puesto (su especialidad autorizada más elaboraciones a base de esta) es común a todos los mercados de Barcelona. Sin embargo, la gran afluencia de turistas en la zona ha determinado que muchos paradistas enfocasen su oferta en este público, que no quiere un kilo de manzanas, sino una macedonia cortada y con un tenedor. Ni quiere un salmón fileteado, sino una cata de ostras.

Más comida 'take away' en la Boqueria.

Más comida 'take away' en la Boqueria. / Zowy Voeten

Por contra, Mas afirma que en los mercados renovados, como Sant Antoni, o el Ninot, se ha permitido introducir reglas específicas que introducen la actividad de degustación, como complemento a la venta de producto, que la Boqueria "ya reclamó desde 2007". "Esto permite hacer pedagogía, añadir una experiencia. Uno lo prueba y posiblemente también compre algo para llevar a casa", opina. Tanto en fresco como en presentaciones diferentes, desde quesos a elaboraciones. Desde una charcutería hasta una bacaladería. Pero el formato de espacio dividido entre venta y degustación aseguraría combinar la actividad tradicional y la gastronómica al parecer de la asociación. "La gente busca experiencias, come menos en casa que hace años", subraya.

Zonas de consumición

La asociación es partidaria de incorporar zonas en los negocios para ese fin (cada operador debería diseñar su puesto), pero también de contar con zonas de consumición ordenadas. Y pone el ejemplo de mesas en la plaza de la Gardunya, hacia la que "habría que abrir el mercado". Cree que no hacerlo implica abandonarse a un crecimiento como el actual, donde cada operador (en función de lo que vende o no), llena sus mostradores de productos cada vez más pensados para devorar a pie de pasillo y de cualquier manera. Como sucede en la plaza, como improvisado picnic.

La entidad también reivindica dinamizar los 21 puestos cerrados en la actualidad. El consistorio siempre ha defendido reducir la oferta y esponjar de paso el recinto, pero la realidad es que muchas persianas suman meses bajadas. Jordi Mas aboga por impulsar negocios 'pop up', temporales, como banco de pruebas para ver si funcionarían o no, o para enriquecer la experiencia de compra con novedades, sobre todo en el ámbito vegano y vegetariano, tan en boga, relata.

Superespecializar

¿Es todo ello compatible con la función de mercado de abastos con la que nacieron los mercados? La asociación cree que la supervivencia de esa misión pasa por las nuevas exigencias. No turísticas sino de consumo general, y pone como ejemplo el éxito de unas tortillas para degustar en el mercado de Galvany. "Queremos crear cultura gastronómica, reordenar y modificar para tener un mercado de futuro, del siglo XXI. Que vuelvan los barceloneses por la calidad y también turistas, con experiencias y producto innovador", argumenta.

Otro eje de sus peticiones pasa por tener un dinamizador que programe novedades en el mercado, aumentar la agenda y acciones de sus Aula y Espacio gastronómico y potenciar más la superespecialidad para que en el mercado se encuentren productos únicos que estimulen acudir expresamente. Incluso potenciar el servicio a domicilio con plataformas como Glovo y un 'market place' más pedagógico e interactivo.

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