Las batallas del próximo mandato (5)

La reforma del tramo superior de Balmes salta de mandato sin aclarar si será unidireccional

La arteria de la zona alta incorpora tres semáforos a la espera de unas obras condicionadas por la L9

La supresión del sentido descendente se "estudiará y revisará para adaptarlo al contexto actual"

Carlos Márquez Daniel

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Yogui y Milú pasan buena parte del día durmiendo. O más bien dormitando, porque Yogui descansa con un ojo abierto, como si estuviera vigilando la puerta. Ven la vida pasar en Catalunya Seguretat, uno de los comercios más antiguos (31 años) de la parte alta de la calle de Balmes, partida en dos por la plaza de Molina. Hacia el mar, hasta Pelai, una avenida recta y reformada, de 2,4 kilómetros, de aceras anchas aunque llenas de motos mal estacionadas. En dirección al Tibidabo, la serpenteante arteria de las películas en super-8 que nos dejaron nuestros padres: seis carriles y pasillos peatonales raquíticos a lo largo de 1,4 kilómetros, resiguiendo el perfil de lo que hace 120 años era una riera.

En este comercio del lado Besòs atiende Rubén, argentino, con buena memoria. Veterano, es el mejor amigo de sus dos dormilones chihuahuas. Dice que les prometieron la reforma de la calle en 2014 y ha llegado un punto, concede, que ya ni la espera y casi ni la quiere. La transformación se empezó a gestar en la primera década de este siglo, pero ni Jordi Hereu, ni Xavier Trias, ni Ada Colau la han culminado, y ahora todos se apresurarán a prometer que en el próximo mandato, seguro que sí.

Los parches de la L9

Lo único previsto, por ahora, es la instalación de más semáforos. Si se pregunta al actual gobierno, la respuesta es la siguiente: "El compromiso es tirarlo a delante a principios del siguiente mandato, en coordinación con las obras de la L9 de metro". Unas obras, por cierto, que al detenerse a principios de la década anterior, como sucedió en Sanllehy o Mandri, dejaron un boquete tremendo que el Govern, a la vista de que el parón iría para largo, reurbanizó para atemperar la fura vecinal. En esta plaza se invirtieron dos millones de euros para recuperar el parque infantil y la zona verde.

Una moto estacionada en la raquítica acera de Balmes. El espacio no mide tres metros, la anchura mínima para poder aparcar en el espacio del peatón

Una moto estacionada en la raquítica acera de Balmes. El espacio no mide tres metros, la anchura mínima para poder aparcar en el espacio del peatón / Ricard Cugat

En la comisión de Urbanismo del pasado mes de enero se volvió a discutir sobre este proyecto. No habían pasado ni cuatro meses desde que este foro municipal versara sobre la calle que rinde homenaje a Jaume Balmes, teólogo y coetáneo y amigo de Ildefons Cerdà, al que le debemos el Eixample y se lo pagamos con una terrible plaza que es una rotonda en el albor del paseo de la Zona Franca.

La oposición afeó en masa al gobierno el ninguneo de esta cuenta pendiente con el 'Upper' de Barcelona. Albert Batlle, concejal de Sarrià-Sant Gervasi, muy molesto, se negó a aceptar que el proyecto haya estado durmiendo en un cajón. "Ha estado permanentemente vivo", aseveró, antes de dar por hecho que el plan aprobado en el mandato anterior deberá ser revisado y actualizado antes de poder ser perpetrado, esta vez sí, claro que sí, en el siguiente mandato.

Como en Via Laietana

Lo que sí se ha hecho, además del radar de velocidad instalado junto a la escuela Poeta Foix, es colocar en las últimas semanas dos nuevos semáforos (un tercero vendrá más adelante) a la altura de las calles de Francolí y Putxet. Se supone que para que los coches corran menos y esto tenga menos aspecto de autopista urbana, de manera que entre Molina y Mitre habrá un total de seis luminosos, uno cada 100 metros.

El diseño se hizo público en febrero de 2018 y su ejecución venía condicionada por la culminación de la reforma de Príncep d'Asturies, ahora convertida en Riera de Cassoles. El proyecto traía bajo el brazo novedades importantes, como la ampliación de las aceras -un clásico en cualquier retoque urbanístico contemporáneo- y, sobre todo, la eliminación del sentido descendente, que quedaría reservado solo a un carril bus-taxi.

Instalación de uno de los nuevos semáforos de Balmes, en este caso, en el cruce con Putxet

Instalación de uno de los nuevos semáforos de Balmes, en este caso, en el cruce con Putxet / Ricard Cugat

Recuerda un poco lo sucedido en Via Laietana, pero en dirección contraria. Ahí, en el mar, una vez termine la reforma de la calle, los coches deberán subir por Paral·lel o por paseo de Sant Joan. Aquí, si no cambian las cosas, el vehículo privado deberá ir a buscar República Argentina o Muntaner. Alguien podría pensar que la ciudad ahoga las entradas por mar y montaña.

Los otros tres viales, hasta General Mitre, serían de subida, incluido uno para el transporte público. Queda descartado, al menos por ahora, un carril para bicis, pero dada la pendiente, no sería descabellado que el vial de bajada también se abra a ciclistas, que a la velocidad que permite la bajada no generarían molestias a los autobuses. Ya sucede en Creu Coberta y está previsto lo mismo en Via Laietana y Pi i Margall, así que no sería ninguna novedad aunque hace más de 10 años se descartó que las motos usarán ese vial porque varios estudios concluyeron que era un peligro.

La oposición

Todo esto, sin embargo, podría cambiar. Porque entre un nuevo gobierno con otros planes o porque el actual ejecutivo local tampoco tiene clara la hoja de ruta. "Será necesario estudiar y revisar el proyecto existente para adaptarlo al contexto actual", resume un portavoz municipal. En la comisión de Urbanismo, lo cierto es que hubo más reproches que propuestas.

Si lo resumimos con declaraciones, la cosa fue más o menos así. "Ha caído en el cajón de los olvidos porque no forma parte de la campaña de marketing de la Superilla Barcelona", dijo Jordi Coronas (ERC). "Si gobierna Junts, será un proyecto prioritario en el siguiente mandato; este distrito arrastra años de maltrato, sobre todo en los últimos años", soltó Jordi Martí, de Junts. "No hace falta llegar a Joaquim Folguera, podemos ejecutara primero desde plaza de Molina hasta Mitre", apuntaba Óscar Ramírez (PP).

Plaza de Joaquim Folguera, por encima de Mitre, donde está prevista una estación de la L9

Plaza de Joaquim Folguera, por encima de Mitre, donde está prevista una estación de la L9 / Ricard Cugat

Balmes empezó a reformarse por el tramo Diagonal-Aragó en 2010, en tiempos de Jordi Hereu. Con Xavier Trias se ejecutó desde la plaza de Molina hasta la Diagonal, en dos fases partidas por la Travessera de Gràcia. Si se sigue avanzando por tramos, queda pendiente subir desde Molina hasta Kennedy, con un punto medio en Joaquim Folguera, donde va una parada de la L9 de metro que también condiciona el calendario, por aquello de evitar levantar la vía pública dos veces en un mismo punto. Es decir, que lo ideal, convinieron todos los concejales, es que ambas obras coincidan en el tiempo.

La desembocadura

También está por terminar la transformación de la desembocadura de la calle, entre Gran Via y Pelai. Solo se ha intervenido entre el nudo de Balmes-Pelai-Vergara. Ahí la cosa tiene el añadido de que el plan se aprobó en 2016 e incluso tenía asignado un presupuesto de casi tres millones de euros. En resumen, Si Balmes fuera una película, tendríamos terminado el nudo pero pendientes tanto la introducción como el desenlace.

De vuelta a Catalunya Seguretat, donde no paran de entrar vecinos para pedir una pila del mando del garaje, la copia de una llave o un presupuesto para un cerrojo nuevo, Rubén habla de la reforma sin emoción alguna. Su principal preocupación, de hecho, es el efecto que puedan tener las obras en el comercio. "Lo pasamos mal durante la crisis y durante la pandemia. Ahora solo nos falta esto...". Tampoco les vendría bien a Milú y Yogui tanto ruido. Se acuerda de cuando la cola del cine ABC (ahora un supermercado) llegaba hasta su tienda. "Dejé de abrir los sábados cuando cerraron los cines", recuerda, en referencia al efecto mariposa -en positivo- que se generan los 'botiguers' entre sí.

Radar con la velocidad limitada a 30 km/h a la altura de la escuela Poeta Foix

Radar con la velocidad limitada a 30 km/h a la altura de la escuela Poeta Foix / Ricard Cugat

Un apunte final sobre todo lo que se ha reformado en este calle. La ampliación de aceras no ha servido absolutamente de nada, pues si antes las motos aparcaban en paralelo a la calzada, ahora, con más anchura, lo hacen en batería (la ordenanza obliga a que estén en paralelo porque el espacio no llega a los seis metros). Es decir, el espacio que debía ganarse para el peatón se lo han quedado las motocicletas estacionadas.

Suscríbete para seguir leyendo