Conflicto por la movilidad

La pacificación del tráfico topa en Pedralbes: “Nos quitan un carril y nos aíslan más”

La supresión prevista del doble sentido de circulación en una calle a raíz del futuro carril bici de la Diagonal irrita a los vecinos con el distrito de Les Corts

Vehículos circulando en la calle Manuel Ballbé, en Barcelona, que el ayuntamiento quiere convertir en unidireccional.

Vehículos circulando en la calle Manuel Ballbé, en Barcelona, que el ayuntamiento quiere convertir en unidireccional. / RICARD CUGAT

Jordi Ribalaygue

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El plan del Ayuntamiento de Barcelona para que una calle encajonada entre la Diagonal y la Ronda de Dalt pierda el doble carril de circulación solivianta a los habitantes de la travesía, situada en la puerta de entrada de Barcelona. Han bastado pocos días desde que el proyecto saliera a exposición pública para que se haya granjeado un rechazo tan abrumador en la calle Manuel Ballbé que se antoja complicado encontrar a alguien que lo aplauda en la senda de Pedralbes que el consistorio quiere que sea unidireccional

La Asociación de Vecinos de Zona Universitària asegura que todas las comunidades de propietarios de la vía -tantas como 20- y más de 700 personas se han adherido a un manifiesto que preludia una inminente batería de alegaciones para tratar de corregir la propuesta del distrito de Les Corts, encabezado por el PSC. De prosperar tal como se ha trazado, la reforma recortará la calzada para ampliar las aceras, la calle dejará de ser transitable para los conductores en sentido ascendente -en dirección a la ronda- y solo permitirá bajar hacia la Diagonal. El cambio es fruto de la próxima conversión de un lateral de la arteria que atraviesa la ciudad en carril bici, con lo que desaparecerá el único acceso a Manuel Ballbé para vehículos desde la avenida. 

“Somos una zona residencial, estamos en la falda de una colina con una cierta pendiente que no todo el mundo puede remontar en bicicleta y no tenemos servicios cercanos, así que necesitamos el coche para ir al súper o a los colegios. Impidiéndonos tomar la salida natural, nos cortan el acceso a los equipamientos y tendremos que dar más vuelta, con lo que contribuiremos a que haya aún más tráfico”, diagnostican los residentes consultados. Creen contraproducente que se les aplique la misma receta en boga en otros puntos de la capital, la de la pacificación del tráfico: “En otros sitios puede tener sentido para obligar a andar o ir en bici, pero es absurdo en nuestro caso”

Ofrecen un cálculo para justificar por qué defienden que se conserve el paso de vehículos en ambos sentidos, una premisa en apariencia contracultural en tiempos en que los peatones y los ciclistas ganan terreno a los vehículos en Barcelona. Estiman que el trayecto en coche hasta el hospital de Sant Joan de Déu pasará de 500 metros a casi dos kilómetros, con lo que temen que un recorrido que salvan en dos minutos al volante se alargue hasta un cuarto de hora y, en el peor de los casos, a media hora de cola en hora punta.   

“Lo del hospital es criminal. Si tienes una urgencia, quieres llegar lo más rápido posible. Y, en nuestro caso, lo más rápido es subiendo la calle en coche, lo que se pretende prohibir”, protesta un vecino que, igual que otros entrevistados, prefiere no revelar su nombre. Los residentes piensan que las modificaciones irán también en detrimento de las ambulancias. “Calculamos que, como mínimo, tardarían 10 minutos más”, afirman. 

Vehículos circulando en la calle Manuel Ballbé, en Barcelona, que el ayuntamiento quiere convertir en unidireccional.

Vehículos circulando en la calle Manuel Ballbé, en Barcelona, que el ayuntamiento quiere convertir en unidireccional. / RICARD CUGAT

El presidente de la Asociación de Vecinos de Zona Universitària, Josep Maria Guillumet, opina que “la decisión del distrito afecta directamente a personas y familias”: “Una prioridad en las actuaciones urbanísticas debe ser la reducción de la distancia de desplazamiento. No es solo una cuestión de orden, sino que constituye un objetivo prioritario para la calidad de vida”.  

“Derecho” a la accesibilidad

El ayuntamiento defiende que la reforma se concibe para mejorar el tramo para los viandantes, que ve comprometido por los 2,5 metros que las aceras miden por cada lado. “Ahora no puede pasar una silla de ruedas”, ponen por caso en el consistorio, que esgrime que la accesibilidad es un “derecho” que debe garantizar. 

Las obras se tasan en 2,15 millones de euros. El gobierno municipal aclara que el inicio de los trabajos no es inminente. “No hay dotación presupuestaria y, por lo tanto, no se harán en 2023 y ya se verá si se hacen en 2024”, dice.

Los vecinos contraponen que la vía es poco transitada salvo por quienes moran ahí. Además, resaltan que la pronta conversión del lateral de la Diagonal en un camino exclusivo para ciclistas cerrará de facto el acceso por el lado mar. Les inquieta heredar el trasiego de vehículos que quedarán huérfano del vial. 

“Hasta ahora ha sido la vía para llegar al hotel Juan Carlos o el Palau de Congressos. Cuando se quite, los coches pasarán por nuestra calle. Quieren reducir el tráfico, pero nos derivarán más”, augura un residente. Otro de ellos sugiere que, al menos, se permita una excepción para que los habitantes de Manuel Ballbé puedan atravesar el carril bici en coche o, si no, que se habilite una entrada directa desde la Diagonal.

“Solo nos causa más tráfico y más contaminación. No beneficia a nadie, tampoco al medio ambiente. Encima nos aísla aún más, cuando ya lo estamos suficiente”, se queja una vecina.

El proyecto de reurbanización explicita que la remodelación aspira también a la “mejora de las condiciones de vida de los árboles” que pueblan la travesía, 125 en total. Las raíces están abollando el pavimento. “Se dedican 300 páginas a los árboles pero no hay estudio de movilidad”, recrimina un vecino.

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