Primer día

Las fiestas de Gràcia retoman el pulso de la era 'precovid', aunque con menos turistas

Ambiente nocturno de la Festa Major de Gràcia

Beatriz Pérez

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Hay un método que algunos consideran infalible para saber si las fiestas de Gràcia están siendo exitosas. Lo revela un hombre, que prefiere no dar su nombre, desde la plaza de la Rovira, mientras se toma una cerveza a la salida de un bar cualquiera. "¿Quiere usted saber si hay mucha gente? Vaya entonces a la calle Verdi. Si está llena, es que son un éxito", dice.

Y así es: Verdi está a reventar, pese a que algunos vecinos apuntan a que, en este lunes, no hay tantísimas personas como se veían antes de la pandemia. Aun así, un año más, para entrar en esta vía, que este año dedica su decoración a Don Quijote, el personaje de Miguel de Cervantes, hay que hacer cola en la tarde de este lunes. A medianoche, los conciertos callejeros y las barras de los bares en la calle evitarán los temidos botellones desmadrados en las plazas que se producían en la época más dura de la pandemia.

Son estas las primeras fiestas del barrio barcelonés de Gràcia sin restricciones desde que comenzó la era covid, hace dos años y medio. ¿Y quién se acuerda ya? "'Deu n'hi do' la gente que hay. Yo creo que había muchas ganas de salir. Veo muchísima gente", comenta Laura, una vecina del barrio que pasea a su perrito en la calle de las Tres Senyores.

Este lunes Gràcia celebra su primer día de fiestas y, en efecto, sus calles están repletas de personas. Sin embargo, aunque "hay mucha gente" y el barrio parece haber retomado el pulso 'precovid', como reconocen desde la Fundació Festa Major de Gràcia, no hay "tantos turistas como otros años". En 2019, durante toda la semana de fiestas, pasaron por Gràcia entre 2.500.000 y 3.000.000 de personas. Para ver si se alcanza esta cifra, hay que esperar sobre todo al próximo fin de semana. Hoy es festivo y mucha gente está aún fuera. "Esperábamos un primer día más fuerte", reconocen, aun así, desde la fundación.

Menos turistas, más catalanes

Lo notan por ejemplo los dueños de las tiendas del barrio. Johnson trabaja en un colmado de frutas y verduras ubicado en la esquina entre las calles Providència y Verdi. "Hay menos turistas que otros años. Sí que hay muchos catalanes. Las ventas nos van bien, pero vendemos más cuando hay muchos turistas", comenta este joven. Dice que la gente que este lunes ha pisado Gràcia proviene fundamentalmente de otros barrios de Barcelona, como Sants. "Turistas pocos", insiste.

Muchos visitantes entran en su establecimiento para comprar agua fresca. Johnson pide esperar a los próximos días. Quizás regresa la habitual marabunta de turistas a este barrio paradójicamente plagado de pintadas que claman 'Tourists, go home', 'Tourists, google gentrification' o 'Tourists, go home; carteristas welcome'. Al menos ocho pintadas de este tipo se pueden contar solo en el espacio comprendido entre Travessera de Dalt, la calle Verdi y la plaza de la Rovira.

Eric trabaja en una mesa de sonido de la calle de Providència, engalanada con motivos de la serie 'La Casa de Papel'. Y certifica lo que comenta Johnson. "Estuve en esta misma calle hace tres años y te diría que hay menos turistas. Hay más gente de aquí", valora.

Con todo, si una pone la oreja, no es tan difícil escuchar voces que hablan francés o inglés. Los próximos días revelarán si las fiestas de Gràcia vuelven a batir los récords de afluencia de otros años, aunque, para los vecinos, lo vivido este lunes ya es todo un éxito.

Sin botellones

Por la noche, no se han producido los temidos botellones que sí hubo especialmente durante la época más dura de la pandemia. A medianoche, se han podido ver grupos de jóvenes, bebida en mano, en plazas como la del Diamant, Revolució o Joanic.

Pero atrás quedan ya aquellas imágenes de fiestas desmadradas que se producían en cuanto el Govern levantaba mínimamente las restricciones, mientras gran parte del ocio nocturno permanecía cerrado.

Tampoco había necesidad. Como en los viejos tiempos, los conciertos callejeros han tomado las calles de Gràcia y las barras de los bares han vuelto a salir a la vía pública. El Punt Lila de la plaza de la Revolució, destinado a prevenir las violencias machistas, no había registrado a medianoche ningún altercado relevante, pero cree que la cosa podría ponerse más seria a partir del jueves, cuando se prevé más afluencia de personas.

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