Plagas
47 personas controlan a las 260.000 ratas que viven en Barcelona
El ayuntamiento refuerza los sistemas de vigilancia de los múridos y afirma que no suponen un problema de salud pública en la ciudad
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Toni Sust
Periodista
Escribo sobre el Ayuntamiento de Barcelona y la ciudad desde 2016. Antes lo hice sobre Política social (2011-2016) y sobre Política catalana y española (2001-2011).
Profesor asociado de Periodismo en la UPF.
Toni Sust
El operario coloca dentro de la alcantarilla un sistema en el que va enganchado el cebo. Es una pieza rojiza. “Parece una chuchería”, proclama una de las asistentes a la escena. Está hecha a base de cereales y cera (o parafina). Y lleva rodenticida (raticida). Una vez instalada, se vuelve a cerrar la tapa de la alcantarilla, el agujero por el que se accede al mundo subterráneo que es el hábitat natural de las 259.000 ratas que viven en Barcelona., según el último censo roedor disponible, del 2017. En 2024 se actualizará de nuevo.
El color del cebo es llamativo por dos razones: una es que evite confusiones cuando se manipule. La otra: el alimento colora los excrementos de las ratas y permite saber que los animales han devorado el producto. En realidad, la mayor parte de las ratas que devoran el rodenticida no vuelven a ser vistas por los humanos. Condenadas a un fin próximo, suelen ir a morir a sus guaridas. Las hay que perecen por el camino. Si los cadáveres quedan en el espacio público, son retirados por personal del consistorio. A veces se emplea cebo sin raticida: por el volumen consumido se calcula si hay más o menos presencia de ratas en la zona.
El hábitat
Un total de 47 personas se encargan de controlar a los múridos barceloneses, las ratas que viven en la ciudad: sale a algo más de 5.000 de estos animales por persona, aunque en realidad el grueso de esta fauna sigue su vida en el subsuelo sin mayor molestia: “No los podemos erradicar, se trata de que no estén en el espacio público, explica Elisenda Realp, directora de Salud Medioambiental de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB).
Realp ha comparecido este lunes en el parque de la Ciutadella junto con la concejala de Salud, Gemma Tarafa, para dar cuenta de la atención que la ciudad presta a las ratas en cifras. La APSB, ha precisado Tarafa, cuenta con 2.400 puntos de vigilancia fijos para limitar la población de los roedores en la capital catalana. 2.200 están instalados en la red del alcantarillado y los 200 restantes, en la superficie.
Además, hay 1.500 controles que están instalados en puntos en los que hay una incidencia denunciada por la ciudadanía: suelen estar unas semanas en esas zonas y se mueven a otras cuando es necesario. De los 1.500, 900 están en el alcantarillado y 600 en superficie.
Presupuesto y personal
La responsable de Salud ha puesto en valor el incremento de un 51% del personal que controla a as ratas en la ciudad, hasta llegar a las 47 citadas, frente a las 31 que había el año pasado. El presupuesto del programa de control de las ratas es de 2,92 millones de euros, frente a los 2,03 de 2021, un incremento que se enmarca en la aprobación del programa 'Cuidem Barcelona'.
La llegada del calor lleva a una mayor actividad y presencia de las plagas: el 75% de las incidencias se denuncian en este periodo. “La red de vigilancia es robusta”, ha afirmado Tarafa, que ha subrayado: “En Barcelona no hay un problema de salud pública por los múridos”.
La política de control de las ratas se basa en la prevención. Su vigilancia, como la de otras plagas (mosquitos, cucarachas y en menor medida chinches y garrapatas) se hace por dos motivos, según ha explicado Realp: “Evitar riesgos para la salud pública y molestias a la ciudadanía”.
Al parecer, la comunidad roedora se ha mantenido estable en la ciudad en 2021 y 2022, o por lo menos las quejas que suscita, que sí han crecido desde 2019. La percepción del problema creció más que las ratas, han explicado las dos responsables municipales. Que haya más verde, y que haya obras, que llevan a abrir alcantarillas, contribuye a que los múridos estén más en la superficie.
No dejar comida
Tarafa ha reclamado la corresponsabilización de los ciudadanos, ya que uno de los motivos de que las ratas elijan un destino es encontrar en él agua y restos de alimentos: “Pensamos que vendrá un gatito a comérselo pero se convierte en alimento para las plagas”.
La concejala ha insistido en que en la ciudad no hay un problema a causa de los múridos. Sobre casos como el del solar de Gràcia donde hubo una plaga de ratas, ha afirmado que son puntuales, y que es más complicado legalmente actuar en terrenos privados que en el espacio público. En el terreno de Gràcia, ocupado, se tuvo que contar con el permiso de la propiedad y el de los ocupantes para erradicar a los roedores, lo que se hizo en pocos días. El dueño tendrá que asumir el coste de ese pequeño genocidio múrido.
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