Barceloneando
Surf polo y otras actividades insólitas del verano en Barcelona
Vendría a ser un híbrido de surf y waterpolo. Se juega cada viernes en la plataforma marina del Fòrum
La última moda en la Barceloneta es volar sobre el mar a lo Aladdin surfero. Se extienden las tablas foil
Ana Sánchez
Periodista
En vez de “¿cómo estás?”, a ella le preguntan “¿que has hecho qué?”. No sabe cocinar, pero sí tirar hachas. Si le haces una pregunta retórica, lo más probable es que la responda. Autora de ‘Barcelona increíble’ (Ediciones B).
Parece una alucinación. Como cuando ves un oasis en el desierto o a Toni Cantó dirigiendo una oficina de español. Hay dos porterías en el mar, un balón y una panda de jugadores ¿sobre tablas de surf? Suena el silbato. ¡Piiiii! Y todos reman hacia la pelota como si fuera la ola de su vida. Un novato toca aquí un balón menos que Sergio Ramos. Sí, esto es más agotador que intentar hacer el árbol genealógico de Tamara Falcó.
Surf polo. Vendría a ser un híbrido de surf y waterpolo con encontronazos de rugby. Nombre original: Surfboard Water Polo. Por lo visto ya se jugaba en los años 30 del siglo pasado. Apenas ocupa un par de líneas en Wikipedia, pero por Youtube se pueden avistar surferos metiendo goles tanto en las playas de Waikiki como en alguna piscina de Canadá.
Es un invento hawaiano, eso relatan las revistas especializadas en surf. La idea se le atribuye a Louis Kahanamoku, aunque el famoso era el hermano: el “gran” Duke, “el padre del surf moderno”, lo llaman por internet. De hecho, se suele montar anualmente un campeonato de surf polo en el Duke’s Ocean Fest, en Honolulú, en el festival que se celebra cada año en su memoria.
“¡Tarje-tabla!”, grita un surfpolero tras una aguadilla. “A ver, ¿dónde está el VAR?”, replica otra jugadora. El árbitro hace la vista gorda. “Va a haber antes un bar, con be”, se ríe. “¿Que te agarran de un pie? ¿Que te hunden? –justificará tras el partido-. No es nada comparado con el océano Atlántico. Es una manera de entrenar para después ir a océanos más fuertes”.
“La piscina”. Así llaman a este remanso de mar entre rocas. Los partidos se juegan en la plataforma marina del Fórum. El árbitro, de pie sobre una tabla de paddle, es Albert Sanz. No te fíes: su sonrisa es directamente proporcional a lo que te hace sudar. Es uno de los socios de Blue Salt School (paseo marítimo del Bogatell, 3574). Se puede pasar 8 horas al día encima de una tabla.
Partidos cada viernes
Hace dos años que empezaron a montar partidos de SUP Polo. Sí, también existe: water polo sobre tablas de 'paddle surf', de pie y con remos. Por internet se venden hasta campos hinchables y remos tuneados (con agujero) para manejar la pelota. Este año se pasaron al surf polo. “Para entrenar la remada de surf –explica Albert- pero con diversión añadida”. Hay partido cada viernes a las 16 horas. A no ser que haya olas. “Si hay, siempre vamos a las olas”.
“Hasta que no se convierta en un deporte olímpico no paramos”, se ríe Lucas ya recuperando aliento en tierra. “Cansa bastante, sí, pero es muy divertido”. Todos los surfpoleros asienten, aunque hayan tragado más agua que Leonardo DiCaprio en 'Titanic'. “Más tragas con las olas”, se encoge de hombros Pere. ¿Lo que más gusta? “El buen rollo que hay”, dice Bianca. “Cuando tú estás en la ola –añade Sol-, estás un poco solo. Aquí haces equipo. Y cuando juegas, no piensas qué hay debajo. Te quitas el miedo del mar”. Y se empieza a reír. “Había una medusa y nadie se ha dado cuenta”.
Esta no es la única versión híbrida de waterpolo que se avista por el Mediterráneo: aparte del SUP Polo, también existe el kayak polo, aunque solo hay un equipo que lo practica en Catalunya: Caiac Polo Banyoles, desde ¡1998! Lo que sí se juega en Barcelona es el híbrido terrestre: bike polo. Aquí se meten goles con mazas, como en el polo con caballos, pero cabalgando bicis. Son más fáciles de mantener, se justifican. Quedan todos los jueves, a partir de las 21 horas, en la cancha de la Ciutadella.
Aladdines surferos
Tampoco es lo más insólito que se otea últimamente por la ciudad. Lo que se lleva este verano es volar sobre el mar a lo Aladdin surfero. La palabra que este año hay que saber pronunciar de carrerilla: foil. Hay cientos de miles de fotos en Instagram que presumen de vuelos rasantes. “Es muy espectacular”, asiente Luis Abril, dueño de Sea You Barcelona (paseo del Mare Nostrum, 14). Hace tres años que aquí alquilan tablas voladoras: las hay de 'paddle', de surf, eléctricas… Este verano se extiende el wing foil: con vela.
Foil: así se llama a una especie de mástil bajo la tabla “con un pequeño avión debajo”. Te lo enseña Esteban Yusty, el encargado de Sea You. Y sí, parece un avión de juguete. “Es que realmente lo es –detalla-. Es el mismo funcionamiento”.
Recomiendan estrenarse con el e-foil, el eléctrico. “El foil de los reyes”, lo llama Esteban. “Para la persona que quiere llegar, ir al mar y volar”. Con una tabla de iniciación y un mar calmado –garantiza-, un Aladdin novato puede despegar a los 30 minutos. Al menos unos segundos.
Para los no voladores, está la alternativa de las tablas eléctricas. “La sustitución natural de la moto de agua”, apunta Luis. “No producen ruido, no contaminan y te dan esta parte de adrenalina que quizás no te dan otros deportes de agua”.
Para todo lo demás: paddle surf. Este año se afianza como plaga costera. Las tablas se multiplican por la Barceloneta como lo hacían las colchonetas hinchables en los 90, compara Miquel Roigé desde el Moloka’i Sup Center. Ahora mismo se pueden hacer más actividades sobre una tabla que en tierra: yoga, pilates, 'fitness', ver amanecer, atardecer, la luna llena, incluso pasear al perro. I Can Walk organiza salidas de 'paddle' a cuatro patas. No, no cuentan los turistas de resaca.
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