sector económico

Barcelona ultima blindar la actividad de comercios emblemáticos

La Manual Alpargatera, en la calle de Avinyó, que vive momentos difíciles por la crisis comercial de la zona desde la pandemia.

La Manual Alpargatera, en la calle de Avinyó, que vive momentos difíciles por la crisis comercial de la zona desde la pandemia. / periodico

Patricia Castán

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El tiempo ha demostrado que el plan especial que catalogó las tiendas con más solera y valor histórico local no basta para evitar la desaparición de establecimientos emblemáticos o singulares en Barcelona. La normativa urbanística llamada a preservarlos desde el 2016 se ha quedado corta, vistos (al menos) la veintena de cierres o cambios registrados en este tiempo, y el riesgo de que sean muchos más en el centro de la ciudad, en el marco de la crisis comercial que ha comportado la pandemia del covid-19. Por eso, el ayuntamiento confía en poder blindar algunos de los negocios más arraigados de la mano de la protección de su actividad. Se trata de una medida en la que se trabajaba desde hace tiempo y que ahora toma cuerpo con la presentación en el Parlament por parte del PSC esta martes de una instancia que encarrila la futura modificación la ley del patrimonio cultural.

Esta vía es imprescindible para dotar de un marco jurídico adecuado a cualquier intento municipal de garantizar la supervivencia de algunas actividades comerciales. Culmina, además, muchos intentos fallidos en la última década. Durante el mandato de Xavier Trias diversos informes jurídicos mostraron la aparente imposibilidad de que el consistorio pudiese proteger la actividad (inmaterial), ya que se vulneraban directivas europeas sobre la libertad de mercado. Con esa premisa, se optó por centrar la jugada en el valor patrimonial del contenido y continente de los 211 establecimientos del Catálogo de Protección del Patrimonio Arquitectónico, Histórico-Artístico y Paisajístico de Establecimientos Emblemáticos de Barcelona. En la máxima categoría, E1 (de gran interés, por conservar numerosos elementos originales) había una treintena de comercios, entre los que también ha habido bajas recientes, como la camisería Xancó de la Rambla, de 1820.

La concejala de Comercio Montserrat Ballarín ha reactivado el empeño municipal en la preservación de estas joyas locales, bastante olvidadas en el primer mandato de Ada Colau. Ballarín relata que todavía queda trabajo por delante, porque habrá que desarrollar un proyecto de ley que por calendario se irá a la próxima legislatura. Al haber un Govern en funciones y elecciones a la vista, no era posible registrar una petición de modificación legislativa. La vía activada por el grupo parlamentario del PSC ha sido de momento instar a la Generalitat a "llevar a cabo las actuaciones necesarias  necesarias de cara a ampliar la protección de la actividad que se desarrolla en establecimientos considerados emblemáticos (...) incluyéndolos en la definición de patrimonio inmaterial", así como que las administraciones "puedan limitar las actividades a desarrollar en ellos o incentivar el mantenimiento de las que constituyen su esencia". También se insta a llevar a cabo un diagnóstico y censo de este tipo de comercios en Catalunya y ver si la legislación se adecúa a la realidad. E incluso "estudiar la posibilidad de implementar medidas que los incentiven". De ese modo, se allana y acelera el camino para la modificación de la ley a principios del próximo mandato. 

 Cabe destacar que entre arrendatarios y propietarios de los negocios hay voces disonantes, ya que estos últimos temen que al obligar a perpetuar una actividad, el local pierda valor cara a futuras transacciones o traspasos. De ahí que habrá que determinar y consensuar las actividades.

La edila recuerda que la ley del patrimonio cultural ya sufrió modificaciones en el 2015 para incluir actividades inmateriales. El paso que ahora se quiere dar implica introducir el comercio y la artesanía entre los valores inmateriales, para concretarlos luego en el ámbito del interés local de cada municipio.

Sin relevo fácil

La evolución de los casos desde la aprobación del catálogo local deja claras sus deficiencias e intereses contrapuestos. En el reportorio de bajas de los últimos años aparecen al menos una docena de cierres, media de traslados de los negocios y un puñado con cambio de actividad. Sin contar que a los emblemáticos perdidos también se podrían sumar algunos comercios singulares que no alcanzaban el nivel de protección para su preservación patrimonial, pero que formaban parte del repertorio histórico o sentimental del barrio.

Entre unos y otros la lista de cierres y transformaciones da paso tanto a relevos que borran de un plumazo el arraigo previo de una actividad, o deja establecimientos vacíos a falta de interesados en ese ‘legado’. Entre los que han bajado la persiana sin un traspaso que de momento permita mantener vivos su “continente” figuran la propia Xancó (en alquiler desde hace meses) o el almacén de tejidos de 1870 El Indio, donde los vecinos del Raval han denunciado repetidamente la degradación de su acceso (utilizado como urinario por los incívicos) desde que bajó la persiana a finales del 2014. Tampoco la mudanza de Casa Calicó (del Born al Poblenou) se saldó con una nueva vida para su carismático emplazamiento de la plaza de les Olles. Ni los intentos de resurrección de El Ingenio han podido prosperar, con el local en alquiler o venta.

En otras ocasiones, la llegada de un nuevo negocio no deja de ser chirriante: como el Café Costa que borró el recuerdo de Deulofeu en la plaza de Sant Jaume, y a su vez fracasó dejando otra persiana bajada; o muy cerca (en otro nivel) del Café Shilling, reconvertido en taquería.

Dar un nuevo uso a un continente protegido también puede acabar con una franquicia de moda en un local con artesonados modernistas, sin que quede recuerdo de la actividad que hizo único a ese establecimiento. De ahí que la preservación de la actividad unida al local sea la única vía para algunas supervivencias.

El ayuntamiento también busca fórmulas para reactivar tiendas singulares cerradas con usos compatibles

El arquitecto e impulsor hace tres lustros de la asociación de emblemáticos, Alberto Mejías, ha reivindicado en los últimos tiempos esta legislación a nivel autonómico como salvavidas de muchos establecimientos históricos, donde el arrendatario está en una posición frágil. A veces por el aumento de las rentas que les expulsan de los territorios más cotizados (como suele suceder en el Gòtic), pero también por la falta de relevos generacionales o de capacidad de ecolucionar solos en su gestión. Al final, enfatiza, Barcelona ha seguido la pista de lo que se ha hecho en otros países europeos para evitar la pérdida de su identidad comercial. Sobre la mesa propone también desarrollar una serie de actividades compatibles con los usos originales y que posibiliten al máximo la conservación y continuidad de los establecimientos, ya que muchas veces el mobiliario acaba revendido en los Encants.

En este sentido, Ballarín avanza también que el consistorio trabaja de la mano de Barcelona Activa para estudiar vías de reactivación de negocios de estas características que no han logrado una continuidad, dando facilidades tal vez a operadores con una propuesta afín a esos espacios.

11 nuevas bodegas incluidas

Y aunque el catálogo del 2016 pierde nombres por las duras leyes del mercado, muy pronto se engrosará con el fichaje de 11 bodegas tradicionales de barrio, mediante la modificación del plan especial urbanístico sobre emblemáticos, que el ayuntamiento ya ha aprobado inicialmente. Tras más de un año en estudio, se han descartado otras 20. De las seleccionadas, un par tendrán la categoría E2 (las bodegas Vendrell y Sopena, de interés pero que ha sufrido modificaciones en su estructura original), mientras que para otras nueve se creará la categoría E4 que reconocerá elementos de interés ambiental y arraigo histórico en sus zonas.

Panorama incierto en plena pandemia

Como en el resto del sector, la supervivencia del comercio en plena pandemia del covid-19 depende más de la ubicación que del tipo de establecimiento, salvo en el caso de la restauración, ahora clausurada. Los establecimientos emblemáticos no estarían más amenazados que otros si no fuera porque buena parte de ellos se ubican en Ciutat Vella, el distrito más castigado por la ausencia de turismo y la caída de afluencia de público del resto de la ciudad o de Catalunya. En este marco, los situados en otros barrios están funcionando mejor, en especial en ámbitos de primera necesidad como la alimentación o las farmacias.

Suscríbete para seguir leyendo