EN CIUTAT VELLA
El Sant Pau vuelve a exhibir músculo
El gimnasio social Sant Pau ha vuelto a demostrar este jueves ser uno de aquellos pocos lugares en los que lo imposible es posible. No solo por lograr montar en plena pandemia un conciertazo en su privilegiado y característico terrado (algo que al propio gobierno municipal le resultó imposible hace solo unos meses); sino por convencer para actuar en él a los mismísimos Mishima. El concierto era la excusa para mostrar nuevamente el apoyo popular a este arraigado y aplaudido proyecto social (mucho más allá del barrio) y para presionar al consistorio para que evite el desalojo, programado para el próximo mes de enero.
Convertido en cooperativa hace ocho años para evitar su cierre, el viejo gimnasio es uno de los lugares de referencia para las entidades sociales del Raval. En los últimos meses, lejos de cerrar por la crisis del covid, se convirtió en el lugar en el que cada día acuden 150 personas sin hogar a ducharse, cambiarse de ropa y de mascarilla y llevarse algo que echarse a la boca.
El proyecto social desarrollado en el gimnasio va mucho más allá de las duchas. De talleres de boxeo para niños marroquís que migraron solos hasta cursos de natación para bebés en los que dejan a las mujeres musulmanas bañarse vestidas. En el pleno municipal del 2018 el ayuntamiento aprobó la compra del edificio para conservar el proyecto, compromiso por el que desde el gimnasio siguen apretando con demostraciones de fuerza como el concierto de este jueves, en el que también ha actuado Marina Rossell y Las Bajas Pasiones.
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