ENTREVISTA A jORDI RABASSA, CONCEJAL DE CIUTAT VELLA
"Si el precio de la vivienda bajara, la gente volvería a vivir en el Gòtic"
¿Imaginaba usted ver así la calle de Ferran?
Era inimaginable. En Ferran y en otros ejes comerciales del Gòtic, pero el caso de Ferran es especial porque es el paradigma de la burbuja de los alquileres que hemos sufrido estos últimos años. Se fueron muchos vecinos mientras el comercio se enfocaba exclusivamente a un público que, de repente, ha desaparecido. Durante ese periodo, los alquileres se multiplicaron de forma desproporcionada. Cuando a una librería como la Sant Jordi le piden que pase de pagar de 700 a 7.000 euros la quieren forzar a dedicarse al cliente turista, porque con el del barrio y el del resto de la ciudad ya no tendrá suficiente como para pagar las mensualidades. La calle Ferran la tenemos que recuperar entre todos, y eso incluye también los propietarios de los locales, que deben facilitar que la oferta comercial esté dirigida también a los barceloneses.
Podría bajar el precio de la vivienda en el centro gracias a la pandemia, pero, ¿regresarán quienes se fueron si la amenaza a corto o medio plazo es que todo vuelva a ser como antes?
Si los precios bajan, la gente volverá porque es maravilloso vivir en el Gòtic. Y más que lo debe ser. Desde las administraciones tenemos que crear las condiciones para que aún sea atractivo vivir en los barrios de Ciutat Vella. Durante demasiados años se ha intervenido en el Gòtic pensando en el turista y solo desde el mandato pasado estamos trabajando para acondicionar espacios especialmente concebido para la vida vecinal. Una de las imágenes más bonitas que circularon durante el desconfinamiento fueron las de los niños jugando en las plazas. No hay que renunciar a eso.
Pide usted generosidad a los propietarios de pisos y bajos comerciales. ¿Y a los hoteles?
Los hoteleros deberían tener claro que forman parte del barrio, un lugar donde hay vecinos, algo que sus clientes agradecen. Los hoteles deberían abastecerse en los mercados y comercios del barrio y, si tienen que hacer una reparación, encargarla a alguna tienda cercana. No tiene sentido que los clientes busquen experiencias de vida cotidiana y en cambio los hoteles están cerrados sobre sí mismos. Tiene que repensar como reabren sus puertas.
¿Qué sentido tiene que media Boqueria esté cerrada? Parece un tiro en el pie.
Tanta la Boqueria como Santa Caterina no han sido nunca mercado solo de barrio, sino de toda la ciudad. Son muy especiales y, ahoram después de algunas paradas reorientara su actividad con la vista puesta en los turistas, tienen que reorientar su oferta. La Boqueria tiene que volver a enamorar al cliente que antes bajaba desde otros barrios de la ciudad y, además, los vecinos estarían encantados con que el mercado funcionara en su totalidad.
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