ocio ilegal

El botellón se extiende de las playas a los barrios y Collserola

zentauroepp54334582 botellon200802135546

zentauroepp54334582 botellon200802135546 / periodico

Natàlia Farré / Guillem Sánchez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Pese a que los datos sobre contagios de covid-19 no dan tregua y la pandemia arrecia, y pese a las medidas cada vez más coercitivas para intentar doblegar la curva de infecciones, los comportamientos incívicos no disminuyen. Así, Barcelona suma durante la última semana 5.500 desalojos en espacios públicos a causa del botellón, y 200 denuncias tramitadas por consumo de alcohol, también en el espacio público. Las cifras las dio ayer el teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle. Y las cifras no son más halagüeñas que las que comunicó hace 10 días el intendente jefe de la Guardia Urbana, Pedro Velázquez. Entonces se informó de 190 denuncias en una semana y de una media diaria de 15 botellones abortados por la Guardia Urbana.

Vacaciones en la ciudad

Las playas son el principal escenario, aunque no el único. A diferencia de años anteriores, la práctica de beber en grupo en la calle se ha extendido a zonas de montaña de la ciudad y a los barrios. La expansión del fenómeno está directamente relacionada con la pandemia y las extrañas vacaciones de muchos barceloneses abocados a permanecer en la ciudad durante el periodo estival.

Así los puntos más calientes se concentran en las plazas de Gràcia: del Sol, de la Virreina, del Diamant, Raspall y Joanic; y en las de Nou Barris: en la de Ángel Pestaña y los Jardins de Can Xiringoi; en los miradores de Collserola: el de Sarrià, el de la Arrabassada, el de la carretera de Horta a Sant Cugat y en las baterías del Carmel, además de en Ciutat Vella, con la plaza de los Àngels y las playas a la cabeza (Sant Sebastià, Sant Miquel, Barceloneta y Somorrostro).  

Jóvenes no conflictivos

El frente litoral de Ciutat Vella es el punto más problemático, tanto por volumen de ocupación como por dificultad de desalojo. Pese a que la playa tiene menos aforo que en años anteriores, se llena igual; y la dificultad para vaciarla es consecuencia de su nueva orografía, no es totalmente plana, lo que dificulta a la policía encontrar a los grupos que practican el botellón.

Ambas características, menos dimensiones y menos visión, son consecuencia del temporal Glòria que se llevó por delante parte del arenal que el estado de alarma y posterior confinamiento no permitió reponer a tiempo para la temporada de baño. Los jóvenes que ocupan todos estos puntos calientes para beber son básicamente barceloneses que no disponen de otros lugares de ocio debido a las restricciones,  que no se enfrentan a la autoridad y obedecen a la policía cuando son desalojados. 

Muchos recursos policiales

Con este escenario, Batlle reconoció ayer que los datos "preocupan y alarman" ya que ya hace demasiados días que se destinan "muchos recursos policiales, tanto de la Guardia Urbana como de los Mossos d’Esquadra" a desalojar espacios. Y preocupan también por el riesgo que conllevan estas situaciones: "Parece mentira que tengamos que actuar cada día porque la gente no tiene consciencia del peligro que esto comporta, cuando es un factor de contagio absolutamente comprobado".