ÉRASE UNA VEZ EN... LA VERNEDA I LA PAU (31)

Una plaza de la que aprender

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Helena López

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Vaya por delante que es 6 de agosto y Sònia Burgués, directora de la Escola La Pau, escenario de esta historia, responde a correos y llamadas de trabajo. Lo hace, además, de buen humor y con ganas, una muestra más, la enésima, de que lo suyo por esta escuela y este oficio, el de enseñar, es pasión. No es de extrañar que cuando les explicó a sus alumnos que tenían que buscar un nombre de mujer relacionada con el mundo de la educación para bautizar la nueva plaza frente al centro estos no lo dudaran: "¡Sònia!". ¿Quién si no?

Es 6 de agosto del verano de la pandemia, pero el inicio de esta historia se remonta dos años atrás, cuando desde el colegio propusieron al Plan de Barrios pintar el muro exterior del patio. "En el acceso a la escuela no había absolutamente nada, era un espacio muerto. Si salían a las 16.30 a las 16.31 allí no quedaba nadie. No había ni un banco para que los niños merendaran y las familias socializaran. Por eso pensamos que pintando la pared larga con colores vivos podíamos dar algo de vida al espacio", relata la directora.

"Soy de aquí y conozco a todos los niños; para mí esto más que un trabajo es una manera de ayudar al barrio"

Manjot Sing

— Monitora del 'casal' de la fundació IRES

Pero, aprovechando que estaban haciendo un proceso participativo con los alumnos para diseñar el nuevo patio, se animaron e hicieron lo mismo con la plaza sin nombre -y entonces ni vida- del exterior. Salieron muchas ideas, pero una de las más aplaudidas fue el rocódromo. Desde el <strong>Plan de Barrios</strong> recogieron el guante y se animaron a hacer del acceso a la escuela el primer Espai Jugable del barrio y hoy la nueva plaza es ya una realidad, rocódromo incluido. "Lástima que llegó el virus y todavía no la hemos podido disfrutar con los alumnos", destaca Sònia, convencida de que cuando retomen las clases retomarán el proyecto. 

El proceso urbanístico ha finalizado, pero falta la segunda parte, a ojos de Sònia la más importante. El espacio ya no es un descampado gris. Ahora tiene toda una franja llena de plantas aromáticas y figuras geométricas con juegos pintadas en el suelo, además del rocódromo, la joya de la corona. Un aire muy superilla, para entendernos. Pero falta que las familias se lo hagan suyo a la entrada y salida del cole -que sirva para crear comunidad- y falta también, muy importante, que le puedan sacar todo el jugo pedagógico que tiene. "Las plantas nos servirán para trabajar naturales y las figuras geométricas, matemáticas, y tenemos pendiente también la elección del nombre, con la que también aprenderemos historia. A ver si en septiembre...", resume. ¡Ah! Y, muy importante, ¡falta también la inauguración! La escuela forma parte de Vozes -proyecto músicosocial que trabaja con niños y adolescentes de entornos vulnerables- y tienen pendiente inaugurar su nueva plaza con un gran concierto.

Salir del piso

Pese a que no se ha inaugurado, la plaza hace semanas que está ya llena de vida. Juegan en ella los niños del 'casal' que la fundación IRES realiza en la escuela. Es lunes, 3 de agosto y pasan pocos minutos de las nueve de la mañana. Del primer piso de uno de los diminutos balcones de los grandes bloques de hormigón que conforman el barrio, asoma una mujer mayor. Habla con su vecina, a pie de calle, apoyada en el carro de la compra, de sus nietos. Del 'casal', mientras ven a los niños entrar por otra de las puertas de la escuela. "Tenemos suerte del 'casal'. No podemos tener a los niños metidos en el piso un día, y otro y otro...", opina la abuela mientras su vecina asiente. Pese a ser el primer lunes de agosto ha amanecido lluvioso y los niños saltan en los charcos.

Mientras los últimos mayores entran por una puerta de la escuela, por la otra, la de la placita aún sin nombre, salen los más pequeños del 'casal'. Van disparados al flamante rocódromo. Después juegan a buscar las letras de su nombre en una sopa de letras pintada en el suelo y a hacer carreras en los nuevos carriles que llenan de color la dura plaza. "La están disfrutando mucho. Esto no tiene nada que ver con lo que era antes", señala Manjot Sing, una de las monitoras de los pequeños, vecina del barrio, exalumna del colegio, y exparticipante del 'casal' durante muchos años. "Conozco a la mayoría de niños desde que eran muy pequeños, yo esto no me lo tomo como un trabajo, sino como una manera de hacer algo por el barrio", prosigue la joven estudiante de Enfermería. "Lo que más me gusta es la variedad de culturas. Cada año hacemos una fiesta en que todas las madres preparan comida típico de su país y es súper bonito, aunque este año, con el covid, no podremos", cuenta Manjot mientras corre detrás de los pequeños.

Marta Mas es una de las impulsoras del Grup Memòria i Gènere de Sant Martí y una de las encargadas de hacer la preselección de nombres. Los niños deberán elegir entre Estrella Cortich Vinyals,  miembro de la Institución Libre de Enseñanza durante la República, Maria Josep Casanellas i Escofet, una de las fundadores de la Escola de Mestres Rosa Sensat y Mercè Torrents i Bertrana. "Esto va mucho más allá de elegir un nombre u otro. Nuestro trabajo es que los niños conozcan quienes fueron estas mujeres y generar el debate. Por eso el proceso se ha parado. No tiene sentido elegir un nombre si los niños no pueden debatir, aprender", concluye la activista vecinal. Esperarán el tiempo que haga falta pero lo harán. Y lo harán bien.

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