TALLER DE ESCRITURA

La gran novela del Raval

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Helena López

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La niñez de Noshenn Talat (Gujrat, Pakistán, 2003) es la plaza de Folch i Torres, bajo la ronda de Sant Pau. La de antes, no la de ahora que, pese a la notable mejora urbanística, ya no es la suya. "Está al lado del 'casal' y siempre íbamos a jugar", señala con la alegría que la caracteriza, en la que quizá tenga algo que ver que esta sea la cuarta vez que sale de casa en más de tres meses. Maldita pandemia. Recuerda también sus juegos de infancia en el parque del Collaso i Gil (los jardines de Sant Pau del Camp) y las horas de recreo en el gato de la Rambla del Raval. Pese a todo eso, y el orgullo que siente por su barrio, "donde todos se ayudan", la protagonista de su relato ‘11 suïcidis’ no pasea por ninguno de esos escenarios, sino por la otra Rambla. La de las floristas y los turistas se le antojó más literaria. Una Rambla que huele "a helado, gasolina de una moto que pasa volando, pan recién salido del horno, paella acabada de servir y raviolis cogidos por tenedores para acabar siendo devorados", según la describe en su texto, uno de los nueve que forman 'Històries del Raval. Noves veus adolescents a la Barcelona del 2019', libro coordinado por los escritores Miqui Otero y Juan Pablo Villalobos y publicado gracias a una colaboración entre las editoriales Blackie Books y Anagrama (las suyas) y la librería La Central.

Nosheen habla en la terraza de un local frente al Miquel Tarradell, su instituto, desde la que, al fondo de la calle, se ve la plaza de los Àngels. Tiene más ganas de charlar de sus cosas con su amiga Maheen Mahmood (Barcelona, 2003), otra de las firmas del volumen, que del propio libro, motivo de la cita. En tiempos de coronavirus las ocasiones las pintan calvas y las ganas de compartir con su amiga son irreprimibles. Tienen 16 años. Maheen, autora de 'Hora Mágica', se presenta diciendo que sus padres se instalaron en Barcelona dos años antes de que ella naciera, y que los cuatro -sus padres, ella y su único hermano- han vivido siempre en el Raval. "¿¡Un hermano!? ¡¡Qué envidia!!", la interrumpe Nosheen, la pequeña de nueve. Ambas ríen.

"Nadie en la familia ansiaba tanto brillar como yo"

El cuento de Maheen, que incluye estallidos de adolescencia como "nadie en la familia ansiaba tanto brillar como yo" o "las cosas buenas no siempre nos pasan a nosotras",  tampoco transcurre en ningún rincón del barrio, sino en una playa sin nombre. Superar esa reticencia a poner palabras a su realidad por parte de algunos de los chavales del taller fue uno de los primeros asuntos que tuvieron que abordar en el taller sus ideólogos, cuyo objetivo era precisamente "detectar nuevas voces y miradas sobre el territorio que no suelen aparecer en la prensa ni en la narrativa del país". 

Otero confiesa que el origen fue egoísta. "Esta ciudad no se está explicando. Se trataba de poner bombillas, crear un invernadero", apunta el autor de 'Rayos', novela que sí dibuja el Raval ("pero te sientes un intruso, un impostor"). "Nace de la curiosidad. Queríamos leer sobre esa Barcelona que nadie está contando y que no se va a explicar a base de titulares, sino con relatos, y se nos ocurrió ir a provocar. Agitar el gallinero", añade Villalobos, quien migró a Barcelona desde México el año en el que nacieron Maheen y Nosheen.

"Esta ciudad no se va a explicar con titulares, sino con relatos, y se nos ocurrió ir a provocar. Agitar el gallinero"

Juan Pablo Villalobos

— Coordinador del proyecto

La operación requería de aliados, que hallaron en Júlia Martí, de Blackie Books, quien ha coordinado y mimado el proyecto, y en las profesoras del Miquel Tarradell y el Milà i Fontanals, los dos institutos públicos del barrio, cuya pasión por sus alumnos se hace evidente en la breve declaración de amor que precede a cada cuento en forma de descripción de los jóvenes. Un amor correspondido. El primer recuerdo de las dos jóvenes del día en que fueron a La Central a recoger los libros -el virus impidió celebrar la ansiada presentación para Sant Jordi- es la emoción de Àngela Fernández, su profesora. "Se emocionó más que mis padres, pero es que nuestros profesores son los mejores. Están ahí siempre. Te ayudan a ubicarte. A buscar recursos fuera... El otro día le envié un correo a Àngela diciéndole que buscaba trabajo para este verano y se lo reenvió a todos los maestros del instituto por si alguno se enteraba de algo", explica Nosheen agradecida. Maheen asiente. Opina exactamente igual y también busca trabajo para estos meses. Para posibles interesados, ambas dominan cinco lenguas (catalán, castellano, inglés, urdú y punyabí).  

Mochilas cruzando el umbral

"Solo por la imagen de los chavales cruzando la puerta de La Central [donde se realizaron las clases] con las mochilas el taller ya ha valido la pena", asegura Otero. Librería que, pese a estar a escasos metros del instituto, ninguna de las dos había pisado antes. "Había pasado por delante, pero me parecía un sitio demasiado caro como para entrar", afirma sin tapujos Nosheen (no es casualidad que su querida maestra la describa como "culo y lengua de mal asiento").

Valió la pena por esa imagen y por mucho más. Pese a que Nosheen y Maheen se resistieron, otros de los compañeros no lo hicieron y en las páginas del libro sí aparecen todos los escenarios del barrio apuntados al principio de este texto. Abre el volumen un provocador 'Cambiar no siempre está bien', de Mohamed El Yacoubi, cuya acción pasa en la calle de Robadors y a cuyo protagonista, "si pasan más de diez minutos sin oír una sirena, todo se le vuelve raro". 'El hilo invisible' de Ikra Majeed -el segundo relato de la antología- sale de la calle de Aurora para entrar en Folch i Torres; y el protagonista felino de 'Una de les meves vides' de Jane Marie Fernández sí pasea por la Rambla del Raval. Los autores tenían libertad para elegir la lengua en la que escribían y hay cuentos en catalán y en castellano. El libro puede encontrarse en su recomendable versión física en La Central del Raval y descargarse también de forma gratuita en la página web de Blackie Books.

El sabor de boca dejado en todos los participantes -escuelas, librería, jóvenes autores y padrinos- es dulce y la segunda edición del taller estaría ya en marcha si no hubiera sido por el parón mundial a causa del covid-19, que parece guionizado por la propia Maheen. El curso próximo. Seguro.