nueva etapa

Barcelona busca la reactivación para reinventarse tras el Mobile del 2021

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Patricia Castán

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Tras apenas dos meses de anestesia general y pocas semanas en reanimación, la Barcelona que sale del letargo es muy distinta a la que el 14 de marzo inició sin saberlo un reset histórico. El apagón ha dinamitado (como en otras ciudades) vidas, empleos, empresas e ilusiones, ha borrado o pospuesto infinidad de eventos, negocios y proyectos, a la par que abierto las puertas a la incertidumbre de un posible rebrote antes incluso de volver a levantar el vuelo. Y aunque en el marco de esta pandemia no hay previsiones que valgan, ni los más optimistas dudan de que la capital catalana necesitará casi un año para empezar a despegar y cerca de dos para recuperar el pulso económico. Con el consuelo, eso sí, de que el horizonte dibuja una oportunidad para la "reinvención" a partir de la primavera del 2021, después de que la pandemia haya evidenciado algunas debilidades locales, como una excesiva dependencia del turismo. El sector privado y el público (encabezado por el ayuntamiento) coinciden más que nunca en que en esta nueva etapa de resiliencia deberán ir de la mano.

Precisamente, la nueva fase estratégica que abraza el consistorio es la de la reactivación y la resiliencia. La primera etapa, activada a mitad de abril con la creación del Cecore o centro de coordinación de la respuesta económica de Barcelona fue de choque, tratando de inventar hospitales o frenar la debacle socioeconómica que disparó las necesidades urgentes para muchos barceloneses sin recursos, pero también rompió motores económicos como el comercio, la hostelería, los servicios o el turismo.

Hasta otoño pues, la reactivación pasará sobre todo por incentivar a toda costa el consumo local (en tiendas y restaurantes) o de proximidad para que el máximo dinero se quede en la ciudad (y no vuele por los portales de compras de internet), mientras no llegue de fuera. Una campaña municipal tratará de promocionarlo en las próximas semanas, en la misma medida en que otra apuntará al resto de España para reconquista un turismo nacional que en los últimos años, en el marco de la confrontación política, ha ido perdiendo peso en la misma medida en que se disparaba el visitante extranjero.

Ciudad acogedora

Barcelona lanzará una imagen de ciudad total, cosmopolita y abierta para captar a ese viajero cercano. Una misión complicada porque el propio Gremi d’Hotels asume, relata su director, Manel Casals, tiene claro que los destinos urbanos serán impopulares en la fase postconfinamiento. Con apenas un 30% de hoteles abiertos en julio, las previsiones son mínimas para lo que queda de año, a falta de saber cómo se comportará el sector de turismo de negocios y congresos a partir de otoño.

Los ERTE afectan a más de 210.000  trabajadores en la capital catalana y apuntan a unos meses muy díficiles por delante

Jaume Collboni, primer teniente de alcalde de Promoción Económica, explica vía telemática a este diario que la primera etapa paliativa quiso amortiguar el descalabro de los autónomos (se han gestionado 15.000 ayudas en tres semanas), reparar la fiscalidad de la maltrecha  hostelería, mediar para evitar un cierre masivo de comercios por falta de liquidez para abonar los alquileres, entre un sinfín de alarmas… “La prioridad era reaccionar para no perder más empleo y empresas”, dice.

Pero en el otro bando, los comerciantes reclaman una mesa de consenso real y medidas tangibles y sin largas esperas, los colectivos más vulnerables piden más recursos y los empresarios temen precipitarse al levantar unos ertes, que en Barcelona afectan a 210.426 trabajadores, en base a casi 26.600 expedientes. Porque el tiempo corre en contra de la reactivación y Pimec vaticina otra batería de ERTES en los próximos meses. Los sectores económicos locales coinciden con el ayuntamiento en que por delante vienen meses muy duros. Empezando por el comercio y servicios del centro, ahora huérfano de viajeros, y donde se prevén muchos cierres, como avanzó EL PERIÓDICO el viernes.

Desde febrero

No hay que perder de vista que la pérdida de fuelle suma ya cinco meses. Data de febrero pasado, con la suspensión del Mobile World Congress en la ciudad, que abrió la caja de los truenos mientras iban cayendo otras citas de Fira de Barcelona y decenas de congresos, las competiciones deportivas, los grandes eventos culturales de la ciudad (Primavera Sound, Festival Cruilla –aunque hagan versiones reducidas o simbólicas-; las temporadas teatrales del TNC, el Lliure o el Liceu, cuyas nuevas programaciones estarán aún muy condicionadas; la crucial cita del libro en Sant Jordi; los superconciertos de grandes estrellas…)… El fin del confinamiento dista aún mucho de que la agenda barcelonesa se normalice.

A partir de septiembre u octubre, se planea la tercera fase, el inicio de la recuperación, apuntando ya a la promoción internacional de la mano de Turismo de Barcelona y  Fira de Barcelona, con una Alimentaria con limitaciones y una campaña de Navidad “como punto de inflexión” que doblará presupuestos, luces y recursos volviendo a poner énfasis en el centro de Barcelona (con el comercio muy dañado ante la pérdida de turismo de este año) y la plaza Catalunya como epicentro. Este periodo durará la menos seis meses y apunta a reposicionar también la marca Barcelona. 

Pero la prueba de fuego será el congreso de telefonía móvil, más ambicioso, innovador y con una campaña de relanzamiento global. “Debemos recolocarnos en grandes acontecimientos y sacar fuerza internacional”, agrega Collboni. Opinión que comparte Casals como punto de despegue de Barcelona y todo el alojamiento y servicios en pleno funcionamiento, con las nuevas reglas del juego sanitarias. El sector tiene claro que la ciudad no puede buscar la recuperación turística por vía de las ofertas, sino que tiene la oportunidad de dirigirse al turismo que quiere. Su capitalidad de la alimentación sostenible el año que viene será otro aliado.

"No hay un plan del ayuntamiento sino un plan de Barcelona", rdice el primer teniente de alcalde, Jaume Colboni

La directora de Turismo de Barcelona, Marian Muro, sostiene que la parálisis ha constatado la importancia del turismo para la ciudad, pero contempla el resurgimiento como una ocasión para mejorar en su gestión y buscar mercados emisores de viajeros que interesen a Barcelona y encajen en su integrador mix de arquitectura, cultura, gastronomía, playa, comercio y otros atractivos, en un escenario más selectivo y de menor masificación. Un turismo de calidad (no en términos económicos) más sostenible, que las entidades vecinales también reivindican.

Collboni tiene claro que “no hay un plan del ayuntamiento, sino un plan de Barcelona” que debe sumar al sector privado. La cuarta fase, que llaman ‘reinvención’, pasa justamente por haber aprendido de la crisis y potenciar “el sector que más empleo crea ahora”, el tecnológico, las starts-up, los centros de investigación…. No se concibe sin pactar con empresas y atraer talento e inversiones, siempre con “la visión metropolitana” para acelerar el crecimiento. Si la situación sanitaria lo permite, la ciudad recuperará sus constantes vitales hacia el 2022, posiblemente con notables cambios sobre lo que fue a principios del 2020.  

Los sectores económicos critican mensajes contradictorios

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