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El Port de Barcelona derribará el cine Imax y redibujará el Moll d'Espanya

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Patricia Castán

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Cinco años y medio después de bajar el telón, el cine Imax inicia su cuenta atrás para ser derribado sin dejar rastro. El Port de Barcelona ha confirmado hoy miércoles que eliminará la mole de hormigón que lo alberga en el Moll d’Espanya desde 1995, aunque desde su cierre ha sufrido una progresiva degradación que culminó el pasado enero en un incendio. Este siniestro en un local anexo ha acelerado el desenlace de un edificio cuyo relevo aún no está claro, aunque sobre la mesa aparecen propuestas para ganar un espacio cívico o de zona verde que esponje la zona o ampliar el Aquàrium, entre otras ideas.

La autoridad portuaria ya había avanzado esa posible demolición, que estaba pendiente de negociación con el concesionario que tenía su contrato vigente hasta el 2024. Y ha sido ahora, en su consejo de administración, cuando se ha acordado la medida. 

Se estima que entre los distintos trámites, proyecto de demolición y licitación pasen meses, de modo que la deconstrucción en sí podría irse al próximo año.

Según ha anunciado en un comunicado, el consejo aprueba delegar en la presidencia del Port «la declaración de caducidad de la concesión de la que es titular Teatro Imax de Barcelona SA una vez finalice el expediente administrativo de caducidad y sin perjuicio de las alegaciones que se puedan formular». 

Muerte anunciada

En próximas semanas se rematarán los detalles para liquidar esa concesión aún vigente, que en su día autorizó a la empresa a explotar un cine en formato Imax y una terraza. No obstante, su fórmula de cine en 3D y en pantalla panorámica con altísimos costes quedó desfasada hace años, a la par que el Moll d’Espanya se reinventaba como eje comercial y de restauración, borrando su pasado de ocio. Todo ello, sumado a la crisis económica y los pecados urbanísticos del entorno, condujeron al cierre en verano del 2014. Acumulaba ya deudas millonarias, como el Imax de Madrid, que murió también entonces.

Ahora, el Port considera que esa falta de actividad y «la evidente situación de abandono de sus instalaciones» han hecho que este organismo considere «necesario recuperar la posesión de las superficies otorgadas en concesión» con el objetivo de «garantizar la seguridad del dominio público portuario». 

El incendio de mitad de enero en un viejo restaurante anexo puso en evidencia también que habían personas sin hogar pernoctando en su interior, abandonado, después de que durante años sus titulares hubieran planteado distintas proposiciones de uso (desde un teatro a una gran tienda de lujo, pasando por una del Barça) que no cuajaron. 

El suelo que ocupa ronda los 2.000 metros cuadrados (con una construcción de 2.500 útiles), de modo que hay espacio suficiente incluso para que convivan varios usos. Su cualificación permite usos recreativos, comerciales y culturales. Pero desde el puerto crecen voces partidarias de dejar un gran espacio abierto, como plaza, para despresurizar un eje de gran afluencia turística. Otras fuentes de la negociación son partidarias de ampliar el Aquàrium, lo que no sería incompatible con ganar algo de zona verde. 

El Port Vell afronta tres años de mejoras para ganar uso ciudadano

La demolición del Imax es solo uno de los cambios que podrá verse en el Port Vell en los próximos años, entre una decena de intervenciones de las que informó este diario el pasado diciembre. Entre ellas figura otra demolición, la de los viejos cines Maremàgnum de Cinesa, cerrados desde el 2015 y que también servirían para esponjar la zona o para ampliar el recinto comercial, se plantea. No obstante, buena parte de intervenciones se concentrarán en la Nova Bocana, en pleno desarrollo. Como el Mirador de la Rambla Nova, o la transformación de los viejos tinglados, que se licitan este año.