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Dígalo con flores a bomberos y doctores

Al Parlament no fueron médicos y bomberos a defender sus intereses profesionales, sino a reclamar nuestros derechos

Dígalo con flores a bomberos y doctores

Dígalo con flores a bomberos y doctores / periodico

Javier Pérez Andújar

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Este miércoles pasado hizo un sol radiante por la mañana, y el día se puso a reventar, y tomó ese aspecto de castaña asada tan propio de los otoños calientes, y de este modo la realidad desbordó a la actualidad. De hecho, la actualidad no tuvo valor de asomar sus largas narices, características del descaro y de la mentira. Permaneció encerrada a cal y canto en el edificio del Parlament. Y la realidad era un montón de batas blancas y de cascos desportillados gritando desesperadamente a sus puertas que quieren seguir salvándonos, que lo dan todo para salvarnos de los peligros de la vida, para librarnos de las afiladas uñas de la muerte, que creen en la gente y por eso trabajan contra viento y marea para que éste sea un mundo mejor, pero que de una manera mezquina unos gobiernos injustos están impidiéndolo porque a los dirigentes, a los representantes del pueblo, todo eso les importa un pito, ya que solo les preocupa que se salven los que puedan pagarlo. Pues prefieren un mundo de pobres y ricos, y por eso hacen las políticas que hacen.

La realidad era un montón de batas blancas y de cascos desportillados gritando desesperadamente

Primero llegaron al parque las batas blancas. La mayoría entró en la Ciutadella por el lado de Arc de Triomf. Médicos y médicas, quizá había más médicas. Ahora que la mujer accede libremente a profesiones de prestigio (reservadas antes tan solo a hombres), despojan a las profesiones de su prestigio y, en cuanto pueden, las convierten en trabajo basura, dicho líricamente, las precarizan. Lo de siempre, si un paria consigue un millón se devalúa la moneda, y viceversa. Pero esta mañana, los médicos en vez de sus fonendoscopios llevaban colgando silbatos (precisamente ese instrumento, o lo que sea, para ellos, a quienes nada de esto les importa un pito). Y los hacían sonar como cuando hay que soplar fuerte en la revisión médica, con toda la rabia del mundo. Porque uno sopla ante el médico con tanto ímpetu para mostrar que sigue vivo, no se vaya a confundir, y los médicos soplan por lo mismo ante el poder. ¿Debieran los políticos que han aplicado los recortes en sanidad, y que se escudan en pretextos ajenos si les piden explicaciones, llevar un pito colgando a modo de condecoración?

"La sanidad nos maltrata"

Las pancartas que alzaba el personal de sanidad eran dolorosamente autorreferenciales (en algunas ponía “la sanidad nos maltrata”), y otras traían dibujos de Mafalda. Hubo una época en que sanidad y educación eran las dos manillas del progreso. Cuando ambas avanzaban, el mundo iba con su tiempo. Pero si los médicos gritan que la sanidad les maltrata es que están maltratándonos a todos. Esto no es un otoño caliente, es un campo de humus corrupto. Porque aman a sus pacientes, a los médicos se les acabó la paciencia. No se manifestaban en defensa de sus intereses profesionales, sino en nuestra defensa. Habían ido a reclamar nuestros derechos. Pararon para decir que querían seguir el camino junto a todos, junto a los que tienen dinero y sobre todo junto a los que no, y que así no pueden.

Una bata blanca es lo más parecido a un mono azul. Los médicos de atención primaria son los manobras de eso que se llama estar vivo. Son los primeros que nos abren la puerta cuando pedimos socorro. Luchan por un mundo en el que toda la gente tenga derecho a salir adelante mientras el cuerpo aguante. Ser médico, bombero, maestro, es mucho más importante que ser influencer ¿De verdad tiene más resonancia un golpe de efecto en Twitter que el golpe del martillito en la rodilla? Hay más humanidad en ese martillo de las consultas que en los martillos de los tribunales. Habían traído a la manifestación un esqueleto de anatomía, que danzaba en el aire vestido con una bata. Nada como el esqueleto ha simbolizado con mayor gravedad e ironía a la humanidad. Pero las calaveras siempre ríen solas. La danza macabra que hoy bailamos empezó a sonar en un jukebox que iba a euro por receta.

Una bata blanca es lo más parecido a un mono azul

Los bomberos (suben al infierno con escalera) llegaron por la parte que da al paseo de Picasso. El cubismo también ha salvado mucho a la humanidad hasta que se inventaron las mangueras. Llevaban puestos los cascos y sus guerreras ignífugas. Ellos son otras víctimas de los hachazos de la crisis. Detonaron petardos, encendieron bengalas de humo de colores, hicieron oír sus sirenas y metieron a toda leche música de Queen. Los bomberos son más gamberros que los médicos porque saben que la calle no tiene cura. Le pegaron fuego a un muñeco como en las hogueras de San Juan, y se plantaron codo con codo junto a las batas blancas ante el edificio del Parlament, que era un monumento ciego, un templo antiguo levantado a dioses en los que ya no creen sus habitantes. ¿Quién lo habita? Gente que hace tiempo que ha decidido que la realidad no existe. Ninguna autoridad asomaba, y unos médicos y bomberos quisieron irrumpir y los Mossos los frenaron a porrazos. Esta vez habían salido de sus trabajos para salvarnos donde antes sabíamos salvarnos nosotros mismos. Para mostrarnos que cuando todo está perdido aún siguen ellos en pie. Y en la misma guerra continúa buena parte de ellos.