¿Por qué no ha conseguido Barcelona la Agencia del Medicamento?
La escasa influencia de España en Bruselas y el 'procés' han pesado más que la calidad de la candidatura
La calidad no era importante
La calidad de la candidatura que opta a acoger una agencia europea, como es la del medicamento, tiene un gran peso al inicio del proceso de selección y muy poca importancia cuando llega la hora de la elección. La evaluación de las candidaturas siempre favoreció a Barcelona, pero eso es todo lo que tuvo España a su favor, además de la manifiesta simpatía de los 900 empleados de la agencia por instalarse en Barcelona. Mas allá de la actividad de la ministra Dolors Montserrat, apenas ha habido presencia española en los organismos europeos.
No solo ha sido el 'procés'
El Govern catalán inició en enero del 2016 el camino que debía llevar a Catalunya a la independencia, cinco meses antes de que Gran Bretaña anunciara que abandonaría la UE, perdiendo las instituciones europeas que ubica. La carrera de Barcelona hacia la AEM siempre tuvo el procés como distorsión de fondo, hasta generar incertidumbre jurídica e institucional. Pero no ha sido el único factor perdedor. España no tiene un lobi de poderosos instalado en Bruselas, que mueva los hilos de los entresijos comunitarios que decantan elecciones.
Qué se tiene en cuenta
La Comisión Europea (CE) procura mantener en buen estado los contrapesos políticos y económicos entre los 27 países miembros, algo de lo que se encargan los propios Estados. La influencia estratégica de cada uno de ellos en el momento político, otros intereses en principio secundarios que afectan a zonas geográficas con problemas concretos -la inmigración-, a las que se decide compensar, y las alizanzas que establecen los países para sumar influencia, son elementos que resultan decisorios al elegir el destino de una agencia comunitaria importante.
Los requisitos pesan poco
No perder capital humano y científico fue uno de los requisitos que marcó la CE ante la elección de la AEM. Finalmente, tampoco ha pesado tanto esa condición. Aunque Ámsterdam no desagrabada a los empleados de la agencia y sus familias, el peso de Barcelona en este aspecto no tuvo competidora equiparable. En último extremo, se trata de conservar un buen trabajo, y el de la institución reguladora de los medicamentos en consumo, lo es.
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