Primera feria, primera huelga
La primera edición se celebró el 23 de octubre de 1920 y no faltó la correspondiente huelga del transporte
Barcelona y sus tradiciones. El 23 de octubre de 1920 abrió sus puertas la primera edición de la Feria de Muestras de la ciudad. No se celebraba aún en Montjuïc (eso fue a partir de 1924) a caballo del parque de Ciutadella, sobre los restos de la Exposición de 1888, y la actual Estació del Nord. La cita internacional de 1888 había transformado urbanísticamente la ciudad, pero también socialmente. Según Josep Pla, “liquidó la Catalunya provinciana”, abrió las ventanas que miraban a Europa y por ahí se coló el aire de la modernidad, pero también el de las ideas revolucionarias, como el anarquismo. Total, que aquel 23 de octubre de 1920, como si un Mobile World Congress o un Alimentaria se tratara, los trabajadores de la metalurgia, los electricistas y los mecánicos del tranvía y de los ferrocarriles convocaron una huelga. En un pis pas a la melé se sumaron los trabajadores de la industria química, de la textil, de la restauración y hasta los carpinteros.
Aquel pulso no evitó, sin embargo, que la primera Feria de Muestras fuera un éxito. Pasaron por ella unas 250.000 personas. No era lo previsto. Las ferias de este tipo (la primera de ellas se celebró en Leipzig en 1894) estaban concebidas como espacios de intercambio de ideas comerciales, para que los mayoristas contactaran con los minoristas o para expandir las fronteras de un negocio, pero algunas empresas optaron en Barcelona desde un primer momento por montar versiones reducidas de lo que era un pabellón de una exposición universal. Así, de forma inesperada nació esa tradición tan local de ir a la feria de muestras a vér qué hay.
CARTELISMO
El traslado a Montjuïc en 1924 le sentó muy bien a la feria, aunque tuvo algunas interrupciones, como la motivada por la celebración de la Exposición de 1929. No reabrió hasta 1933, ya republicana. La guerra civil supuso otro parón. Con la llegada de la dictadura, la feria de muestras pasó a ser, en cierto modo, un retrato foto a foto del papel de España en el mundo. En 1944, unas grandes esvásticas decoraban el pabellón alemán. Era el pabellón aliado. Terminada la guerra mundial, todo fueron parabienes para el pabellón de Estados Unidos. Ahí está disponible el archivo de la feria para cualquier historiador que desee certificar que el recinto de Montjuïc era una suerte de máquina del tiempo que anticipaba lo que pronto iba a suceder en el país. La feria de muestras solía ir por delante dos, tres o cinco años. Un ejemplo son los propios carteles promocionales de cada edición, para su tiempo, de una modernidad sorprendente. Se solía contratar a artistas emergentes y era un acierto. También de eso anda bien surtido el archivo de la feria.
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