La central primitiva del Besòs se inauguró en 1913
Las tres chimeneas que ahora algunos quieren conservar datan de la década de 1970
Las centrales térmicas convencionales, igual que las nucleares, se instalan junto al mar o junto a un río. Necesitan agua fría como refrigerante. Lo extraño es que lo hagan junto el delta de un río, como es el caso de la de Sant Adrià. Para comprender por qué no hay nada mejor que viajar en el tiempo e imaginar el día en que el ingeniero catalán Carles Emili Montañés se llevó a su colega norteamericano Frederick Stark Pearson a la cima del Tibidabo. En Barcelona humeaban las chimeneas. Faltaban menos de cuatro años para que comenzara la primera guerra mundial. Pearson giró la vista. Al norte estaba el Pirineo, con sus estrechos valles ideales para instalar embalses hidroeléctricos. Al frente, el mar, una ruta ideal para importar carbón de Gales, porque el catalán era de pésima calidad. No fue Pearson el visionario que desplegó el mapa energético catalán porque se hundió en 1915 con el trasatlántico 'Lusitania' cuando lo torpedeó un submarino alemán, pero aquel día, en la cima del Tibidabo, ya se intuía que aquel espacio yermo entre Sant Adrià y Barcelona iba a ser el motor que alimentara de electricidad a la industria.
Las dos primeras centrales térmicas de Barcelona fueron la del Paral·lel, inaugurada en 1897 por la Compañía Barcelonesa de Electricidad, y la de la actual avenida de Vilanova, propiedad entonces de la Central Catalana de Electricidad, que la inauguró en 1898. En el actual emplazamiento de las tres chimeneas de Sant Adrià no hubo una instalación de producción eléctrica hasta 1913. Sobre el plano se previeron ocho grupos. Se construyeron solo cuatro. En total, 20.000 caballos de potencia. No obstante, cosas de la época, en 1918 uno se averió y jamás se reparó.
'SKYLINE' SETENTERO
Endesa tiene un formidable archivo histórico de fotos de aquella época. Un hidroavión llegó a sobrevolar la central térmica y dejó para la posteridad varios carretes de imágenes. Aparece en ellas la fábrica de la luz en mitad de un enorme paisaje sin urbanizar. En ese fondo hay un poco de todo. Por ejemplo, la térmica nevada. Y, también, imágenes aéreas que captaron los bombarderos italianos que la atacaron durante la guerra civil. De esa agresión salió malparada la instalación. En 1954 se demolió.
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El 'skyline' que ahora algunos pretenden preservar es de los años 70. Se proyectó primero una instalación con dos chimeneas, pero la demanda energética en la zona crecía más de lo previsto y la nuclear de Ascó, solución definitiva, aún no estaba a punto. Por eso se decidió añadir una tercera turbina. Como no estaba en los planos originales, hubo que adaptarla al terreno, y sobre el que se asentaba era distinto del resto, más próximo a la riba del río. Es por esa razón, por cuestiones de ingeniería, que las tres chimeneas no son equidistantes. Entre la primera y la segunda hay 53 metros de distancia. Entre la segunda y la tercera, 63. Eso, unido a que las calderas se colocaran en posición vertical, es lo que hace de esta instalación con aires soviéticos una rara avis de la arquitectura.
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