a pie de calle

Alma Mater, un hotel con encanto

Estudiantes bajo la estatua de Alfonso X del edificio central de la Universitat de Barcelona, ayer.

Estudiantes bajo la estatua de Alfonso X del edificio central de la Universitat de Barcelona, ayer.

JOAN BARRIL

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No había regresado a la universidad desde hacía años. Me perdí el prolongado encierro contra Bolonia con el cruel despertar de los Mossos en el 2008. Pero la Universitat de Barcelona siempre es un lugar que hace más sabios a los lerdos que pasamos por allí. Necesitados de recursos propios últimamente los claustros y el paraninfo se han convertido en pasarelas de moda. Allí acuden los del certamen 080 y el vestíbulo se convierte en un pequeño cafarnaún de la elegancia.

Pero estos días la moda del ocupante de espacios públicos no tiene nada que ver con la elegancia. Al mediodía los estudiantes son menos numerosos que por la noche y también menos que en convocatorias anteriores. Hablo con el rectorDídac Ramírezy me dice que él también está por la defensa de la universidad pública. En el Eixample se inauguró hace poco el Hotel Alma. Y ahora los estudiantes, en asamblea, han decidido convertir la escalinata que lleva al rectorado en el Gran Hotel Alma Mater. Sin duda un hotel con encanto que permite a los jóvenes cachorros del individualismo dejarse ser en amistad y en proyectos.

Para entrar en la universidad a horas intempestivas ya no hace falta ningún examen de selectividad. Basta con cargarse un par de puertas y vivir aquellos díasprima della rivoluzione. A las nueve de la noche los estudiantes son minoría. Entre los que un día pagaron su matrícula se agitan aquellos a los que la prensa bienpensante denomina agitadores y la prensa de Madrid llama cómplices del PSOE. ¡Ya le gustaría al PSOE tener a su disposición a esa muestra de jóvenes airados! Hablan bien los portavoces de los estudiantes.Albertes uno de los portavoces y se le nota un gran ejercicio de expresión oral. Un poco de profundidad en los argumentos y una cierta cohesión del liderazgo convertirían a los ocupantes estudiantiles en un poder que no tiene nada de frívolo. Pero les pierden las puertas forzadas y el abandono de la liturgia de la protesta.

¿Qué se hace en un edificio antiguo y okupado? Los portavoces anuncian la organización de talleres. El taller de hoy es lo que los ejercicios espirituales fueron ayer. Hacen ver que aprenden cosas nuevas porque las viejas no les van a abrir ninguna puerta laboral en el futuro. Entre la meditación trascendental y la frívola acumulación de conocimientos más vale dedicarse a la felicidad antes que al esfuerzo inane.

Me encuentro con un profesor de la facultad de Económicas. «He venido aquí por si veía a alguno de mis queridos alumnos. Sé que si me ve entre esa pequeña multitud va a avergonzarse de lo que está haciendo», explica. Le digo que la protesta no debe avergonzar a nadie. El profesor me responde que no es la protesta lo que duele sino la constante expresión del vandalismo aquello que quita razón a los que la tienen. Y concluye: «Estuve aquí en el 2008 y los okupantes de entonces decidieron instalar una suerte de letrina para aguas menores bajo la estatua deAlfonso X El Sabio. Si el rey más políglota e intelectualmente generoso de la antigüedad merece ser convertido en un mingitorio, ¿qué autoridad moral le quedan a esos jóvenes tan cargados de razón como faltos de estrategias?»

Así es la vida de la protesta. La palabra reflexiva tiene su mayor enemigo en la palabra gritada. En el Gran Hotel Alma Mater se espera que de un momento a otro entre la fuerza pública.Albertestudia historia, pero en realidad está haciendo historia. H