In situ, JOSEP-MARIA URETA
El ingeniero que fue alcalde
HOMENAJE La memoria de Enric Masó, que fue alcalde de Barcelona entre 1973 y 1975, pasó ayer a ser patrimonio común de la ciudad en un clima de consenso entre políticos en activo y sociedad civil.
Cuando murióEnric Masó, el pasado noviembre, los diarios se hicieron escaso eco del deceso de quien fue alcalde de Barcelona. Poco tiempo, 28 meses, entre mayo de 1973, poco después del asesinato deCarrero Blanco, y los primeros síntomas de que el régimen tenía flebitis (octubre de 1975). Pero qué tiempos. Había que relevar a un alcalde quemado, Porcioles, sortear las presión popular que ejercían las asociaciones de vecinos y promover, si había tiempo, una obra emblemática atascada desde hacía años, la perforación de Collserola. El régimen eligió a un ingeniero catalán, muy de Barcelona por origen y amistades, tibio en cuestiones ideológicas –franquismo sociológico– y que había demostrado ser un excelente gestor de empresas industriales, fueran estratégicas –fabricación de aviones– o de futuro –televisores Emerson y Kolster–.
Aquel ingeniero de éxito, que siguió siendo un empresario vocacional y diversificado –era dueño del hotel Palace de Madrid cuandoMilansyArmadaorganizaron el 23-F–, tuvo su día malo político el 4 de marzo de 1975, cuando un pleno municipal confuso votó contra una subvención para la enseñanza del catalán. Ese borrón –ya se ha explicado con creces cómo se gestó– no merecía ser el único que marcara la biografía delMasópolítico. Con esa intención, aunque sin decirlo, ayer hubo acto de recuerdo y homenaje al exalcalde en el Saló de Cent. El alcaldeJordi Hereu supo darle el perfil idóneo: un acto académico, conGaudeamos Igiturcantado por una coral juvenil para empezar.
El resto, panegíricos diversos, cuyos textos, bien editados, se distribuyeron con profusión. ¿Quiénes se apuntaron a las loas aMasó, dejando en perfil bajo los reproches? Básicamente, los ingenieros y economistas que han tenido y tienen poder en su actividad diaria. Ahí se cuentan, de palabra escrita en el opúsculo que se repartía, Ramon Boixadós, Joan Majó, Josep Vilarasau y Alexandre Pedrós. Y entre los que también querían estar ahí, se pudo ver aRicard Fornesa, Juan Echevarria, Albert Serratosa y Joan Vallvé.
DeEnric Masóy su bonhomía socarrona contó, en los pasillos,Jaume Clavell: «Tenía dos jets privados en alquiler que se llamaban Marta y Diana.PujolyMaragall creían que era en homenaje a sus mujeres, pero los nombres correspondían a gente de su familia». Más formales, vigilados por la abuelaMaría Rosa, los nietos deMasó eran unánimes: «Siempre hablaremos bien del abuelo».
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